Haliburton, Kawhi y otras temporadas de laboratorio

*Estadísticas actualizadas del 8 de febrero Hace tiempo que la NBA se conjuga alrededor de la explosión ofensiva en la que ya lleva cerca de ...

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Por David Sánchez

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*Estadísticas actualizadas del 8 de febrero

Hace tiempo que la NBA se conjuga alrededor de la explosión ofensiva en la que ya lleva cerca de una década de estar inmersa. Los 115,7 puntos que se anotan de media por cada cien posesiones en esta temporada van camino de ser, de nuevo, la cima histórica. Y desde 2014 esta cifra solo ha sufrido pequeñas regresiones con respecto al curso anterior en la 17-18 y en la 21-22. 

Los jugadores cada vez tienen más recursos individuales y colectivos para castigar a las defensas a través, sobre todo, del ritmo y el espacio. Un escenario que tiene a la eficiencia como tótem, y que año tras año da pie a temporadas individuales que parecen sacadas de un laboratorio. Datos de eficiencia en el tiro hasta ahora sólo conocidos en perfiles netamente interiores, son ahora dominio de jugadores que han doblegado el arte del tiro (en todas sus formas) hasta límites insospechados en lo que a volumen y precisión se refiere. 

Da la sensación de que el famoso 50/40/90 casi ha quedado obsoleto porque aquel era reflejo, sobre todo, de una selección de tiro inmaculada. Aunque hubiese algún que otro Larry Bird de la vida. A continuación intento poner en valor justo eso. Selecciones de tiro inmaculadas de alto volumen o, simplemente, superdotados que esta temporada están domando la estadística a placer obviando cualquier tipo de balance riesgo/recompensa. 

La excepción Halliburton

Sin embargo, me gustaría empezar por un jugador que hace temblar todo lo que creíamos comprender del playmaking. Porque el hecho de que Tyrese Halliburton se haya convertido en el adalid de la protección de balón con la velocidad, volumen y riesgo de las acciones que ejecuta es un fallo en Matrix. 

El base de los Pacers es el tercer jugador de la liga que más pases da tras Nikola Jokic y Domantas Sabonis (también es el tercero en contactos con el balón), dos avezados pasadores en el mano a mano. Usualmente, se relaciona el volumen de pase con el riesgo de pérdida, pero no lo parece en el caso de Tyrese. Con estos números, Halliburton es el líder en asistencias de la NBA con 11,8 por partido. De los diez jugadores que más asistencias reparten por partidos, solo VanVleet comete menos pérdidas que las 2,4 que registra Halliburton (1,9). ¿La diferencia? Que el de los Rockets tiene un porcentaje de uso del 18,8% y el de los Pacers del 25,1% (antes de la lesión, solo Luka Doncic generaba más puntos por partido que él).

Está repartiendo 4,8 asistencias por cada pérdida que comete, un número asociado a bases mucho más conservadores que él. Un tipo cuya zona de confort es el pase en salto, gesto históricamente vilipendiado en el baloncesto formativo. De hecho, más del 20% de sus pases acaban en asistencia, lo cual le acerca más a perfiles como Trae Young (22,6) y Luka Doncic (21) que a Chris Paul (16,9). 

Desde que Indiana se convirtiese en una máquina ofensiva y la nueva amenaza para batir el récord de ataque más eficiente de la historia, se han tendido muchas comparaciones entre su estilo y los Phoenix Suns del seven second or less. Lo que implica de manera inevitable reflejar a Halliburton en el espejo de Steve Nash. El contexto que rodeaba al canadiense era muy distinto al que vive hoy la liga. De hecho resulta muy atractivo pensar en situar a aquel base en el baloncesto de la actualidad. Dicho esto, las comparaciones son odiosas. 

En las temporadas de MVP de Nash (04-05, 05-06), los Suns jugaron a 95,9 y 95,8 posesiones por encuentro (aquí afecta el ritmo al que jugasen los rivales) con un rating ofensivo de 114,5 y 111,5 respectivamente. Los Pacers lo hacen a 102,8 posesiones y anotando 120,7 puntos por cada cien posesiones. Nash promedió 11 asistencias y 3,4 pérdidas por las 11,8 y 2,4 de Halliburton. Pero es que, por si fuera poco, Tyrese lo riega doblando el volumen de tiro exterior de Nash con un 39% de acierto al triple y un 38,2% tras bote. 

Esto es un ejemplo perfecto de hasta qué punto la actual NBA presenta las características perfectas para ver temporadas que en otros tiempos se hubiesen visto casi como aberraciones estadísticas. Aquellos Suns fueron un equipo de laboratorio, un primer y solitario eslabón de la explosión que hoy vivimos. Los Pacers también lo son, pero es que en este contexto sólo son 0,6 puntos más eficientes ofensivamente que los Celtics y ni siquiera son el conjunto que más rápido juega en la liga (los Wizards juegan a 103,23 posesiones por encuentro).

Siempre Kevin Durant

Kevin Durant es trampa. Siempre lo fue. Si Halliburton es un jugador cuyas virtudes encuentran perfecto acomodo en la actual era, las del alero nacieron para sobrevivir en cualquier época. Ya durante su primera temporada como líder de anotación (2009-10), registraba porcentajes de tiro de campo efectivo (effective field goal) sólo al alcance de anotadores con un alto volumen de tiros cerca del aro. Aquella campaña Durant promedió 30,1 puntos con un 51,4% de TCE cuando el 65% de sus lanzamientos llegaban desde fuera de la pintura y el 44% de ellos desde la media distancia. 

Por poner en perspectiva Carmelo Anthony anotaba 28,2 puntos con un 47,8%, Kobe Bryant 27 con un 48,8%, Dwayne Wade 26,6 con un 50% y Dirk Nowitzki 25 con un 49,8%. Es decir, que ya era un anotador muy por encima de la media de eficiencia cuando parecía imposible para un jugador de alto volumen de lanzamientos en suspensión. 

Lo increíble en su caso es que, casi tres lustros después, su eficiencia sigue disparada por encima de la media de la liga aunque muchos de los tiros que toma parezcan estar bien defendidos. Otras tantas veces son simplemente indefendibles. Es cierto que esta campaña supone un pequeño bajón con respecto a su pasada campaña, en la que dejó un absurdo 61,7% en tiro de campo efectivo lanzando más de un 40% de sus tiros desde el mid-range. Desde ahí, la zona maldita de la analítica, KD dejó un 56% de acierto en siete intentos por partido uniendo su estancia en Brooklyn y Phoenix. 

Por diseño del libreto ofensivo y su, aún breve, convivencia con Devin Booker y Bradley Beal, Durant no está gozando de los espacios en zonas intermedias que ha tenido en el pasado reciente. No tanto para ejecutar, sino para crearse sus tiros. Curiosamente, por la ausencia de un director de juego al uso, el alero no está haciendo las veces de iniciador tantas veces como acostumbraba el año pasado y en ciertos tramos sueltos en Brooklyn. 

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Pero Durant también está sacando partido de esta tesitura que tiene a Devin Booker como principal creador en Phoenix, pasando de anotar el 65,5% de sus triples tras asistencia al 79%. Su cifra más alta de el desde su primer año en Golden State (81,2% en la 16-17). Como consecuencia, KD está en sus mejores promedios de carrera desde el triple con un 46,1% de acierto en 5 intentos por partido. 

Kevin Durant tiene el mayor porcentaje de tiro de campo efectivo entre los jugadores que intentan 15 o más tiros por partido y 5 o más triples. Faceta en la que hace tiempo que solo le hace sombra Stephen Curry, quien no está al nivel de sus dos últimas temporadas. El de los Suns sigue siendo poseedor del mejor shot making de la liga estando lejos de su apogeo físico. 

Lauri Markkanen y la eficiencia minimalista

Por osado que parezca siquiera mencionarlo, Will Hardy utiliza a Lauri Markkanen como si fuese el Stephen Curry de estos Utah Jazz. El finlandés ya tuvo su temporada de asentamiento en la élite el curso pasado. Pero esta campaña, pese a reducir sus números, está dejando mejores cifras de eficiencia. Su uso ha decaído mínimamente porque, cada vez más, sus acciones van enfocadas a generar espacio y ventajas para el resto. 

El caso de Markkanen es paradójico. Normalmente, el salto al estrellato se da a través de una expansión del juego individual. Un anotador de apoyo que comienza a generar con balón, un base que adquiere recursos al poste o en el tiro tras bote, un pívot que desarrolla tiro de media y larga distancia… El de Lauri es un caso de salto por sustracción. Hardy le despojó de todo exceso y diseñó un sistema ofensivo para sacar partido a todas y cada una de sus virtudes: el tiro exterior, su poder interior y el juego de cara. 

Nada de acciones al poste ni aclarados, y si los hay porque la superioridad del emparejamiento obliga, apenas dos botes para ejecutar. Los Jazz buscan involucrar a Markkanen en todas las acciones posibles de bloqueos porque su gravedad en ambos sentidos (zona y perímetro) obligan a la defensa a dudar en cada pantalla. Pocos jugadores con la habilidad del finlandés para rizar un bloqueo y encarar el aro en un solo movimiento. Con lo que implica que esto lo haga un siete pies. Por eso tantas veces se ve que los tiradores de los Jazz salen liberados del bloqueo o atacan una pintura despoblada. Porque, como Curry, Markkanen ejerce una presión continua en la defensa gracias a su juego sin balón.

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Y esto sólo se consigue siendo tremendamente eficiente una vez el esférico llega a sus manos. Esta productividad es consecuencia de lo ya explicado. La pizarra de Utah está diseñada para que Markkanen Markkanen reciba abierto para ejecutar o camino a la pintura. De ahí deriva que más del 50% de sus tiros lleguen desde más allá del triple y el 43,7% desde la pintura. La media distancia no existe en el ala-pívot de los Jazz (menos de un intento por encuentro). 

Se supone que una de las reglas no escritas de este artículo está en poner de relieve la creación de tiro tras bote y la increíble precisión que han alcanzado algunos jugadores en el que es el arte más complicado de la anotación. Pero Markkanen se cuela aquí por puro volumen y por ser algo así como el experimento de un genio llamado Will Hardy. Uno de los entrenadores que cuentan con su propio laboratorio.

Shai: la perseverancia hace al maestro

Gilgeous-Alexander es el ejemplo perfecto de desarrollo en el arsenal ofensivo del actual exterior. Partiendo de una virtud suprema, su facilidad para la penetración, el base de los Thunder ha ido construyendo un abanico infinito de fintas y un control de su cuerpo que le permiten generar tiros en prácticamente cualquier situación. 

Primero fue dominar la zona del floater, esa que convive entre el área restringida y lo que entendemos por media distancia tradicional. Después añadió esas paradas camino al aro frenando en seco para levantar el tiro con ventaja. El curso pasado fue su juego al poste lo que más evolucionó. Este año simplemente está haciendo cosas en espacio reducido que algunos soñarían con poder hacer en entrenamientos sin defensor delante. En situación de aclarado, es el segundo jugador más eficiente (1,19 puntos por posesión) entre los que intentan tres o más por encuentro, teniendo a su vez el cuarto mayor volumen en este tipo de acciones. 

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Tomando los datos de Basketball Reference como referencia, Shai está cerca del 52% desde la media distancia y está en un 53,7% en los cinco long twos que intenta por noche, el lanzamiento más ineficiente que se puede ejecutar sobre una cancha de baloncesto. La media distancia representa más de la mitad de su carta de tiro (19’9 intentos por noche), tan solo superado por Joel Embiid y Kevin Durant en tiros desde el mid-range (incluyendo zona del floater). Shai es el único exterior de la liga por encima del 57% en tiro de campo efectivo lanzando menos de cuatro triples por partido. Lo que magnifica su gesta.

El asterisco que muchos señalarán, si es que se puede valorar como mácula, son los tiros libres. El canadiense es el cuarto jugador que más visita la personal por partido solo por detrás de Embiid, Antetokounmpo y Doncic. Por eso mismo elijo el EFG y no el true shooting como vara de medir, pues este no incluye los tiros libres para medir la eficiencia de los lanzamientos de un jugador. Aun así, es cierto que su facilidad para sacar la falta le saca de muchos atolladeros que acaban sin contabilizar muchos tiros de campo que acabarían en fallo. Sin embargo, ser el secto jugador que más lanzamientos ejecuta por noche (es el segundo en tiros totales) resulta suficiente como para condonar su afinidad con el silbato. 

Kawhi vuelve a no ser humano

Lesiones y descansos. Solo eso ha separado a Kawhi Leonard de ser uno de los jugadores más incontestables del pasado lustro en temporada regular. Con todo y con ello, el de los Clippers siempre acaba dejando tramos en los que simplemente parece indefendible. Elevando a su equipo a la categoría de candidato hasta que, por unas cosas u otras, se acaba cayendo de ese escalón. 

Este año parece diferente. Ahora mismo los Clippers tienen el mejor récord de la Conferencia Oeste y acumulan dos meses consecutivos siendo uno de los mejores equipos por sensaciones y resultados. Y gran parte de ello está en cómo ha transformado la llegada de James Harden el juego ofensivo de Paul George y Kawhi Leonard. 

Tener a La Barba en la sala de máquinas significa abortar una carga enorme de creación ofensiva en perfiles de anotación terminal. Es decir, jugadores que agradecen simplificar su proceso de creación de tiro. Por primera vez desde su llegada a los Clippers, Kawhi promedia menos de tres botes por contacto con la bola. Su porcentaje de uso (25,9%) es el más bajo desde su primera temporada All-Star en 2016. Pero quizás lo más importante es que la convivencia con Harden le está permitiendo atacar continuamente de cara, acudiendo al poste en contadas ocasiones y complicando que las defensas lancen dobles ayudas. 

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En el uno contra uno, Leonard es capaz de anotar en las fauces de cualquiera. Y a eso se está dedicando, a ser un martillo pilón en el aclarado sin tener que preocuparse por áreas del juego que no domina. Las cifras de Shai en el ISO ya eran bárbaras, pero es que nadie puede mirar a la cara de Kawhi en lo que a eficiencia en el aclarado se refiere. Es cierto que solo acude a estas acciones 3,5 veces por encuentro. Cantidad modesta si se compara con los principales ‘bichos’ de la liga (Embiid, Doncic, Shai, Tatum…). Pero es que está generando 1,23 puntos por posesión con un 60,8% en tiro de campo efectivo cuando la mayoría de esas posesiones acaban en un tiro de media distancia o triples tras bote. 

Ahora bien, buena parte de ser el único alero o exterior de la liga que está por encima del 60% en TCE intentando más de 15 lanzamientos por noche está en la temporada que está dejando en el lanzamiento exterior. Ahí lo normal sería pensar que la gravedad que atraen PG, Harden y los triples en transición que genera jugar al lado de Westbrook facilitan sus situaciones de tiro. Y, aunque algo de eso hay, Leonard simplemente está lanzando como en su vida. El 45,6% de acierto desde el triple es máximo de carrera, llegando casi la mitad de sus intentos tras bote. 

En este momento, Kawhi solo se ha perdido 3 partidos y va en ritmo de disputar más de 70 por primera vez desde 2017. Hace poco Richard Jefferson contaba en la retransmisión de ESPN que el alero está más comprometido que nunca en jugar cada noche según conversaciones con personas de la franquicia y su círculo cercano. Esto es lo más relevante en su continuidad, pero también lo es sentir por fin que todo fluye con sencillez. Que tiene que hacer lo justo y necesario para ser un jugador devastador y, además, mantenerse fresco para ser el histórico defensor que fue cuando llegan los momentos calientes. Kawhi nunca pareció humano, pero presenciarlo día tras día lo pone todo en otra perspectiva.

Tres tiradores en el lugar y momento exacto

Cada año hay entre tres y cinco tiradores cuyo encaje en el sistema de sus equipos y momento de forma se unen para dar a luz temporadas de acierto disparado. El curso pasado podrían entrar ahí Kevin Huerter, Trey Murphy o Buddy Hield. Esta campaña los que más se acercan a este perfil son Grayson Allen, Malik Beasley y Donte DiVincenzo.

La razón de elegir a estos y no a otros es el acierto, el volumen de intentos (>5)  y el porcentaje de estos que llegan en catch-and-shot. Lo que descarta a perfiles como Kyrie Irving o James Harden. Luke Kennard también queda fuera porque, simplemente, es uno de los mejores tiradores del mundo sin importar el contexto y el análisis con él se acaba pronto: 44,8% en 6 intentos por noche, 49% en 4,6 intentos tras recepción y la mayoría de ellas llegando desde la diagonal después de leer la jugada y dar los pasos justos para recibir en ritmo. 

El Big Three y Allen

El caso de Grayson Allen, líder de la NBA en porcentaje con un 49,2%, tampoco es difícil de explicar. Ningún equipo genera y ejecuta más desde la media distancia que los Phoenix Suns. Por ello, la zona que más despoblada suele estar de defensores, contra los Durant, Booker y Beal tiende a estar repleta. Esos lugares, perfectos para lanzar dobles ayudas, obligan a oxigenar el juego de alguna forma. Allen está siendo el aire de Phoenix. 

Muchas veces, el escolta incluso se ve empujado uno o dos pasos por detrás del perímetro, lanzamiento que está castigando con igual eficiencia. Es ese rango y sus tiros en transición las armas más vitales para los Suns. Sin embargo, los de Frank Vogel agradecen sobremanera su arrojo para echar el balón al suelo y dividir defensas que aún no terminan de estar rotas. Las 5,9 penetraciones que lleva a cabo por partido ejercen una presión en el rival que también complementa a la perfección con el ritmo más plomizo del resto de titulares. Y, de paso, provoca que los defensores le dejen más espacio para armar el tiro. También es uno de los mejores cortadores a canasta de la competición, pero su volumen es muy bajo. 

Un tirador para Giannis… y para el resto

Ser tirador al lado de Giannis Antetokounmpo parece sencillo. Pero no siempre es llegar y besar el santo. Por un simple tema de encaje y atenciones que acapara el griego en el interior, Lillard debería estar protagonizando una temporada mayúscula en el tiro. Pero está siendo una de las peores temporadas de su carrera en esas lides. No así la de Malik Beasley, que llegaba de un curso algo pobre con Jazz y Lakers para protagonizar la que está siendo la mejor campaña de su vida en el tiro ya en los Bucks. 

Históricamente el escolta no ha tenido la consistencia en el tiro de otros francotiradores precisamente por la variedad su arsenal de lanzamientos. Beasley gusta de ejecutar en handoffs, rizando pantallas, tras bloqueo directo o a pies parados. Esto le da una variedad muy valiosa a un conjunto que genera la mayoría de sus ventajas desde el puro individualismo. Dibujar secuencias para él desahoga a Giannis y Lillard, especialmente cuando uno o los dos están sentados. Aun así, donde más se está nutriendo Beasley es en las esquinas, desde donde lanza 2,3 intentos por noche por encima del 47%. Las mejores cifras de su carrera ajustadas a su volumen actual y gran parte de su 45% de acierto en 6 tiros por velada. 

Desde mediados de enero sus porcentajes han bajado al 34% y hay partidos en los que parece incapaz de meter un tiro ¿Fin de una racha?

Material Thobodeau, esta vez con amenaza exterior

Donte DiVincenzo y no Gary Trent Jr. u otros por la simple razón de haber nacido para jugar en estos Knicks. El ex de Villanova está lanzando como si no fuese a fallar un tiro nunca más. Sobre todo, ha desarrollado una de las facetas más importantes en un tirador: castigar los punteos con una finta y un paso a un lado. De sus 7,1 triples por partido, seis llegan en catch-and-shoot (41,6%) y dos desde las esquinas (52%). Entre los jugadores que intentan más de siete triples por partido, sólo McCollum supera el 41,5% de Donte. 

Su volumen ha aumentado durante la racha que tiene a los Knicks con el segundo mejor récord de 2024, y es que la llegada de Anunoby y ciertas bajas, curiosamente, han aumentado su peso en ambos lados de la cancha. DiVincenzo ha pasado de jugar 21 minutos por noche a 28, y de lanzar 7 triples a 9,5. En esta tesitura se está mostrando más irregular, pero aún mantiene un más que decente 38% de acierto exterior. 

Nueva York no es un equipo rápido per sé, pero sí un conjunto que agradece a sobremanera elevar el ritmo tanto en transición como a media cancha. Un escenario donde DiVincenzo brilla especialmente por su capacidad física. El jugador perfecto para seguir el ritmo de Josh Hart y dotar a los Knicks de puntos en el millar de segundas oportunidades que generan. De los tres, es el mejor defensor. 

Menciones honoríficas

C.J. McCollum podría estar perfectamente en la lista de grandes nombres. El escolta está iniciando menos jugadas que el curso pasado, dejando que Zion, Daniels o Alvarado sean quienes comienzan el ataque. Su tono físico es excelente, y sale de bloqueos con una frescura que en la temporada pasada acabó perdiendo. Está en su porcentaje de uso más bajo desde su segundo año en la liga y ha caído de pie en su nuevo rol. Mete un 43% en 8 triples por partido y 45% en los 3,3 que lanza tras bote. Lanza menos que nunca desde la media distancia (aunque con una precisión por encima de la media) y está en un 59% de TCE. Los Pelicans necesitaban esta versión de McCollum, y quizás sea la ideal para C.J. a sus 32 años. 

Brandon Ingram es el quinto jugador que más lanza desde el mid-range y está convirtiendo un 48,5% en 5,8 intentos por noche. Todo ello en un ataque con ocasionales problemas de spacing como el de NOLA y sumándole un 36% en el triple. 

No es normal firmar una temporada sophomore como la de Jalen Williams. El de los Thunder es ya uno de los jugadores más eficientes del mundo (59,3% TCE). J Dub domina todos los registros de la anotación y es un jugador ya autosuficiente gracias al uso de su cuerpo y a los recursos que ha sumado en la creación de tiro (pasos atrás, suspensiones en giro, triple tras bote). Hasta el punto de que quizás toque aumentar su volumen de acciones como creador. Williams genera 1,13 puntos por posesión en aclarado (86,6 percentil), pero apenas ataca en 1,3 posesiones por partido en estas situaciones.

https://twitter.com/jackfrank_jjf/status/1748771215185973487?s=20

Norman Powell es, sencillamente, el anotador de apoyo en la NBA. Un three-level scorer de bolsillo cuyos porcentajes no se resienten a pesar de que su volumen de acciones decrezca de un partido a otro. Anota con suficiencia en triples a pies parados o en movimiento, puede castigar los punteos rompiendo con bote y levantándose desde la media distancia (42% en mid-rangers). Tiene, además, muelles de sobra para atacar defensas en rotación y finalizar cerca del aro (70% de acierto en la zona restringida). Si pones a un jugador así rodeado de estrellas…

(Fotografía de portada de stockgiu en Freepik y Getty Images)

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