Durante más de un lustro a James Harden se le ha colocado en el cajón de esas estrellas que reducen su rendimiento en postemporada. Normalmente achacado al extenuante desgaste de sostener un sistema ofensivo de élite enteramente sobre sus hombros durante 82 partidos de temporada regular. El físico y la durabilidad del mismo siempre han sido el común denominador a la hora de entrar a valorar las carencias del exterior. Y esto no ha hecho más que agravarse con los años.
Ya en su etapa en Philadelphia se asumió que Harden era un creador que necesitaba del contexto para seguir formando parte de la élite. Sin ir más lejos, el pasado curso fue líder en asistencias por segunda vez en su carrera. Pero nada tiene que ver el jugador que en 2017 generaba todo a través de simples aclarados y acciones de bloqueo directo con pívots-martillo, con el que alimentaba las continuaciones y ventajas generadas por un talento como Joel Embiid a través del juego de pares.
Ese dos por dos siempre será el santo y seña de La Barba. El alfa de su arsenal ofensivo. Pero compartir pista con atacantes exteriores como Kevin Durant, Kyrie Irving, Paul George y Kawhi Leonard le obligan a matizar la orientación de su juego con la idea de facilitar el trabajo de estos. Algo así como dejar que Harden sea el cerebro y las estrellas adyacentes el brazo ejecutor y las piernas que le faltan al base a estas alturas de carrera.
Sin embargo, en la serie ante los Dallas Mavericks Harden está asumiendo un peso inesperado en ambos aspectos (creación y finalización). Siendo, junto a Kyrie Irving, la estrella más constante de la serie.
Todo parte, como tantas otras cosas en esta liga, del acierto exterior. Se está viendo en otras series cómo la capacidad del manejador principal para castigar con triples tras bote es esencial en el funcionamiento del resto. Tyrese Halliburton imprime un ritmo totalmente diferente al juego cuando le entran los tiros. La defensa de Nueva York sufre horrores cuando Tyrese Maxey toma pantallas cerca del logo y se puede parar a lanzar sobre el drop de Hartenstein o Robinson. Paolo Banchero ha encontrado grietas en la inexpugnable defensa de los Cavaliers obligando a defenderle de cerca.
De la misma forma, Harden necesita poder armar su tiro con confianza tras bloqueo para que las continuaciones de Ivica Zubac sean más limpias. La Barba está anotando el 50% de sus lanzamientos exteriores en la serie, 55,6% en 6,8 intentos tras bote en estos cuatro encuentros. Fue ahí donde Los Angeles Clippers construyeron una primera victoria sencilla, con Harden y Zubac castigando desde el pick-and-roll o el missmatch generado de este.
Ahora bien, una vez generado ese respeto en la defensa de los Mavericks, Harden está redescubriendo el resto de su abanico anotador. No tiene el mortífero primer paso que le caracterizó en su esplendor, pero sí utiliza el cuerpo lo suficientemente bien para irse hacia dentro ante defensores más pequeños y la velocidad para levantar el tiro ante interiores o un Luka Doncic mermado en lo físico. Atacando el perímetro está dejando un repertorio completísimo de tiros de media distancia tras paso atrás, floaters y finalizaciones cerca del aro.
Ahora mismo está generando unos desorbitados 1,47 puntos por cada aclarado acudiendo a él en un 38,5% de las acciones que finaliza. Prohibitiva eficiencia en una acción en la que solo Jalen Brunson (0,92 puntos por posesión en estos playoffs) y Shai Gilgeous-Alexander (1,05) se prodigan más. Acudiendo a las acciones de bloqueo directo está produciendo 1,44 puntos por cada una de las 4,5 posesiones que finaliza de esta forma, solo superado por los 1,55 de Damian Lillard.
Harden ha mantenido esta eficacia durante tres de los cuatro encuentros con indiferencia de Kawhi Leonard. Pero parece obvio que sin Leonard las cifras brutas se multiplican y, en consecuencia, el ataque de los Clippers respira mejor y obliga a Dallas a jugar con quintetos pequeños con los que se sienten más incómodos en general. Leonard está en un momento en el que es preferible tener a Terrence Mann y Amir Coffey ocupando las esquinas o sumar minutos en el casillero de un anotador dinámico como Norman Powell. Una fórmula que, de momento, le ha dado las dos victorias de la postemporada a los angelinos.
James Harden está siendo el motor ofensivo de estos Clippers con una constancia inaudita desde que salió de Houston. La duda está donde siempre las alberga La Barba. Dallas está proponiendo una defensa muy pegajosa sobre el base, yéndole a buscar incluso a su propio campo para no permitir que distribuya el juego. Esta versión es capaz de castigar eso, pero la pregunta vuelve a ser la misma de siempre: ¿Podrá Harden mantener este nivel jugando cada dos días? A los Clippers, más les vale que la respuesta sea un sí.
(Fotografía de portada Tim Nwachukwu/Getty Images)