Nikola Jokic en la tierra como en el cielo

Durante toda la temporada regular y la primera ronda ante Los Angeles Lakers se ha apuntado a la misma virtud suprema para hablar de los ...

Foto del autor

Por David Sánchez

Publicado el

Durante toda la temporada regular y la primera ronda ante Los Angeles Lakers se ha apuntado a la misma virtud suprema para hablar de los Denver Nuggets. Y no es otra que esa capacidad para jugar de memoria e imponer su plan principal siempre gracias al pulido de su fórmula y la calidad y encaje de sus piezas. Por eso, cuando los Minnesota Timberwolves parecieron dar con la tecla para desactivar ese plan hasta ahora infalible, costaba ver un desenlace diferente al de una serie corta que se decantase a favor de los de Minneapolis.

Esto, ya lo sabéis, no ha acabado sucediendo, y los Nuggets han logrado darle la vuelta con tres victorias seguidas. En frente sigue estando la mejor defensa del mundo y una estructura meticulosamente preparada para anular las virtudes de los de Colorado, pero Denver ha dado con las teclas exactas para dejar sin respuesta a la defensa de Chris Finch hasta nuevo aviso.

Antes de nada, un asunto que no es un ajuste pero sí es diferencial. Fuesen de la severidad que fuesen los problemas musculares de Jamal Murray, al base le sentaron genial los tres días de descanso entre el segundo y el tercer partido de la serie. Solo con un Murray en plenitud de facultades pueden los Nuggets alcanzar su mejor versión en ataque. La necesaria para endosar 123 puntos por cien posesiones, equivalentes al mejor ataque de la historia, en los últimos tres partidos ante un equipo que en estos playoffs recibía solo 105 puntos en esa misma muestra.

Un no tan nuevo Aaron Gordon

Parte de la frescura de Murray está en el cambio de rol de Aaron Gordon. Ya desde el segundo partido, el ex de los Orlando Magic alejó considerablemente su posición del aro. Precisamente el camino contrario al que recorrió con su aterrizaje en los Nuggets y que le convirtieron en uno de los mejores secundarios del mundo. Gordon se había acostumbrado a ser el pívot de Nikola Jokic y jugar sus partidos en la línea de fondo. Viendo que Rudy Gobert y compañía habían cerrado la conexión entre Jokic y él, Mike Malone decidió recuperar al Gordon alero. No solo manteniéndole en esquinas para ensanchar el ataque y castigar los colapsos en la pintura. También para recuperar esa versión ‘point-forward ‘ de sus días en Florida.

En estos playoffs Gordon estaba promediando menos de 50 toques de balón por partido, 29 de ellos por delante de la línea divisoria. Durante los tres últimos encuentros, sus contactos con el esférico se han elevado hasta los 64 por noche, 35,7 de los cuales se dan en su propio campo. Es decir, que Gordon está subiendo el balón de forma mucho más asidua en este último tramo. De esta forma, Malone evita el acoso al que Jaden McDaniels, Anthony Edwards y Nickeil Alexander-Walker estaban sometiendo a Murray para que este opere en media cancha.

Jamal Murray con el machete en los dientes

Más allá de descargar de esfuerzos físicos al base, este movimiento trastoca las rotaciones defensivas iniciales de Minnesota. Por norma, el defensor principal de Gordon estaba siendo Rudy Gobert, lo que le permitía arroparse en la pintura. Acumulando un 8/12 al triple en los últimos cuatro duelos y partiendo muchas veces con el balón, obliga q a un defensor exterior a emparejarse con él y al que, normalmente, superará en kilos para aprovechar el missmatch e irse hacia el aro. De esta forma evita que los defensores perimetrales se puedan centrar en Murray y que Karl-Anthony Towns parta como defensor por defecto de Nikola Jokic.

Dicho esto, también ha habido cierto matiz en el juego del base canadiense. Murray siempre prefiere tomar el carril central y operar el ataque a su propio ritmo. Pero en estos últimos encuentros se le está viendo acelerar ya en su propia cancha e iniciar los ataques mucho más lejos del aro de lo normal. El otro pequeño ajuste está en las parcelas de campo que ataca tras bloqueo directo. Detectando que Minnesota abandona los laterales de la zona, Jamal está dirigiéndose a esas zonas para atraer segundas ayudas que pongan en rotación a la defensa de los Nuggets.

De hecho, la agresividad está siendo el común denominador del plan de ataque de Denver. Siempre, eso sí, de fuera adentro. Especialmente Jokic está comenzando sus ataques desde muy lejos. Como observaba esta misma semana Tom Haberstroh en su newsletter particular, el serbio está iniciando sus acciones al poste incluso más allá de la línea de tres puntos. Lo cual, de nuevo, enfatiza la idea de alejar a los interiores de Minnesota de su zona, nunca mejor dicho, de confort. Finch incluso ha llegado a introducir a sus tres hombres grandes en cancha a la vez para intentar aliviar la escabechina. Sin éxito.

Desde donde quieras, Nikola

Y esto es porque Jokic, aunque pueda dominar un partido simplemente desde el pick-and-roll o el poste bajo, es capaz también de alerizar su juego y atacar el aro de cara o cortar a canasta en una puerta atrás aprovechando el espacio interior que su posición inicial ha generado. Durante la temporada regular, Jokic apenas promedió 5,4 penetraciones por encuentro y 4,4 en la primera ronda ante Los Angeles Lakers. Cifras que ascienden a las 10 por velada en estos tres últimos partidos.

De ahí saca diez puntos directos por noche anotando en un 65% de las acciones que termina en tiro, pero lo interesante está en que atacar el aro desde la lejanía le da más tiempo y espacio para leer el comportamiento de la rotaciones. Y si ya es capaz de tomar la mejor decisión en zona de tráfico y de espaldas a canasta, lo que no hará en una situación pródiga.

Todo esto para evitar señalar lo evidente. Que Nikola Jokic está totalmente por encima del contexto que le circunda y que su control permite tomar atajos que no existen sin él. Sus últimos partidos, especialmente el quinto, muestran otra capa más de dominio cuando pensábamos que era imposible descubrir más fondo en su figura.

Su ADN contiene trazas de todos los grandes atacantes interiores de la historia y comprende una especie de pasador de la que es el único espécimen. Lo último es sacar a relucir una versión que bien podía firmar el Anthony Davis de los Pelicans con la única excusa de cubrir las necesidades de su equipo. Como en todos los talentos supremos, lo más fascinante con el serbio es descubrir que aún no lo hemos visto todo. Jokic ya es, pero todavía le queda por ser. Y no hay nada más excitante que pensar que quedan trazos que pintar en el lienzo de su juego.

(Fotografía de portada de Matthew Stockman/Getty Images)

TE PUEDE INTERESAR