Después de dos temporadas de cierta igualdad e incluso superioridad de la Conferencia Este, el Oeste volvió a dominar con puño de hierro el curso 2023-24. La mitad de liga que se baña en el Pacífico acumuló un 58% de victorias ante el hemisferio oriental. Suponiendo el 7º mayor porcentaje en lo que va de siglo y dejando el balance desde el año 2000 en un 23-1-2 a favor de los occidentales.
Sin embargo, esta superioridad surgió de forma algo diferente a lo habitual. Lo más llamativo es apuntar que la liga en general vivió una temporada de irrupción de varios equipos que superaron expectativas. Thunder y Timberwolves derribaron la puerta del Oeste de manera inesperada en el Oeste, mientras que Magic y Pacers hicieron lo propio en el Este. La diferencia está en que los conjuntos de Oklahoma y Minnesota lo consiguieron en una conferencia fortalecida respecto a años anteriores y Orlando e Indiana aprovecharon la baja de Embiid en Philadelphia, el fallido primer año del ‘proyecto Lillard’ en Bucks y la caída en desgracia de la clase media-baja (Atlanta, Chicago, Brooklyn) para coleccionar victorias con las que llenar el buche.
¿El fin de los grandes jerarcas?
Otras eras han visto cómo el Oeste, competitivo casi siempre desde la décima posición en adelante (tendencia que la existencia del play-in debería engordar), sí tenía equipos que dominaban con puño de hierro las posiciones de factor cancha. Warriors, Rockets, Clippers y Spurs en la pasada década; Lakers, Mavericks, Spurs y Suns en la primera década del presente siglo. El panorama actual no sólo ha visto 6 campeones distintos en seis años, algo inédito desde los años 70. Es que la cumbre de la conferencia a priori dominante (los títulos se reparten 3-3 en el tramo mencionado), ha estado sujeta a constante cambio en este tiempo.
En el Este es fácil señalar a Boston, Milwaukee y Miami como los dominadores de esta época. Con Philadelphia como el eterno aspirante que no termina de romper el techo de cristal y los efímeros Brooklyn Nets de Kyrie Irving y Kevin Durant estorbando ese dominio. Volviendo al Oeste, solo Denver ha visitado los playoffs cada año desde 2019, mientras el resto ha estado sujeto a continuos zarandeos clasificatorios por unas razones u otras. Esta misma semana Tom Ziller compartía el siguiente gráfico en Good Morning It’s Basketball, mostrando la inestabilidad general que reina a ese lado del Misisipi:
El periodista sacaba conclusiones a partir de este cuadrante, considerando a Mavericks y Suns equipos mucho más fiables de lo que se suele pensar por cómo han manejado cambios, bajones de rendimiento y expectativas. Lo que yo entiendo de un gráfico como este y de la observación de las recientes tendencias de la conferencia es que el Oeste es más imprevisible que nunca en su zona de playoffs, y está sujeto a cualquier avatar del destino que cambie por completo su fisonomía. Más aún si se tienen en cuenta las nuevas normas de mercado.
Oklahoma es el caso más flagrante de irrupción ‘natural’ que recuerdo. Es decir, la que elude pasar por el mercado y se forja únicamente a través del Draft y el desarrollo interno. Pasar de rascar postemporada a través del play-in a la cima de la conferencia con la única suma de renombre de un debutante Chet Holmgren es un salto competitivo de otro tiempo. Una diferencia de 17 victorias (33 en dos años) reminiscente a las llegadas de superestrellas universitarias del pasado siglo que cambiaban el paradigma de la competición. Aunque esta se sostenga en el crecimiento colectivo y de un inesperado aspirante a MVP como Shai Gilgeous-Alexander.
Lo que sube, baja
Subidas así ocasionan descensos abruptos por pura matemática. Y este es el caso de Kings y Grizzlies. Los primeros registrando solo dos victorias menos que en la anterior temporada (primera visita a playoffs en 16 años), pero cayendo en la jerarquía de la conferencia por estancamiento y los pasos en firme del resto. Los segundos, el gran melón por abrir de cara a la temporada entrante, por una lesión (Steven Adams), una sanción y una nueva lesión (Ja Morant) que los destinó a los bajos fondos precisamente en ese curso que debería de haber sido el de demostrar cosas en playoffs. Encajar a Morant y sus Grizzlies en el actual panorama de la conferencia resulta uno de los puntos más excitantes del inicio de curso más allá de comprobar si Houston Rockets y Victor Wembanyama están preparados para asaltar puestos de postemporada desde el primer día.
Entre medias, los Suns han cambiado y ambicionado todo para bajar un claro escalón competitivo. Los Clippers se han mantenido impasibles en su ‘sí pero no’ a pesar de los movimientos y con algún tropezón en su tocón habitual (las lesiones). Los Timberwolves se han hipotecado desde el inicio de un proyecto que sí está siguiendo los pasos lógicos del que aspira al aspirantazgo. Y los Pelicans siguen teniendo una crisis de identidad que lo mismo un mes les coloca en el liderato y el siguiente en el play-in.
Toda esta fluctuación se ve después a las claras en playoffs, donde pesan casi tanto los emparejamientos específicos como el talento bruto. Tendencias que explican que equipos como Lakers y Warriors, mediocres durante la temporada y llenos de evidentes defectos pero plenamente conscientes de estos y sus puntos fuertes, igualen la balanza ante proyectos que aún no han descubierto exactamente quiénes son (Kings, Pelicans, Grizzlies…).
En su conjunto, todos estos aspectos dificultan saber quién es quién en el Oeste, por mucho que se tenga una idea más o menos clara al inicio de campaña. Ni Mavericks ni Timberwolves ni Thunder eran una apuesta común para colocarse en la nobleza de la conferencia sin lesiones o grandes cambios mediantes en el resto de competidores. Este curso iniciará en el Oeste con una sola estrella moviéndose de su sitio (Paul George a Philly) y cinco fichajes realmente relevantes un escalón por debajo (Isaiah Hartenstein a Oklahoma, DeMar Derozan a Sacramento, Dejounte Murray a New Orleans, Kentavious Caldwell-Pope a Orlando y Klay Thompson a Dallas). Pero ni con todo sobre la mesa podría cualquiera poner la mano en el fuego a la hora de ordenar la jerarquía de una conferencia donde las idas y venidas se han convertido en norma.
(Fotografía de portada de Sean Gardner/Getty Images)