No ilustramos esta noticia con una fotografía de Joel Embiid con la selección de Estados Unidos por casualidad. El pívot de Philadelphia 76ers disputó los Juegos Olímpicos y se hizo con la medalla de oro, algo que ocurrió en el mes de agosto. Entonces, y pese a que no se le vio a su mejor nivel, desde la franquicia de Pensilvania señalaron que no estaba lesionado y que esperaban que llegase al training camp sin problemas. Pues bien, ni una cosa ni la otra.
Antes de que la pretemporada se pusiese en marcha, los Sixers sorprendieron explicando que no el MVP no estaría con sus compañeros en las semanas previas a la apertura del curso porque iba a llevar a cabo un plan especial en su maltrecha rodilla izquierda. Sin duda fue más que una llamada de alarma, ya que se pasó de está bien a no entrenará en tres semanas en un abrir y cerrar de ojos. Hoy se puede entender mejor y hasta puede dar miedo: la rodilla de Embiid no responde.
Suena duro, pero así está siendo. Si verle debutar en la actual campaña fue duro por su bajo estado de forma y la poca movilidad que tenía, conocer ahora a través de Marc Stein –tras jugar solo cuatro partidos– que vuelve a tener inflamada la articulación y que no jugará al menos hasta la próxima semana, hace entender que el problema podría llegar a convertirse en algo que le acompañe siempre y que no le permita volver a dar su mejor versión, salvo en contados momentos.
Ante tal recorrido, el cual no da certeza alguna respecto a su punto final, ya son algunas las voces que se atreven a decir que Philadelphia debería traspasar al pívot. No se habla de un movimiento inmediato, pero sí de que si se comprueba que este año tampoco está para competir al cien por cien en busca del anillo, es sin duda hora de cambiar de rumbo. A día de hoy suena imposible que eso ocurra, pero mañana…
(Fotografía de Ethan Miller/Getty Images)
