Jonathan Kuminga se ha establecido como la incógnita (casi) imposible de descifrar para Steve Kerr y los Golden State Warriors. Una especie de verso libre que no entiende de jerarquías y que ha tenido sus más y sus menos con el entrenador ante su deseo de gozar de un mayor protagonismo dentro de un sistema muchas veces definido como hermético.
Y ese es el principal problema: mientras Kerr pide que sus jugadores den «dos o tres pases» para generar desajustes en las defensas rivales, Kuminga opta por un juego mucho más vertical sustentado en aclarados, superioridades físicas en el poste bajo y cortes a canasta desde la línea de fondo.
A la espera de que la gerencia de los Warriors decida qué camino tomar —ya sea en el cierre de mercado de febrero o postergando la decisión hasta el verano—, Kerr está tratando de contentar a todos, aunque eso se traduzca en más derrotas de las deseadas a causa de todos los experimentos y pruebas realizadas en la rotación.
Lo primero que ha hecho Kerr es convencer —al menos por el momento— a Kuminga de que puede ser más importante y autónomo saliendo desde el banquillo. Y sus actuaciones recientes lo avalan: la semana pasada encadenó dos partidos de 34 puntos y seis de sus siete máximas anotaciones del curso han llegado como suplente.
No obstante, Kerr no le ha regalado el libre albedrío al alero. Sus carencias defensivas en lo que respecta a su posicionamiento y el aspecto táctico —pues físicamente atesora todas las cualidades para ser diferencial en este apartado— son minimizadas con perfiles defensivos a su alrededor.
En ataque, su suplencia invita al engaño: continúa compartiendo bastantes minutos junto a Stephen Curry y/o Draymond Green, aunque estos se condensan en los tres primeros cuartos. Poco a poco, también está siendo importante a la hora de cerrar partidos. En momentos previos de su carrera le había tocado disfrutar del clutch desde el banquillo.
Ahora, Kerr empieza a confiar en Kuminga para los momentos calientes. El pasado sábado, el técnico elogió la respuesta del jugador en los instantes finales de la ajustada victoria sobre Phoenix, en los que no se obcecó con el aro, sino que también impulsó la circulación del balón del equipo y facilitó la recepción mediante bloqueos indirectos.
«Ahora la combinación, la mezcla de Steph, Draymond y J.K., comienza a volverse realmente poderosa. Estoy muy impresionado con J.K.», declaró entonces el entrenador de los Warriors. Y los datos ratifican su entusiasmo: la combinación en pista de Curry, Green y Kuminga ha superado a sus rivales en 23,1 puntos por cada cien posesiones en las últimas dos semanas.
En todo caso, recae en manos de la gerencia el tomar el rumbo definitivo. Los Warriors podrían buscar un gran movimiento antes del cierre de mercado y, de hacerse, Kuminga sería, con total seguridad, la principal moneda de cambio.
¿Qué priorizarán en las oficinas principales de la Bahía: exprimir al máximo los últimos años de Curry, aun a costa de hipotecar el futuro de la franquicia, o una transición gradual con un equipo lo suficientemente competitivo como para jugar los playoffs, pero endeble para aspirar a unas Finales de Conferencia? Y de seguir en el equipo, ¿se transformará Kuminga en una segunda espada fiable y, en consecuencia, en alguien sobre el que depositar parte del peso de la franquicia cuando se retire Curry?
(Fotografía de portada de Darren Yamashita-Imagn Images)