Los Oklahoma City Thunder son, junto a los Washington Wizards, el conjunto de la NBA que más tiros libres del rival sufre por encuentro.
Seguramente, las causas por los que uno y otro están tan arriba sean diametralmente opuestas. En el caso de los Thunder, la intensidad defensiva, el apretar cada punteo y el perseguir el tapón, sean los motivos principales; por encima de los despistes, el llegar tarde a las ayudas y la inutilidad táctica de su juego interior.
Juego interior, precisamente, en pleno viacrucis, ya que sin Chet Holmgren ni Isaiah Hartenstein, el entrenador Mark Daigneault se ve conminado, quiera o no quiera, a apostar por el small ball como sistema, con los Williams (2,06 de Jaylin, 1,96 de Jalen) dando la batalla en la pintura.
¿No hay más pívots en OKC?
Sí. Branden Carlson, 2,13 metros y undrafted de 2024. Ayer jugó tres minutos. Metió un triple. Y cometió tres faltas.
El secreto: un perímetro sin Doncic
El caso es que los Dallas Mavericks, de quienes anoche publicamos (publiqué) algunos datos de lo que son y lo que ganan sin Luka Doncic, decidieron que hoy era un buen día, no sólo para volver a ganar, sino para firmar un dato surrealista. El paradigma de la excepción que confirma la regla.
Thunder y Dallas, conjuntos ambos de Conferencia Oeste, se han visto las caras cuatro veces este curso. Los de Oklahoma, de haber vencido esta madrugada, se habrían consolidado como líderes de la NBA en solitario. Pero perdieron. Y de sus ocho derrotas, los Mavs son responsables de tres.
Y el acabose: los tres triunfos han sido sin Luka Doncic. El único de los cuatro partidos que el esloveno sí jugó, lo perdieron los tejanos.
Monumental P.J. Washington
Y si Jason Kidd estaba al tanto o no del dato de las faltas personales, ayer hizo jugar a sus hombres como si lo hubiese estudiado a fondo.
Sin Derek Lively II pero con Daniel Gafford y P.J. Washington, aprovecharon el contexto para detonar el duelo por dentro. Especialmente el segundo, que cuajó tremenda exhibición interior: 22 puntos, 19 rebotes, 2 tapones (uno descomunal ante Shai) y 8 de 10 en tiros libres.
El ala-pívot se hizo fuerte en la penetración así como en la zona, de una manera tan brillante como improbable en caso de haber estado bajo el aro intimidadores del calibre de Holmgren o Hartenstein.
Del mismo modo, iban cayendo los floaters de Irving y las internadas de Dinwiddie. Incluso por momentos, se unieron a la fiesta Kessler Edwards (titular ayer) o Olivier-Maxence Prosper, engalanando de coralidad la anotación.
Tranquilos y con buen juego en el clutch
Con todo, por supuesto, hablamos de los Thunder, uno de los vestuarios más aguerridos de la NBA.
Es por ello que a pesar de un gran tercer cuarto de los Mavs, donde robaron balones impensables a SGA, rebotearon mucho mejor que su rival y lograron algunas transiciones magníficas fruto de su energía en ambos lados, estos no le perdieron la cara al encuentro en momento alguno, y a escasos minutos del final volvían a estar a una posesión de empatar.
Pero Dallas no se amilanó y siguió a lo suyo, con buena circulación y buscando siempre el extra pass. A falta de tres minutos, Maxi Kleber hacía una de las jugadas de la noche, peleando a degüello un rebote ofensivo para luego abrirse a la esquina y culminar él mismo la acción con un triple que devolvía la ventaja a los ocho puntos, suficiente, ya sí, para terminar ganando por 121-115.
Kidd salva una bola de set
Pocas cosas más peligrosas que un animal en apuros. Que un jabalí herido.
Los de Jason Kidd, en la frontera exterior del play-in, brillaron en su agonía ante el, actualmente, mayor aspirante al título de la Conferencia Oeste. Con un sombrerazo de orgullo y sin el liderazgo de Luka Doncic.
(Fotografía de portada de Alonzo Adams-Imagn Images)
