El día 1 después de Doncic ha resultado casi tan fatídico como el momento de su traspaso. El primer encuentro de los Mavericks desde la noticia que ha conmocionado a medio mundo se ha saldado con una abultada derrota en Cleveland por un 144-101 que, por loco que suene, se queda incluso corto a la hora de definir lo que ha sido el partido. De aquí para arriba, supongo.
No es como si Dallas hubiese salido con demasiada fe en lo que pudiese ocurrir. Con Irving, Washington, Gafford y Lively ausentes y Davis y Christie aún por llegar, Kidd tuvo que improvisar un quinteto inicial tirando de hombres como OMax Prospter o Kylor Kelley que, ya de salida, no pintaba como un candidato a ganar a en casa de los líderes de la NBA. Pero entre no ganar y que te pase por encima un tren de mercancías hay una amplia gama de grises que los texanos no parecieron conocer.
Unos Cavs de récord
Qué decir de los primeros 12 minutos de baloncesto que no diga por sí solo el 50-19 que lucía en el marcador cuando sonó la bocina que marcaba el final del primer cuarto. Los Cavs sublimaron su baloncesto veloz y eléctrico ante un equipo que seguía actualizando Twitter a ver si lo que habían leído era verdad, y que fue la carne de cañón perfecta para que los de Ohio sumaran su 40ª victoria del curso sin dificultades. Y de paso, para batir un récord de la franquicia.
Y es que nunca en su historia Cleveland había anotado 50 puntos en un cuarto, un récord que no fue sino el primero de los que caerían a lo largo de la noche. Los de Ohio también batieron su mejor marca anotadora al descanso (91), su mayor ventaja al final de la primera parte (+45) y su récord de triples en un partido (26). Y no firmaron la mayor paliza de la historia porque Atkinson sentó a sus titulares con muchos minutos por delante.
The Cavs put on a CLINIC from beyond the arc in a big win at home!
— NBA (@NBA) February 2, 2025
26 3PM is the MOST in a single game in franchise history 🎯🎯 pic.twitter.com/kTAIWwBTTw
Fue ese tipo de noche. El tipo de noche en que Sam Merrill tiene la oportunidad de meter 9 triples y en la que Tristan Thompson y Jaylon Tyson juegan más minutos en la segunda parte que cualquiera de los titulares. Ese tipo de cosas que te puedes permitir cuando vas ganando por 53 puntos y quieres que todo el mundo se una a la fiesta.
Para Dallas, por el contrario, fue como una ducha en la cárcel: cerrar los ojos y rezar para que pase lo más rápido posible. Una vez que todas las piezas, tanto las viejas como las nuevas, estén de vuelta en la pista, se podrá calibrar por fin el potencial de este equipo y valorar lo que ha ocurrido. Mientras, un día de luto que tuvo el final más acorde posible.
(Fotografía de portada: Ken Blaze-Imagn Images)