Tú a Minnesota y yo a Nueva York

El de Randle y Towns fue el traspaso que dio el pistoletazo de salida a una temporada de sucesos desquiciantes en la NBA. Ahora, ambos están en finales de conferencia.

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Por David Sánchez

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¿Cuántas veces en los últimos diez meses han temblado los cimientos de todo lo que creemos saber en la NBA? Luka Doncic, Jimmy Butler, la lesión de Jayson Tatum, la debacle de Philadelphia, la lotería del Draft, Taylor Jenkins, Mike Malone (y Calvin Booth)… Giros de guión que comportan una de las temporadas más desquiciadas de la historia de la mejor liga del mundo. Y toda esa locura tuvo un chispazo inicial. 

El pasado 2 de octubre, los New York Knicks llevaron a cabo uno de los traspasos más complejos de la historia en lo que a ingeniería financiera se refiere. Uno que se llevaba cociendo al menos un par de meses y que le daba la puntilla final a un verano en el que también habían echado el resto por Mikal Bridges. Karl-Anthony Towns llegaba a la Gran Manzana como pieza central del traspaso que, de forma colateral, envió a Julius Randle y Donte DiVincenzo a Minnesota. 

Esa misma madrugada, el interior dominicano pidió las llaves de las instalaciones de los Timberwolves por última vez. Como tantos otros, esa noche KAT utilizó el baloncesto como vehículo de su catarsis y, acompañado de su padre, realizó una última sesión de tiro ataviado con un gorro de pescador que ocultaba su rostro y una camiseta de entrenamiento de los T-Wolves. Towns llevaba nueve años sintiéndose parte de la ciudad y siendo un miembro activo de su comunidad. 

Las mil caras de Towns en Minnesota, una más en NY

Minnesota era su sitio en lo personal. Su lugar al que volver. Y ahora, por fin, tenía todo el derecho a sentir que era su sitio en lo deportivo. KAT había pasado por mil fases en esos años: gran promesa, superestrella de números sin impacto en el juego, acompañante apocado de un alfa llamado Jimmy Butler y acompañante beneficiado de convivir con un alfa llamado Anthony Edwards. Todo ello rodeado de la inestabilidad institucional que ha caracterizado siempre a la franquicia. 

Towns ha ido variando su rol y peso en el juego casi cada año, encontrando su hueco aparentemente definitivo como ‘el mejor de los secundarios’ la pasada temporada. El sistema defensivo de Chris Finch, centrado en Rudy Gobert y una batería de aleros ultrafísicos, ponía su tamaño en valor para esconder sus carencias atrás. Mientras, en ataque, se regalaban a sus destellos sin tener que depender de él para generar cada jugada. Edwards y él habían tenido sus roces cuando Towns aún ejercía de mentor, pero, una vez de igual a igual, la química de la pareja rompía la cuarta pared cada vez que se sentaban en rueda de prensa. 

En ese punto llega el traspaso y, acostumbrado a las metamorfosis, Towns se vio obligado a acometer una más. El plan de Tom Thibodeau y Leon Rose era que el poder defensivo de Josh Hart, Anunoby y Mikal Bridges diese para tapar las debilidades de las dos estrellas. La cosa no salió según lo esperado y la idea de juego tuvo que virar rápidamente a lo ofensivo con Towns como eje ante el mal inicio de campaña de Jalen Brunson. 

Hasta finales de noviembre, el pívot no solo fue el mayor anotador del equipo, también el alimentador de todo cuanto le rodeaba. Ya fuese recibiendo en su característica continuación hacia afuera en cabecera o en situaciones de poste, KAT alcanzó una madurez desconocida en la gestión del juego desde el pase, nutriendo los movimientos sin balón de todos. 

Esa versión como HUB ofensivo fue diluyéndose con la recuperación del mejor Brunson. Volviendo a un sistema mucho más tradicional de pick-and-roll, aclarado y cinco abiertos. Sorprendentemente, la pareja Towns-Brunson no ha sido la más explotada por el ataque de Nueva York. El base ha repartido más asistencias a Josh Hart (98) y Mikal Bridges (126) que al interior dominicano. Tampoco desde el bloqueo directo, donde solo han protagonizado 2,8 acciones por noche. Menos que las 3 que KAT ha finalizado desde el poste durante la temporada regular. Los 4,5 triples intentados de promedio a partir de octubre son su cifra más baja de lanzamientos desde su tercera temporada en la liga. 

Esto se ha visto perfectamente en playoffs, donde Towns ha sido utilizado en ataque según el contexto (y lo que le permitiesen sus problemas de faltas). Pero sobre todo, como plan secundario al que acudir para aliviar la carga sobre Brunson. Mayormente en situaciones de bully ball jugando de cara (vs Tobias Harris) o desde recepciones al poste (vs Horford). De las licencias creativas de inicios de temporada queda poco (1,1 asistencias de promedio), pero su puntualidad ha sido clave.

Randle era más que un encaje salarial

Y aquí precisamente confluyen de nuevo él y Julius Randle. La memoria deportiva, siempre volátil, ha corrido a olvidar que el ala-pívot ya comenzó la conversión que hoy vemos florecer en suelo neoyorquino. Hasta su lesión a finales de enero de 2024, los Knicks volaban con un Randle importante en ataque pero claramente a la sombra de Brunson. Centrado en defensa como nunca antes y ejerciendo su poder ofensivo de forma controlada. Aunque, revisando sus cifras de uso y pérdidas (ambas en máximos de carrera), es lógico que existiese el miedo a que sus excesos le devorasen en la parte crucial de la temporada. 

Es curioso cómo funcionan las jerarquías dentro de grupos humanos colmados de talento élite. Randle aterrizó en Nueva York como cara visible del reflote de la franquicia y héroe inesperado. Siendo el líder del regreso a playoffs siete años después. Y, aunque la llegada e irrupción de Brunson le apartasen forzosamente a un lado, los galones y responsabilidad autopercibida seguían ahí. Por eso (y por un asunto de carácter) Towns ha sido más moldeable desde el inicio y lo mismo ha sucedido en Minnesota con JR. 

Chris Finch, que ya había convivido con Randle como asistente de los Pelicans, cuenta que fue él quien tuvo que decirle al ala-pívot que fuese más protagonista en ataque. Que él, al llegar a un equipo que venía de hacer finales de conferencia con un líder tan asertivo como Anthony Edwards, “solo quería encajar”. Obviamente, su llegada a Minnesota era un tema más salarial que deportivo. Algo que nunca debería ser óbice para tratar de alcanzar la mejor versión del proyecto cada año con las piezas dadas. Cosa que ha ocurrido. 

Este año Randle ha tenido su porcentaje de uso más bajo desde la etapa laker (2014-2018), su curso más eficiente en el tiro desde que abandonó New Orleans (2019) y la mejor temporada de su carrera en la relación asistencias/pérdidas. Pero, curiosamente, las cosas no empezaron a encajar hasta que el interior sufrió una lesión gracias a la cual Naz Reid y Donte DiVincenzo pudieron dar un paso adelante dinamizando el juego de los Timberwolves. 

Volver a ser Randle sin ser demasiado Randle

Randle estaba obsesionado por ser el nexo del equipo, pero hasta ese momento no había dos partes que enlazar. Ver aquella pequeña revolución desde fuera le ayudó a reconfigurar su rol una vez volviese a estar disponible. A su regreso, el equipo empezó a funcionar hasta conformar el aspirante que han destapado estos playoffs. 

Y si en aquella racha de regular Randle se mostró mayormente como conector, la postemporada le iba a exigir ser un poco más ‘él mismo’. Hasta ver ante Lakers y Warriors a la versión soñada del interior. Capaz de iniciar el ataque para el resto y castigar desde el aclarado con sus percusiones al aro y el tiro tras bote; pero también de conectar al resto con decisiones rápidas, ser consistente en el catch-and-shoot (35% en estos playoffs desde el triple) y convertirse en una navaja suiza con la que sacar tajada de cada emparejamiento y rol que se le quiera dar. Unir todo esto con su versión más eficiente y poder verle como roller para buscarle las cosquillas a Kevon Looney es la definición de best case scenario con Randle. 

Los números no siempre explican la realidad, pero en su caso son bastante precisos: 

Tú a Minnesota y yo a Nueva York
Estadísticas de Julius Randle en playoffs antes y después de esta temporada. (TS%: True Shooting, medición que suma tiros de dos, tres y libres para calcular su eficiencia)

Como si el destino lo hubiese escrito, los casos de Randle y Towns encuentran cuantos paralelismos se quieran buscar. Y la evolución del uno no se entiende sin atender a las vivencias pasadas del otro. Siendo por jerarquía y encaje Towns lo mejor que se esperaba de Randle en Nueva York y Randle lo mejor que aguardar de Towns en Minnesota. Hoy dan comienzo las finales de conferencia con su nexo como protagonista. Si la NBA está tan guionizada como parece, ya sabemos las finales que aguardan.

(Fotografía de portada de Bruce Kluckhohn-Imagn)

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