Cuatro meses después de aquel Game 7 que coronó a OKC como campeón, la NBA está de vuelta. Cuatro meses de espera, de ansias y de cábalas que generan en cada aficionado una enorme sed de baloncesto y un cúmulo de expectativas inmensas con respecto a lo que se viene en la próxima, desde hoy actual, temporada. Expectativas que, no obstante, no por grandes son irreales. Porque esto es la NBA. Y aquí no hay un día que no valga la pena.
La liga había programado un primer encuentro prometedor, y tanto los Oklahoma City Thunder como los Houston Rockets estuvieron a la altura. Los primeros, deseosos de iniciar el camino al repeat; los segundos, queriendo consolidarse como uno de los principales candidatos a evitarlo.
Los dos tenían marcado en rojo en el calendario este encuentro, y, tras un choque cargado de tensión y que necesitó dos prórrogas antes de caer del lado de OKC por 125-124, dieron el pistoletazo de salida al nuevo curso con todo un espectáculo.
Destinados a la agonía
Con sus habituales defensas agresivas y asfixiantes, ambos conjuntos dieron lugar a un choque con una anotación relativamente baja y distancias muy cortas. Con la única excepción del parcial de 0-6 de salida de la segunda mitad que colocó a los texanos 13 arriba, las diferencias fueron siempre mínimas y la sensación que reinaba era de que la cosa podía caer para cualquier lado. Sobre todo en un último cuarto que empezó a definir el caos que estaba por llegar.
Houston, de la mano de un Alperen Sengun dominante que se fue hasta los 39 puntos, trató de aferrarse como pudo a su ventaja mientras los Thunder, con Shai Gilgeous-Alexander emergiendo tras una discretísima primera mitad, iban recortando la brecha a cuentagotas. Un palmeo de Hartenstein, una canasta de Holmgren, un triple de Wallace. Cada vez un poco más cerca.
Hasta que Shai, desde su infalible media distancia, les dio su primera ventaja de la primera mitad con poco más de un minuto para el final.
Pero Houston no se arrugó, y tras una nueva canasta de Sengun que les devolvió el liderato y una buena defensa posterior llegaron a tener el partido en sus manos. Concretamente en las de Kevin Durant, que dispuso de dos tiros libres para poner el 102-105 a falta de 10 segundos, pero que, como colofón a un clutch en el que estuvo muy desaparecido, erró el primero de ellos, dejando a OKC a solo dos puntos de distancia.
Y pedirle a Shai que anote dos puntos es como pedirle al agua que moje. El base, imperturbable pese a la presencia de Amen Thompson, puso el empate con un tiro desde cinco metros y dio vida a los campeones en un final agónico que solo iba a ir a más.
SHAI SENDS IT TO OT ON OPENING NIGHT 🍿
— NBA (@NBA) October 22, 2025
104-104 ON NBC & PEACOCK.
WHAT. A. GAME. pic.twitter.com/ace9ZJdPiB
Sin tiempo muerto, sin faltas
Y es que más dramático pudo ser el final de la primera prórroga, en la que, después de que Sengun continuase con su exhibición anotadora y pusiera el empate a 115-115, Shai volvió a tener el último tiro, esta vez para ganar. Y aunque esta vez no consiguió convertirlo, la acción estuvo cerca de dar el triunfo a los locales de forma aún más rocambolesca.
Kevin Durant called a time-out with no timeouts remains but the refs ignored it.
— Hoops (@HoopMixOnly) October 22, 2025
Should have been a technical 👀 pic.twitter.com/OtTm1zfAoq
Y es que Durant, que cogió el rebote con algunos segundos aún en el crono, pidió tiempo muerto para poder avanzar el balón a campo rival y diseñar una jugada, un tiempo muerto que, sin embargo, los Rockets no tenían. No obstante, a pesar de que dicha petición debería haberse sancionado con una técnica, los árbitros optaron por tragarse el silbato. Quizás no lo vieron, quizás no querían decidir así un duelo tan brillante. Pero la cuestión es que el choque quedó abocado a la segunda prórroga.
En ella, sin embargo, los colegiados no estuvieron tan tímidos en la posesión decisiva, que también involucró a KD y Shai. En este caso, con Houston uno arriba, el alero se quedó defendiendo al base en un cara a cara generacional para los Thunder, firmando una defensa prácticamente perfecta… hasta que dejó de serlo. Cuando parecía que tenía al MVP encerrado y con el bote agotado, Durant cayó en una finta de tiro y mandó al canadiense a la línea de personal con la oportunidad de decidir el choque.
Y Shai, que de anotar tiros libres bajo presión sabe un rato, no perdonó. El triunfo se quedaba en el Paycom Center. Pero con un claro recordatorio de que habrá muchos y muy duros obstáculos en el camino hacia el segundo anillo.
(Fotografía de portada: Alonzo Adams-Imagn Images)