Cuando Dillon Brooks salió de los Memphis Grizzlies por la puerta de atrás, casi como un apestado, pocos podían prever la dinámica que jugador y franquicia seguirían a partir de ese punto. El alero firmó un muy buen contrato con los Houston Rockets, donde fue pieza clave de la resurrección de la franquicia. Aunque tuviese que salir para sumar a Kevin Durant, su huella allí es honda. Los Grizzlies, por otra parte, entraron en una espiral de mal fario y resultados de la que no salen y quizás no lo vuelvan a hacer sin remodelarlo todo.
Después de aquella infame serie de primera ronda ante Los Angeles Lakers en 2023, los Grizzlies airearon trapos sucios sobre Brooks. Alrededor de su actitud macarra y desempeño anárquico en pista. Con lo que se curaron en salud de no ofrecerle un nuevo contrato. Ahora, más de dos años después, el canadiense aún se la tiene guardada a Zach Kleiman y compañía.
Preguntado por cuándo fue la última vez que se sintió sin confianza, Brooks lo tiene claro. «Creo que la serie ante los Lakers. No podía tirar. El GM me decía que solo podía lanzar seis veces por partido», revela en Arizona Republic. «No me daban la confianza que necesitaba y podías sentir esa energía desde las oficinas y los entrenadores. Nunca de los jugadores, que quieren ganar».
Su versión en Memphis era la más díscola e inconsistente de carrera. Ese curso, de hecho, no llegó al 40% en tiros de campo lanzando 13 por noche. Pero lo visto en aquella serie, donde se quedó en 10 puntos con un 23% desde el triple, supuso tocar fondo.
Desde entonces, Brooks viene promediando 13,7 puntos con los mejores porcentajes de su etapa profesional: 37,7% desde el triple y un 52% en tiro de campo efectivo. Nada del otro mundo, pero muy positivo en un especialista defensivo como él. En lo que va de campaña con Phoenix, ahora mismo en puestos de playoffs, los números se disparan a los 20 puntos con 54% de tiro de campo efectivo y viene de anotar 32 ante Indiana.
(Fotografía de portada de Mark J. Rebilas-Imagn Images)





