C.J. McCollum, a por su «verdadero yo»

Envejecer es inevitable. Pero hay un jugador en los Wizards que todavía no está preparado para negarle al espejo su eterno reflejo. El mejor No-All-Star de la NBA.

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Por Enrique Bajo

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Nunca ha estado en un quinteto All-NBA. Nunca ha sido All-Star. Y nunca ha sido Sexto hombre porque lleva saliendo de inicio casi toda su carrera.

Solo ha recibido un premio individual de renombre desde que está en la liga. El de Jugador Más Mejorado. Se lo llevó en 2016, cuando pasó de suplente a titular y de anotar 6,8 a 20,8 puntos con porcentajes orbitando el 45-40-80.

Y exactamente ese mismo jugador, decimal arriba decimal abajo, es el que ha venido siendo C.J. McCollum desde entonces. Una montaña rusa sin un solo looping. Contención dopamínica… pero sin dejar de cumplir por el camino.

…Hasta este año en los Washington Wizards. El combo guard había normalizado un éxito muy poco común: promediar 20 puntos o más temporada tras temporada… hasta llegar a las diez consecutivas. Y aquí debajo el demoledor dato. Nadie lo ha hecho sin haber sido nominado a cambio, mínimo, con un All-Star Game.

Salvo C.J.

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Pues bien, ayer dio un importante paso hacia el undécimo chasco cuando todo apuntaba a que la cosa iba a quedarse en diez. Porque lo primero que hizo al unirse al peor equipo de la NBA… fue contagiarse.

Camino de ‘nuestro McCollum’

Sus dos primeros partidos con los Wizards fueron de banquillazo: 9 y 6 puntos con carros de 4 de 14 y 2 de 8. Pero quedó en un susto adaptativo. Los jumping jacks en frío de un jugador que ya ha cumplido los 34 años y necesita poner a tono el ralentí. Desde ahí, comenzó una irregular curva ascendente.

No para los Wizards, desde luego, que se han abonado a la derrota como James Bond al Vesper Martini. Pero McCollum, ente independiente, vuelve a recordar al de la pasada década, aunque para replicar esa media de hoja perenne, ese boxscore robótico, tenga pendiente por delante algunas exhibiciones que le permitan volver a cuadrarla.

Y eso hizo anoche… con victoria incluida. Si el 11 de noviembre requirió de una prórroga en Detroit para firmar su primera noche de más de 40 puntos con la casaca de los Wizards (42), se permitió el lujo de prescindir de ella ante los Atlanta Hawks en la pasada madrugada. Ahí solo necesitó una cosa: ‘finura Splash‘ desde el triple: 10 de 13.

Eso son 30 puntos. Dos más desde la personal (2 de 4) y otros catorce precedidos de su plasticidad habitual y sin alardes de potencia atlética. Como Brandon Ingram un día antes. Categoría smooth.

Intrascendencia colectiva; hazaña personal

Todo ello en lo que fue una paliza (de treinta perdían los Hawks a falta de cinco minutos) maquillada en el tramo final hasta el 132-113 definitivo, sobre el rojo estridente del parquet propio de la NBA Cup.

Ni los Wizards se acordarán de este triunfo al cierre del curso regular ni les servirá para clasificarse a la siguiente ronda de la Copa. Los Hawks, cuando se apriete la cosa por el play-in, tal vez sí terminen lamentando derrotas como esta.

Pero si de algo ha servido ha sido para que, con estos 46, McCollum pegue un empujón a su media, pasando de los 16,5 a los 18,2 puntos… y sus porcentajes vuelvan a otear lo que siempre fueron: los de un infravalorado 45-40-80.

(Fotografía de portada de Geoff Burke-Imagn Images)

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