A Houston le sobra lo que a los Lakers les falta

Los de Redick sucumben en un encuentro que expuso sus lagunas en defensa y rebote

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Por Aitor Darias

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Un Lakers vs Rockets es priori un duelo de opuestos. El Big 3 más talentoso en términos de puro talento ofensivo contra el equipo más correoso e incómodo. Pero esas dos visiones del baloncesto no son, o al menos no han sido esta noche, igualmente válidas. Porque Houston se ha encargado de reclamar su dominio sobre tierra angelina con un actuación arrolladora.

Los de Udoka han celebrado la Navidad con una aplastante victoria por 96-119 en un encuentro en el que han dominado de principio a fin. No está claro qué ponía en la lista de deseos de los Lakers; lo que sí está claro es que lo que han recibido es una lista con sus carencias baloncestísticas. Una que, curiosamente, se parece mucho a la lista de atributos en los que brillan los texanos.

Distintos niveles

48 minutos dan para muchos cambios de tendencia y de dinámica, por lo que los partidos de baloncesto son, por lo general, muy cambiantes. Pero esta vez no fue el caso. Bastaron apenas unos minutos para poder discernir cuál iba a ser la tónica del encuentro, y aunque Redick hizo algunos intentos de revertirla estos fueron más bien tímidos y estériles. Porque si en algo son expertos estos Rockets es en hacer que todo se decida según sus términos y ser los mejores en ese juego.

En toda una declaración de intenciones, Houston anotó su primera canasta tras rebote ofensivo y forzó una pérdida local en su primera defensa. Quien quiera ver un resumen híper breve de lo ocurrido en el Crypto Arena, quizás se baste con esos 50 segundos. Los de Udoka se hicieron fuertes a base de dominar de forma aplastante los tableros y de impedir que los Lakers se encontraran a sí mismos en ataque, y con esas dos sencillas pero eficaces fortalezas fueron construyendo una ventaja que se iba haciendo cada vez mayor.

No demasiado en la primera mitad, en la que gracias a un tramo en el que Vanderbilt y Smart equilibraron ligeramente la balanza en lo físico la cosa no fue a mayores, pero sí en la segunda, que fue un paseo militar. Una salida en tromba de vestuarios puso a Houston 23 arriba (58-81) y desde entonces no hubo ni amago de remontada. No puede haberlo cuando un equipo se impone en el rebote por 31-56 y tiene vía libre a la pintura cuando quiere. Cuando eso ocurre, es como si solo hubiera uno en pista.

Llegó un momento de la segunda mitad en la que los Lakers presumían de un 50% de acierto en tiros de campo y sin embargo estaban 21 abajo. Las pérdidas por un lado y la endeblez defensiva, dividida en incapacidad para frenar las internadas rivales al aro y para cerrar el rebote, eran las causas evidentes. Ante unos Rockets que arrasaron en la batalla de las posesiones, de nada servía tanto acierto. Menos aún cuando el suyo era incluso superior.

Un poeta entre obreros

Porque Houston no fue solo trabajo duro y pelea. En medio de la lucha continua de Steven Adams en la pintura y de la pegajosa defensa de Tari Eason a Doncic, Kevin Durant emergía como ese verso libre capaz de sumar puntos al marcador sin aparente esfuerzo. Como esa máquina de anotar que demostraba que, incluso si parten de una filosofía muy distinta, los de Udoka sí tienen esa anotación compulsiva de la que presumen los Lakers. Y eso terminó de desnivelar el encuentro.

Y es que los visitantes pasaron por tramos de atasco en los que las cosas no salían, pero estos nunca eran un problema en tanto que los angelinos no podían abrir casi ningún parcial y que si lo hacía ahí estaba KD para cerrarlo. Junto a Amen Thompson, que a base de atacar la pintura expuso también las vergüenzas locales, sostuvo la ofensiva de unos Rockets que, tras una racha un tanto regular, necesitaban una noche como esta.

Una que demuestra que sí tienen lo que hace falta para despegar.

(Fotografía de portada: Gary A. Vasquez-Imagn Images)

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