Los Detroit Pistons han dado en su visita a Los Ángeles una lección de lo que los hace tan peligrosos como equipo. Una defensa agresiva que fuerza numerosos errores, una velocidad en transición que penaliza cada despiste, una agresividad atacando la pintura que es una fuente inagotable de puntos. Virtudes que son precisamente las que más daño hacen a los Lakers y que han conducido de forma casi inevitable al triunfo de los de Michigan por un aplastante 106-128.
Los angelinos vienen de varias semanas en las que el diseño del equipo está empezando a ser puesto en duda, y la segunda parte de esta madrugada es un nuevo argumento para ello si no el principal. Porque cuando los Pistons apretaron, no estuvieron ni cerca de poder aguantarles el ritmo. Había un equipo jugando como si le fuese la vida en ello y otro que a ratos no podía ni marcar una jugada al verse absolutamente sobrepasado en el plano físico.
Porque la diferencia estuvo ahí. No a nivel de talento o de sistemas, sino de capacidad atlética, de agresividad, de mordida. Detroit apabulló a los Lakers en este aspecto, empezando con una presión muy agresiva sobre balón con la que restarles segundos de posesión y generar malas decisiones y siguiendo con una enorme agresividad en líneas de pase para provocar un sinfín de pérdidas. Lo cual, después de que los de Redick se aferraran al choque durante dos cuartos y medio, lo rompió en un par de posesiones.
Trabajo del banquillo
Esta fue una labor que recayó sobre la segunda unidad, que expuso otro de los problemas de los locales como es la profundidad. Con un banquillo que sumó mucho más y una rotación más larga, los Pistons llegaron más enteros al tramo final, y ahí la frescura de los suplentes les dio una marcha que los Lakers no tenían.
La agresividad de Holland y Green, la chispa de Sasser o la dureza de Stewart se iban imponiendo ante un rival que acudía a Doncic como quien tira un céntimo a la fuente esperando que algo suceda. Y con el esloveno cada vez más desbordado por una defensa que lo fue drenando poco a poco, cada vez sucedían menos cosas. O mejor dicho, cada vez sucedían más las cosas que los de Michigan querían.
Pero no solo de físico vivieron los de Bickerstaff, que tampoco se quedan atrás en términos de talento puro y que, cuando el choque se movió a un ritmo más pausado, encontraron un perfecto director en Cunningham. Sus 27 puntos y 11 asistencias le hicieron llevar el ritmo gracias a su capacidad para abrirse camino hacia la pintura, donde en general los visitantes tuvieron vía libre y donde hicieron casi todo el daño. Y si dejas a Cade llegar hasta allí, puedes prepararte para sacar de fondo.
Detroit's MotorCADE shined in DET's W over LAL!
— NBA (@NBA) December 31, 2025
27 PTS I 11 AST I 12-19 FGM pic.twitter.com/52Vxa85Ojy
En los Lakers, por su parte, fue Luka quien, con 30 tantos y 11 asistencias, trató de comandar al equipo, pero lo hizo con menos eficiencia (9/22), más pérdidas (8) y una menor capacidad para imponerse cuando la defensa empezó a apretar. Cierto es que no estaba Austin Reaves a su lado para aliviarle algo la carga y para castigar la excesiva fijación de Detroit en él, pero tampoco es como si lo que se vio esta madrugada no se hubiera visto en otras en las que el escolta estaba presente.
Y lo peligroso para los angelinos es eso. Que los Pistons, lejos de aprovechar un problema puntual, expusieron un problema sistémico. Uno que tal vez solo tenga arreglo en el mercado de traspasos.
(Fotografía de portada: Gary A. Vasquez-Imagn Images)





