2017, el año más emocional de los Celtics

No es fácil esto de agujerear la historia de la franquicia más laureada de la NBA, los Celtics de Boston, para encontrar un resquicio en forma de adjetivo. Los han tenido todos a lo largo de los años. Sin embargo, lo alucinante de este 2017 que estos días finaliza es que es una vuelta de tuerca que a muchos aficionados verdes les ha volcado los sentimientos en una coctelera y se los ha servido en una copa de balón para degustar con mucho hielo y en un taburete de los incómodos.

Huiremos, por tanto, de calificarlo como el «mejor». Sería irresponsable porque, para empezar, no han ganado el campeonato. Pero dejarlo en «especial» o «destacado» sería quedarse bastante corto.

En las siguientes líneas haremos un repaso cronológico en contexto de todo lo que ha supuesto 2017 para los Celtics: un carrusel de emociones.

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23 de febrero. Es el día en el que finaliza el periodo de traspasos de este año y el teléfono de Danny Ainge, figura como jugador e intento de ello como presidente, echa humo. Muchos aficionados le piden un esfuerzo más en forma de estrella para completar el proyecto. Aparecen en las quinielas Marc Gasol y Anthony Davis, pero quienes realmente están cerca —como luego se supo— son Jimmy Butler y Paul George. Pero Ainge supo frenar a tiempo su ímpetu, puso los pies en la tierra y llegó a la conclusión de que algo así iba a hacer más mal que bien a la larga. La estructura del equipo de Stevens era férrea y alterarla en exceso para intentar asaltar ya el campeonato hubiera convertido eso en un intento a la desesperada y no en el movimiento que se lleva ejecutando con mimo desde hace cuatro años.

12 de abril. Se acababa la fase regular de la temporada y había noticia en Massachusetts: eran los ganadores de la Conferencia Este. Lo lograban por primera vez desde 2008, que se corresponde con el último año en el que se enfundaron un anillo en los dedos. 53 victorias y 29 derrotas se lo permitían. Era la señal de que, pasara luego lo que pasara con los demás rivales de la conferencia, ahí había un germen para pensar en grande. Y se sigue demostrando que lo hay, hay proyecto.

16 de abril. Llegaba el gran escenario, los playoffs. Tenían que defender esa condición de número 1 del Este. Pero entonces ocurría algo que sacudiría a la plantilla ya de un modo personal, con el baloncesto aparcado a un lado a unas horas del debut en esa fase decisiva de la temporada. Isaiah Thomas perdía a su hermana Chyna en un accidente de tráfico el día 15 y el 16 salió al campo para lograr 33 puntos ante los Bulls, que se llevaron aquel primer encuentro. Impactantes fueron aquellas imágenes de Thomas llorando en el hombro de Avery Bradley durante la ronda de tiro previa a ese partido. En aquella eliminatoria les favoreció la lesión de Rajon Rondo, precisamente uno de sus grandes ex de la década, pero la carga de emotividad que tenía la situación personal de IT (luto, funeral, sueño y sentimientos a flor de piel) y cómo fue capaz no sólo de ser profesional sino de seguir siendo el líder forjaron aún más ese espíritu de película en el que se convirtió este 2017 para ellos.

2 de mayo. Los Celtics estaban ya en las semifinales de conferencia. Su rival, ya convertido en archienemigo, era Washington Wizards. Y el fenómeno de ‘El Enano’, como le apodan cariñosamente algunos de los celtics iberoamericanos, se hacía más grande. En el primer partido habia perdido uno de los dientes al chocar contra el suelo, tras lo que los Celtics remontaron en otro partidazo y él se tuvo que ir rápidamente al dentista. Pero, pese al nuevo contratiempo, el partido del 2 —el 2º de la serie— estaba marcado en rojo para Isaiah Thomas: hubiese sido el cumpleaños de su hermana. No se le ocurrió mejor homenaje que llevar a la victoria a su equipo en un partido totalmente épico, con prórroga y mucho contacto físico, en el que el base completó su anotación más alta desde que está en la NBA: 53 puntos, 29 de ellos a partir del minuto 36. Isaiah arrastraba a todo fan de la NBA con su historia de continua superación.

16 de mayo. Era lo que estaba destinado. Por lo tétrico de aquel traspaso de 2013 que lo originó todo y por el sinsentido que son los Nets, con los que hicieron aquel cambio, a día de hoy. Pero había que asegurarlo mediante la lotería. Y así ocurrió: los Celtics tendrían la primera elección en el Draft 2017. El último gran punto de la reconstrucción. A partir de ahí, el camino se hace solo y las decisiones tienen mucho más peso.

25 de mayo. Tras pasar de ronda en el séptimo partido ante los Wizards, cuyos posos de superrivalidad quedaron en la escena, Boston accede a las finales de conferencia. La bestia negra se llamaba LeBron James. En el 2º encuentro, el que supone la segunda derrota en casa de los Celtics, la cadera de Isaiah Thomas dice basta. A día de hoy, medio año después, sigue de baja por esa razón. Aquello fue el golpe más fuerte, los de Stevens se veían ya sin ninguna opción. El tercer enfrentamiento supuso un oasis, un arranque de orgullo para decir que podían ganar también sin su estrella, la única victoria en la serie que les echó del camino. Pero quién diría que esos caminos se volverían a encontrar tan pronto…

18 de junio. La posición que Ainge quería reforzar, muy astutamente, era la de ala-pívot. Por eso fue brillante el movimiento previo al Draft que hizo con Philadelphia 76ers, el de traspasar la primera elección por la tercera para tener más opciones. El GM sabía que la camada estaba especialmente liderada por los bases. El día 22, el del acto en sí, los Sixers se llevaron a Markelle Fultz y los Celtics, a Jayson Tatum. Sería irresponsable hablar de que Tatum es mejor que Fultz sólo por el hecho de que la lesión del segundo ha imposibilitado toda comparación hasta el momento, pero lo que sí parece claro fue el nuevo acierto de Ainge al hacer ese movimiento. Tatum es lo que querían y está mejorando las expectativas.

4 de julio. Gordon Hayward era la pieza estelar que les faltaba. Iban a por una estrella al mercado de agentes libres y se toparon con él, que anunciaba por carta que dejaba Utah Jazz para comenzar una nueva etapa al lado de su querido y respetado Brad Stevens. Con él se podía modelar la plantilla definitiva, la que (esta vez sí) debía suponer una amenaza más que seria para los demás en la pelea por el título. Pero no todo es tan fácil.

23 de agosto. El mercado de verano futbolístico tocaba a su fin, pero la verdadera sorpresa de ese deadline iba a venir en el baloncesto. En la NBA, para ser más exactos. Y con los equipos que habían protagonizado esa serie final de la Conferencia Este. Kyrie Irving conseguía salir traspasado para ser el primera espada en los Celtics. Isaiah Thomas, después de todo lo ocurrido, salía con rumbo a los Cavaliers sin saber cuándo podría volver a jugar. Por el camino, Crowder y Bradley también abandonarían Boston en dos movimientos necesarios para hacer espacios a los dos fichajes estelares. El traspaso más sorprendente del verano —el cual tardó una semanás a meán completarse debido a las dudas físicas sobre Thomas— dejaba más incógnitas sin resolver que las que había antes y un recorrido apasionante para la temporada 2017/18.

17 de octubre. La nueva campaña comenzaba como ninguna otra, rota. Como la pierna izquierda de Gordon Hayward. A los cinco minutos de comenzar el nuevo proyecto el alero se hacía trizas en un salto en Cleveland y decía adiós a los que eran los primeros pasos de la ilusión de Boston. Nunca antes había ocurrido esto, un desbarajuste de esta magnitud en tan poco tiempo. Brad Stevens tenía que encarar la temporada en la que se le pediría el cielo sin el puntal que él había pedido expresamente, el que podía ser diferencial. Se espera que, por muy buena que sea la recuperación, no haga acto de presencia en cancha hasta la 2018/19. De nuevo, el suflé de la ilusión se volvía a bajar.

22 de noviembre. La conmoción por la lesión de Hayward les duró dos partidos, los dos primeros. Tras ellos, Irving agarró el timón y guió a los Celtics hacia otra dirección diferente: la de una racha de 16 victorias consecutivas. Boston dibujaba una sonrisa en las caras de los aficionados, también en la de un lesionado Hayward que se quitaba presión de encima. Sobresalían dos jóvenes, Jaylen Brown (segundo año) y Jayson Tatum (primer año), pero también otros como Smart o Horford. Sólo Miami Heat acabó con esta gran racha, pero los Celtics se colocaban como la primera opción del Este a tenor del mal comienzo de los Cavaliers.

25 de diciembre. Desde ese impulso de inicio de temporada, los Celtics han ido dudando más. Necesitan tomar aire, estaban demasiado a tope para llevar sólo dos meses de competición. Esa cruenta rivalidad que mantienen con los Wizards, más personal que profesional, llevó a John Wall a desearles sarcásticamente una feliz Navidad después de ganarles en el Garden en dicha fecha. Si bien es cierto que tres de los que más se involucraron en la confrontación ya no están (Crowder, Thomas y Olynyk), los playoffs 2018 podrían ser el próximo momento en el que vuelvan a saltar chispas entre los dos. Por lo pronto, esta derrota bajó a los Celtics de la parra, pero se volvieron a subir a ella tres días después, el 28, cuando culminaron una remontada histórica ante los tan complicados -y líderes de la NBA durante el último mes- Rockets. Encarando el próximo año natural en la parte alta de este valle.

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Son lo más fresco de la NBA en estos momentos. Casi todo lo que está ocurriendo en la NBA pasa por Boston en una época en la que el duopolio de Warriors y Cavaliers parece que lo abarca todo. Ninguno de los aficionados de los Celtics podrá decir que se aburrió con el 2017 de su equipo. Pero el entretenimiento no tiene sentido si no desemboca en ir a por el objetivo máximo ya en el momento decisivo de esta 2017/18: el campeonato.


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