Anthony Edwards, Rudy Gobert y el equilibrio interior de los Timberwolves

Los Minnesota Timberwolves todavía se hallan inmersos en el exigente desafío de juntar todas las piezas mientras el ecuador del curso asoma por el horizonte. A pesar de poseer un roster profundo compuesto por jugadores de un gran talento, el equipo dirigido por Chris Finch no ha sido capaz de exhibir ningún tipo de regularidad ni de ganar partidos de forma constante. De hecho, las últimas tres derrotas cosechadas les ha hecho caer fuera de los puestos de play-in con un balance negativo de 16-18.

No podemos pasar por alto a las lesiones como uno de los principales azotes de la primera mitad de temporada de los Timberwolves. Karl-Anthony Towns, Kyle Anderson, Austin Rivers, Taurean Prince, Jordan McLaughlin, Naz Reid y Bryn Forbes se han perdido un total de 86 partidos combinados. En consecuencia, Finch ha utilizado hasta 312 quintetos distintos en pista, cifra solo superada por nueve equipos: Thunder, Spurs, Bucks, Magic, Lakers, Nets, Warriors, Clippers y Raptors.

La ausencia de tantos jugadores de la rotación ha alimentado esta inconsistencia y la falta de oportunidades para que la química del equipo continúe construyéndose entre las piezas encargadas de tirar el carro. A su vez, lo que también ha provocado es acentuar las fortalezas y maximizar las carencias del sistema de los Timberwolves.

En mitad de todo este revuelo de ajustes y experimentos se halla Anthony Edwards. El escolta es, sin duda, la fuerza impulsora de la ofensiva del equipo y también el rostro que liderará al proyecto en el largo plazo. Sin embargo, hay ciertas situaciones en las que ha prosperado más que en otras, beneficiado de ser el único jugador –junto a Jaylen Nowell– que ha disputado todos los partidos del equipo. Es decir, ha estado presente en las buenas como en las malas.

Después de la adquisición de Rudy Gobert procedente de Salt Lake City durante la temporada baja, surgieron preguntas inmediatas y legítimas sobre cómo sería el encaje del internacional francés con otro hombre alto como lo es Karl-Anthony Towns. Por aquel entonces, tanto Finch como el propio Towns insistían en que no sería tan complicado lograr el ajuste. Sin embargo, aquel convencimiento ha dado paso a un mar de dudas pero dirigidas a la potabilidad de la pareja exterior respecto al empuje y la agresividad ofensiva de Edwards.


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