Apuntes sobre DeMar DeRozan y el ‘mid-range’

En la era del tiro exterior se ha asentado una serie de jugadores que se niegan a ceder por completo a la corriente actual para emerger como los últimos bastiones del supuesto recurso menos productivo del baloncesto: el mid-range.

Si bien ha copado los titulares durante los últimos días debido a sus dos triples sobre la bocina para tumbar a Indiana y Washington, DeMar DeRozan comprende uno de los casos actuales más característicos de jugador reincidente y fiable en la noble arte del tiro de media distancia.

Después de anotar seis de sus nueve intentos a canasta en estas situaciones –para un total de 29 puntos– en el triunfo sobre los Orlando Magic, DeRozan ha realizado 286 tiros desde media distancia en los 32 partidos que ha disputado hasta el momento. El siguiente en la lista es Kevin Durant, con 214 lanzamientos.

Fuente: NBA

De ellos ha anotado 135, lo que supone un acierto del 47,2%. Y aunque la brillante narrativa de los Chicago Bulls nos invite a pensar en cotas más altas, este registro tan solo supone el 12ª más alto entre todos aquellos jugadores con, al menos, 75 intentos a canasta. Este particular ranking lo lideran Seth Curry (58,5%, 77 aciertos en 131 intentos), LaMarcus Aldridge (56,3%, 71 en 126) y Kevin Durant (54,7%, 117 en 214).

Retomando el asunto que nos atañe, estos intentos comprenden un 45,7% del total de los tiros de DeRozan, quien lidera también la NBA en intentos globales de dos puntos, con 17,4 por encuentro. Por lo tanto, no es de extrañar tampoco que los Chicago Bulls encabecen la competición en tiros de media distancia (18,0) con el tercer mejor volumen de acierto (44,1%), detrás de Brooklyn Nets y Phoenix Suns, otros dos equipos con grandes especialistas en la materia.

Todo ello desencadena en un dato previsible que se nutre del propio visionado de los partidos y que refuerza la estadística avanzada: DeRozan es más efectivo atacando la pintura y desde el amplio abanico de posiciones que abarca el mid-range. Una zona en la que se siente como pez en el agua para realizar las lecturas correctas, imponerse a su par y detectar las mejores posiciones de tiro: supera el 50% de acierto en aquellos intentos con su defensor entre dos y cuatro pies de distancia —considerados como ajustados—, y tras realizar entre tres y seis dribles. No, el catch-and-shoot no es su estilo: no promedia ni un intento de dos puntos tras recepción directa.

Fuente: NBA Shot Charts
Fuente: StatMuse

Ahora bien, hay que situar estos datos en su contexto para otorgar un auténtico valor a las mismas. Si bien afirmaba antes que el porcentaje de acierto de DeRozan en el mid-range no es de los más destacados de la NBA, sí que ha seguido una línea claramente ascendente en los últimos años. Tan solo hay que compararlo con el de campañas anteriores para confirmar la gran evolución en su tiro.

  • Temporada 2014-15: 35,8% de acierto. 182 aciertos en 508 intentos.
  • Temporada 2015-16: 38,0%. 211 en 555.
  • Temporada 2016-17: 41,2%. 308 en 748.
  • Temporada 2017-18: 42,5%. 214 en 504.
  • Temporada 2018-19: 40,5%. 224 en 553.
  • Temporada 2019-20: 45,9%. 170 en 370.
  • Temporada 2020-21: 47,1%. 156 en 331.
  • Temporada 2021-22: 47,2%. 135 en 286.

Unos números que se amplifican a la hora de la verdad, en los denominados momentos del clutch. Entre todos aquellos jugadores con, al menos, 30 intentos totales de cara a canasta, el alero de los Bulls ocupa la segunda posición en puntos totales (72) y en acierto en tiros de campo (56,8%), la tercera en plus/minus (+34) y la cuarta en asistencias (10). Solo dos intentos han sido desde el triple. Ambos, diana. Como resultado, los de Billy Donovan han vencido en doce de los 18 partidos que se han decidido en los instantes finales.

Todo ello nos lleva a la misma afirmación: las posibilidades de victoria crecen de manera exponencial con DeRozan en pista. Otros dos datos más lo corroboran. Por un lado, la diferencia entre tener o no en pista al jugador es de 17,4 puntos por cada cien posesiones, de lejos el registro más alto de su extensa carrera. Y, por el otro, los Bulls presentan un récord de 15-3 cuando DeRozan es el máximo anotador de los Bulls. Un balance que cae hasta el 9-7 en el caso de Zach LaVine. Ambos artilleros aportan 53,2 puntos por partido a las arcas del equipo, una cifra que el dúo compuesto por Michael Jordan y Scottie Pippen nunca pudo alcanzar —su tope fueron los 51,2 tantos combinados del curso 1992-93—.

DeRozan es un importante catalizador del juego ofensivo de los Bulls dentro de un sistema inteligentemente construido desde las oficinas y dirigido por Donovan al frente del banquillo. Esta maquinaria exprime unas cualidades que el propio jugador había construido en Toronto y perfeccionado en San Antonio a las órdenes de Gregg Popovich, donde también se vio su versión más altruista.

Así, en Chicago vuelven a soñar con cotas altas gracias, entre otras cosas, a un jugador que presenta, a su vez, un hambre voraz de reivindicación y éxito.

(Fotografía de portada de Quinn Harris/Getty Images)


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