Boston Celtics contra el escrutinio permanente

Me cuesta recordar un campeón al que se le hayan buscado tantas cosquillas como a estos Boston Celtics. La semana pasada, tras terminar de comentar ...

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Por David Sánchez

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Me cuesta recordar un campeón al que se le hayan buscado tantas cosquillas como a estos Boston Celtics. La semana pasada, tras terminar de comentar el tercer partido de las series finales, JJ Redick redundó en un argumento certero como pocos a la hora de valorar la percepción que hemos tenido del equipo durante la temporada. “Seguimos juzgando (me incluyo) a los Celtics por sus actuaciones del pasado, y no por el baloncesto que están jugando aquí y ahora”, le contaba a un Jamal Crawford que no podía más que asentir para zanjar el tema. 

Los Boston Celtics de la 23-24 son un equipo histórico. Su 79% de victorias entre regular y playoffs supone el segundo mejor dato de la historia de la franquicia que el lunes recuperó su trono como la más laureada de siempre. Solo lo supera el 82% logrado por el equipo de la 85-86. Exacto. Uno de los considerados mejores conjuntos de la historia del baloncesto. 

El net rating de estos Celtics en temporada regular (ventaja sobre el oponente por cada cien posesiones) es el tercero más alto de todos los tiempos. Cifrado en 11,6 solo le superan los Bulls de la 96-97 (12) y de la 95-96 (13,4). Si hablamos de playoffs, sus datos en estas lides son idénticos a los de los Denver Nuggets campeones (8,7). Y otras muchas estadísticas avanzadas que quien lea habrá escuchado hasta la saciedad y que los colocan en el Olimpo de las escuadras más dominantes que existieron. 

Las dudas del aspirante

Es lógico que, cuando aparece un equipo que aspira durante un periodo prolongado al campeonato, se ponga el ojo en advertir puntos flacos. Con Nuggets era la defensa de Nikola Jokic, con Warriors la soledad de Stephen Curry según la noche, con Bucks el muro a Giannis y la producción ofensiva a media pista. Estigma este último que también afectó a la percepción de los Lakers. Sin embargo, ninguno de ellos tan dominante en la narrativa de los a posteriori campeones como las diferentes debilidades apostilladas con Boston a lo largo de los años. 

Los Celtics desembarcaron en la temporada con un caudal de juego inasumible. De pisar el acelerador y no mirar atrás. Sus victorias noche tras noche eran consecuencia de un aplastamiento a base de una generación de ventajas sin fin basado en tres pilares: amenaza total en el tiro exterior, capacidad creativa desde el bote y un circuito de pases depurado hasta el hastío. Pero cada equipo es hijo de un contexto particular y, en el caso de los Celtics los acompañaba aquello de las complicaciones con cierres apretados o no saber matar los encuentros. 

Problemas que afectaron a sus pocos puntos bajos de la temporada y que el equipo ha ido solucionando sin excesivos alardes. Un par de derrotas ante Denver en ese doloso clutch hicieron dictar sentencia: ya veremos en playoffs. Desde entonces parece que seguir el camino de los Boston Celtics ha consistido en aplazar el halago. Dejando siempre para mañana lo que se podría haber hecho ayer. Y así las victorias ante unos Miami Heat sin Jimmy Butler y unos Cleveland Cavaliers sin Donovan Mitchell o no tenían demasiado valor o eran poco impresionantes. Llegando a tachar de escaso a un equipo al que bastaban minutos sueltos aquí y allá para dejar el partido visto para sentencia. 

De cara a las finales de conferencia ante Indiana tocó que esos minutos llegasen las más de las veces en el tramo final de los encuentros para mandar a mejor vida los fantasmas con el cierre. Boston solo ha jugado seis encuentros en estos playoffs que hayan estado en cinco puntos de diferencia con cinco o menos minutos para finalizar el último cuarto. Los cuatro ante Pacers, y los partidos dos y tres ante Dallas Mavericks. Seis victorias y un absurdo net rating de 46,9 puntos. 

Los ‘Jays’: sospechosos habituales

Todos los prejuicios mencionados siempre van a caer en los mismos hombros. En aquellos de quienes hemos visto fallar tantas veces que cuesta convencer al subconsciente de que alguna vez fuesen a ganar. Basta con atender al aliento de remontada vivido entre el cuarto y el definitivo quinto encuentro. Rara vez un 3-1 precedido de un 3-0 recibe tantos artículos aludiendo a las posibilidades de virar el sino de la eliminatoria. Mucho menos viniendo de un trío de victorias de superioridad manifiesta tanto en momentos de abundancia como de pobreza. Ello se debe a las etiquetas que acompañan a Jayson Tatum y Jaylen Brown como representantes de un grupo para el que llegar a dos finales en tres años y seis finales de conferencia en ocho son más estigma que bondad. O si se quiere, debilidad ante los instantes cumbre de la temporada por encima de fortalezas que hasta allí los procuran año tras año. 

El último relato que ha apartado el foco de los Celtics como conjunto histórico es, curiosamente, enfrentar a los Jays a través de un artificial debate por discernir la supremacía de uno sobre otro. En este caso de Tatum sobre Brown y remozado por la idea de no hallar una superestrella entre los dos miembros del binomio. Y así pasa con estos Celtics, que se habla siempre de lo que no son en vez de su ineludible realidad presente. De la noche a la mañana, ya no cabe distinguir el crecimiento de Brown en los tres niveles de la anotación y la doma de su tendencia al caos. Tampoco aplaudir en Tatum su fase más altruista y consciente de sus capacidades y el entorno que le rodea. Ahora todo se limita a una discusión simplista en torno al nivel de cada uno que a su vez opaca la determinación defensiva de Derrick White y Jrue Holiday y cómo su comparecencia en ataque da forma a un circuito de pases tan profundo como aparentemente sencillo y oculto detrás del opulento volumen de triple que practican. 

Por todo ello, la paradójica sensación de que el futuro seguramente tienda a ponderar a estos Celtics por sus inabarcables números. Presentados del tirón en los primeros párrafos del texto. La rotundidad de las cifras y la acumulación de talento cuando uno acuda a ver la suma de presencias en el All-Star, All-NBA y All-Defense de este conjunto borrarán el rastro de cualquier dichoso asterisco. Aunque por el camino, en realidad ya lo hemos hecho, perdamos la infinitud de matices que hacen de los Boston Celtics 2023-24 un conjunto tremendamente especial.

(Fotografía de portada de Adam Glanzman/Getty Images)

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