Boston Celtics, el problema del talento por encima del espacio disponible

Distan bastante de ser el rodillo que ellos mismos (y todos nosotros) imaginaron antes de comenzar la temporada. Se sintieron encantados de conocerse demasiado pronto y prácticamente desde la primera tarde encontraron problemas estructurales. Ahora mismo, tras algún que otro martirio por el camino, la temporada de los Boston Celtics se encuentra en el momento más optimista: 2-0 en su eliminatoria ante Indiana y, aunque la lista de atributos corregibles es todavía oronda, Boston se acerca a la sensación de fiabilidad pocas veces despedida durante la temporada.

Por qué no decirlo, en este curso 2018-19 los Celtics han sido un equipo con trastorno de la personalidad múltiple. Capaces de ganar a cualquiera (en Oakland de 33, por ejemplo) y también de conceder el desastre en las plazas menos exigentes.

Eso nos condujo al pensamiento de que cualquier cosa podía ocurrir con Boston durante los playoffs. No nos llevaríamos (antes de empezar) las manos a la cabeza si cayesen en primera ronda ante los Pacers y tampoco si hubieran llegado a las finales de conferencia desbancando a Milwaukee de la lucha. Algunas veces brillantes, otras (más) disfuncionales, estos Celtics han sido muy difíciles de descifrar durante todo el ejercicio.

Y para explicar eso, el trastorno que les llevó a ‘solo’ 49 victorias y el cuarto puesto del Este cuando se esperaba mucho más de ellos, una de sus taras ha sido que la cantidad de talento existente estuvo muy por encima del espacio disponible en la plantilla. De ese modo desmenuzaba Chris Mannix en un artículo para Sports Illustrated, este martes, parte de los problemas verdes durante toda la campaña: no había sitio para que todo el mundo destacase como pretendía hacerlo.

Roles simplificados

Jaylen Brown catalogó la situación de los Celtics como «tóxica» durante algunas partes de la temporada por tal motivo. Y todos los problemas apuntaban al mismo origen. «Sabíamos que iba a ser todo un desafío pedir a los jugadores tener roles menores de lo que acostumbraban o esperaban en muchos casos. Incluso si mantenías el puesto de titular, tendrías menos oportunidades. Eso es realmente difícil y desde muy pronto en la temporada vimos que iba a ser complicado», podía recordar Brad Stevens, técnico del conjunto de Massachusetts, de su parecer a comienzos de la temporada. No le faltaba pizca de razón.

El ingenio por encima del espacio edificable ha sido el gran lastre de Boston durante toda la temporada. Los jugadores no estaban acostumbrados a simplificar sus cualidades individuales y por ahí cogían cuerpo muchas de las desconexiones.

Objetivos individuales

Kyrie Irving, Jayson Tatum, Al Horford, Marcus Morris, Terry Rozier, Gordon Hayward, Jaylen Brown, Marcus Smart… Comando de etiqueta obligado a reciclarse para poder ganar partidos como equipo. Y hasta que todos lo entendieron…

«Parecía que todo el mundo estaba jugando por objetivos individuales. Creo que era bastante evidente», pensó Danny Ainge, presidente de operaciones, tras presenciar un encuentro de pretemporada en el que, ganando al descanso, los Celtics terminaron cayendo antes los Hornets.

Los jugadores no eran ajenos a esta preocupación, claro. «Todos éramos un poco escépticos sobre cómo funcionaría este equipo. Muchos jugadores están en la etapa de desarrollo de sus carreras. Quieren continuar progresando individualmente. Tenemos muchos tíos con talento. Es muy difícil darles a todos el balón», resumía Marcus Smart como sentir general en el vestuario.

De ese modo y arrastrando falta de acoplamiento toda la temporada pese a un cartel inmejorable y no pocos ajustes (Brown y Hayward al banquillo, Smart titular, cambios interiores…), los Celtics se arrastraron hasta la primera ronda de playoffs. En ella, no sin todavía falta de coordinación, son junto a Portland, Houston y Milwaukee los únicos en insertar un 2-0 en su eliminatoria.

Cuando falta Smart

El acople dista mucho de ser perfecto. Sin ir más lejos, sin Kyrie Irving y su trance en el tramo decisivo del Game 2, quizá se habrían accionado todas las alarmas. Pero la temporada de Boston pinta de la mejor manera en el momento más importante.

Y es curioso que eso ha vuelto a ocurrir cuando una pieza importante del equipo no puede actuar por necesidad. Recordemos que Marcus Smart está lesionado (músculos oblicuos) y no volvería hasta una hipotética final del Este.

«Siempre cuando alguien estaba fuera, jugábamos mejor», podía reconocer Brad Stevens. Y no es casualidad. Con el espacio y los tiros disponibles tan caros en la rotación con todo el mundo sano, cuando alguien desaparece de ella el resto puede rendir con mayor comodidad de acuerdo a sus destrezas individuales. Hay más tiros y minutos disponibles, hay más lugar para enseñar las plumas.

Algo parecido ocurrió ya el año pasado, cuando la terrible lesión de Hayward en el estreno amplió las puertas del quinteto a Tatum y Jaylen Brown; y también cuando en playoffs Rozier promedió 17 puntos como base titular tras la lesión de Irving. Curioso que cuando alguien importante falta, el equipo rinde mejor porque algunos jugadores con capacidad para hacerlo dan un paso adelante. Antes (Rozier es el ejemplo perfecto) no lo hacen simplemente porque no hay hueco suficiente.

A propósito de Irving, sus 37 puntos y aparición estelar el miércoles fueron la mejor manera de corroborar que está más sincronizado con cuál ha de ser su papel en la plantilla y en el momento en el que está el equipo: no solo guía en la cancha sino también es la antorcha espiritual y de vestuario, función que no desplegó de la mejor manera durante la temporada.

Capaces de todo

«Durante la temporada mostrábamos algunos flashes, pero luego no volvíamos a ser lo mismo. Pero ahora, estamos empezando a descifrar eso como equipo. Estamos jugando bien. Aún creo que podemos hacer esto juntos», puede resumir Al Horford de unos Celtics que han ganado ocho de los últimos diez partidos (dos de playoffs) disputados y pueden encontrarse en el mejor momento de la temporada. Justo a tiempo, tal como decía su líder, Kyrie Irving: «No importa una m** la temporada regular, yo estoy aquí para jugar la parte importante».

Insisto aquí: son un equipo difícilmente descifrable y capaz tanto de llegar a las finales de conferencia como de que Indiana le remonte la primera ronda. Ahora parecen más cerca de lo primero, y ese puede ser su gran avance, pues en enero pensar en grande era utopía absoluta. Atributos tienen para luchar hasta para llegar a las Finales… siempre que sepan cómo deben ordenarlo todo.

Boston, el insólito caso de poder protagonizar cualquier destino en la temporada y de ser mejor equipo cuando se lesiona un jugador importante.

(Fotografía de portada: Maddie Meyer/Getty Images)


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