Hagamos el ejercicio de imaginar quién sería el acompañante ideal de Luka Doncic. Como interior, el impacto de Dereck Lively otorga las suficientes pistas para entender qué perfil encaja mejor con el esloveno. La defensa del aro, la dureza en los bloqueos y la amenaza vertical son innegociables; el tiro exterior y saber resolver situaciones en la pintura, cualidades que redondearían el fit. De ahí que sea tan doloroso ver a Porzingis rendir al nivel que lo está haciendo en Boston. En este molde caería de pie Anthony Davis, a quien en los Lakers le suele faltar quien alimente su poderío en la zona.
A lo largo y ancho de la NBA, cada vez es más normal que jugadores con cuerpo de exterior acaben ocupando el presunto espacio de los aleros. Es entre el ‘dos’, el ‘tres’ y el ‘cuatro’ donde las ya inexistentes posiciones más se diluyen. Y así vemos que los Celtics no sabrían discernir a ciencia cierta qué demarcación ocupan White, Tatum, Brown y, apurando un poco más, Holiday. Precisamente es Jrue podría servir como ejemplo de acompañante predilecto para Doncic.
Plantear la pareja entre un Klay Thompson en apogeo y el base de los Mavericks responde a una hipótesis de simbiosis perfecta. Pero quizás no haya ahora mismo en la liga un jugador que aúne la autosuficiencia de Holiday con su disposición (y buen hacer) a ocupar un segundo plano que le empuje a la ejecución y el trabajo sucio en ambos lados de la cancha.
¿Y qué hay en casa?
Una vez puesto esto sobre la mesa, y salvando las distancias, repasar el roster de Dallas arroja un nombre claro en estas competencias. Dante Exum salió de la NBA con un único propósito: encontrar un hueco en el que cree a pies juntillas es su lugar en el mundo. Lastrada por las lesiones, su carrera nunca encontró la continuidad suficiente siquiera para descubrir qué jugador era. Llegado a la NBA como un base atlético y vertical que proyectar en la figura de Russell Westbrook, quedó pronto relegado al papel de especialista defensivo y despojado de casi cualquier peso ofensivo. Es decir, empujado lejos del balón.
Barcelona y Jasickevicius sirvieron al australiano para volver a sentirse jugador. Con capacidades atléticas, tesón y cierta pericia defensiva sobra para ganarse al técnico lituano. Pero Exum terminó aquella temporada sintiendo que estaba para más, y fue a buscar la sombra que más cobija en Europa. “Gracias a Partizán estoy de regreso”, le contaba a Sergio Rabinal (The Sporting News) en octubre aprovechando su visita a España. Y claro, Zeljko Obradovich. El mítico técnico vio en el australiano cosas que ni siquiera él podía ver, y tan pronto empezó a rodar le arrojó a la posición de base y puso al equipo en sus manos. Exum fue el orden para que Punter pudiese ser el caos.
De vuelta a ‘su hogar’
Esa valiosísima experiencia como director de un equipo de la élite europea es lo que le hace un accesorio potencialmente ideal en Dallas. Ahora mismo promedia tan sólo 15 minutos y apenas cinco lanzamientos a canasta por encuentro. Pero en sus últimos cinco partidos (cuatro como titular) esos promedios suben a 29 minutos y casi diez tiros que se traducen en 16,4 puntos, 5,2 asistencias y 4,2 rebotes. Además de estar siendo la punta de lanza defensiva que los Mavs tanto necesitaban sobre el manejador rival.
A menudo, con jugadores que absorben tanto juego como Luka, se tiende a pensar que rodearle con especialistas unidimensionales es suficiente. Pero la realidad es que, cuantas más cosas puedan hacer los jugadores que le rodean, mejor. Sobre todo, porque la mayoría de noches Doncic vive entre constantes dobles ayudas que a menudo le obligan a soltar el balón apenas pasa la línea divisoria.
Exum es un alivio off-ball porque sabe qué hacer cuando el balón llega a sus manos, pudiendo hacer las veces de generador secundario a través del catch and go o secuencias de rizo sobre bloqueo indirecto. Su primer paso a sistema roto se está demostrando un arma eficaz para terminar de rajar defensas y otorgarle a Luka e Irving una opción horizontal para terminar encontrando a un tercer hombre o resolver él mismo. Además, un punto de incalculable valor, y ya casi imprescindible para un exterior, es la habilidad bloqueadora de la cual le dota su corpulencia.
Dos aussies son multitud
En este punto, se hace inevitable la comparación con otro jugador australiano de los Mavs que algún día pareció poder convertirse en el complemento perfecto para Luka Doncic. Desde que llegase a la liga en 2020, Josh Green ha ido escalando hasta ser uno de los hombres de confianza de Jason kidd. Sobre el papel, el alero tiene todo lo que anteriormente se ha puesto en valor con Exum: desahogo en la generación, lectura de situaciones sin balón, versatilidad defensiva y pantallas duras para un exterior. Además, le suma un acierto en el tiro y una sensibilidad en las recepciones tras continuación de las que su compatriota adolece. Simplemente, no transmite la sensación de consistencia que emana Exum en los ratos (cada vez más extensos) que ha jugado.
Esto no quiere decir que Green no sea un buen jugador ni que no pueda alcanzar el rendimiento que por momentos (viene del mejor curso de su carrera) ha insinuado. Sólo que ahora mismo Exum es un evidente mejor defensor y su verticalidad le está sentando mejor a Dallas que el mayor abanico ofensivo que potencialmente puede ofrecer Green. En retrospectiva, cobra mayor lógica que en Australia el que partía cerca del esférico fuese Dante y Josh quedase como poco más que un tirador a pies parados.
El triple ¿realidad o espejismo?
La brecha abierta con Green, más sensitiva que numérica, es mayor si atendemos al acierto exterior que Exum ha mostrado en la última semana de competición. En los 16 primeros encuentros, el australiano apenas promediaba más de un intento triple por encuentro con un 23% de acierto. Pero , desde su salto a la titularidad, sus intentos se han incrementado hasta los cinco por noche. Su partido contra Lakers (7/9) es una excepción y el 55% que promedia en estos cuatro partidos insostenible.
De hecho, ni siquiera necesita ser mortífero desde el perímetro para seguir teniendo el impacto que está teniendo. Según Cleaning the Glass, los Mavs son 17 puntos mejores que el rival por cada cien posesiones con él en cancha y dos puntos peor en su ausencia. Ahora bien, Exum nunca ha estado en un contexto que incentive y proporcione más tiros abiertos de los que puede gozar ahora. Y no sería el primer jugador que descubre que, aumentando el volumen de tiro, los porcentajes pueden estabilizarse. Durante su carrera apenas sobrepasa el 31%, pero tampoco ha tenido continuidad para asentar sus cifras y superar el 35% que firmó en su corta estancia en Cleveland parece más que viable. Es más, con Partizán promedió un 39% en 2,8 intentos el curso pasado en Euroliga.
En realidad, aunque sea el momento de centrarse en Exum por lo visto en los últimos partidos de los Mavericks, lo cierto es que Luka cuenta con más perfiles cercanos a lo que imaginamos serían ‘complementos perfectos’ que nunca. Evidentemente, a la plantilla le falta profundidad, tamaño en las alas, un interior que pueda sustituir a Lively con ciertas garantías y, en general, talento. Pero el manto de Doncic y las sinergias que comienza a tejer con Irving (antes de la lesión del base puso nueve bloqueos sobre el esloveno ante los Rockets, máximo desde que comparten equipo), de momento tapan carencias para que no sólo no se preocupen por el techo techo, sino que disfruten de experimentar cierta evolución.
(Fotografía de portada de Tim Heitman/Getty Images)