Clippers: el mejor equipo de Los Angeles

Se podría decir que el otro equipo de Los Angeles, el que no sacudió a la NBA con un blockbuster deal el pasado verano, el que no despidió a su entrenador tras tan solo los primeros cinco partidos de la presente temporada y el que, generalmente, no actúa bajo los focos de los mass media mundiales, es, en realidad, el que merece la pena ver.

Y sería verdad.

Los Lakers son el paradigma del coleccionismo de talento, seguimiento, titulares y, a menudo, campeonatos. Pero verles jugar, quizá a excepción de estos dos últimos episodios con Bernie Bickerstaff y a la espera de lo que sea capaz de ofrecernos Mike D’Antoni, requiere de cierto esfuerzo.

Sintoniza, sin embargo, con un partido de los Clippers, y nunca sabrás lo que te vas a encontrar. Sí sabrás, en cambio, que te vas a divertir.

Jamal Crawford está en el camino de recopilar un DVD con los defensas a los que ya ha ridiculizado (haciendo caer a Rudy Gay, volviendo loco a Metta World Peace e incluso riéndose de Nando De Colo). Cuando DeAndre Jordan machacó el aro tras rebote ofensivo hace unos días contra los Lakers, saltó tan alto que su pie tocó la red de la canasta antes de que el jugador empezara a caer. Eric Bledsoe, por su parte, se citó en el aire nada menos que con un Dwayne Wade en carrera para colocar el tapón de lo que llevamos de temporada. Y cada día que pasa queda un día menos para que llegue el mate del año de Blake Griffin (como el de hace dos temporadas a Mozgov o el del año pasado a Perkins) que va más allá del propio highlight para acabar en el diseño de alguna camiseta a la venta en la NBA Store.

Por todo ello, también, Los Angeles Clippers todavía parecen sospechosamente un equipo con más estilo que substancia. Y eso, a pesar de, no tan solo tener sin discusión la plantilla más profunda de la Liga (con seis jugadores por encima de los diez puntos de media por partido refrendándolo), sino de haber ganado ya a los propios Lakers, Memphis, San Antonio (dos veces), Miami o Chicago, dando sin duda legitimidad a ser incluidos entre la lista de aspirantes reales al anillo.

Viéndolos jugar, cabe preguntarse cómo llegarán entrada ya la primavera, especialmente cuando la pelota está en manos de un Crawford que, aún siendo el sexto hombre del equipo, lidera a los Clippers en anotación con 19,7 puntos por noche, tirando a canasta casi 13 veces por partido y anotando casi el 50% de ellas.

Pues el juego de Jamal Crawford es idóneo para el baloncesto, pero para el baloncesto de Rucker Park, y ya se ha visto en él alguna toma de decisiones perjudicial para su equipo en ciertos momentos que, con partidos importantes en momentos importantes, pueden dañar a los intereses de Los Angeles.

Haría bien Crawford de tomar nota de las decisiones que en pista toma constantemente Chris Paul en lo que a control del ritmo del juego se refiere. A pesar de estar Crawford más de cuatro minutos de media por partido menos sobre el parqué que Paul y, evidentemente, tener el balón mucho menos tiempo en sus manos, éste último pierde los mismos dos balones por partido que aquel, al tiempo que consigue repartir nueve asistencias de media más por encuentro.

De alguna forma, los Clippers están siguendo los pasos que un día hizo Miami, aunque con menores expectativas cortoplazistas. Tal como LeBron James transformó la franquicia de Florida, Chris Paul está transformando al hasta no hace mucho tiempo hermano pequeño, pobre y feo de los Lakers. Pero ahora que el núcleo de los Clippers (Paul, Griffin, Bledsoe, Jordan y el todavía lesionado Chauncey Billups) están de vuelta juntos una segunda temporada, y tras el abrupto final de la pasada campaña (con 4-0 en contra incluido en la segunda ronda del Western), sobra experiencia y motivación para aspirar a, como poco, unas Finales de Conferencia.

La franquicia cree que ha mejorado lo suficiente el banquillo como para pelear por ese gran objetivo y, ciertamente, Jamal Crawford es un anotador más dinámico de lo que lo era Mo Williams. Pero no solo eso. Ryan Hollins y Matt Barnes tienen el mordiente y la energía requerida, y de Lamar Odom no se espera otra cosa, más tarde o más temprano, que el hecho de que, al menos, acabe encontrado un rol que contribuya en positivo a la franquicia.

En las próximas semanas, especialmente para un equipo que, hasta hoy, tan solo ha jugado dos partidos fuera de la ciudad de Los Ángeles, habrá retos que encarar y duros rivales a los que rendir visita… hasta la llegada de los Playoffs. Y para los Clippers serán esas pequeñas cosas, más las simples que las espectaculares, las que al final definirán hasta dónde llega la franquicia esta temporada.


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