La salida de Capela inaugura una nueva vuelta de tuerca en el proyecto de Daryl Morey, Mike D’Antoni y James Harden
En los últimos siete meses, los Houston Rockets han dado la vuelta al proyecto que lidera James Harden y cuya primera piedra fue depositada en el año 2012, con la llegada del velludo y prometedor escolta procedente de los Oklahoma City Thunder. Desde entonces, la franquicia que dirige Daryl Morey ha dado boleto de salida a Chris Paul y a Clint Capela, los dos jugadores más importantes que habían acompañado a Harden en las últimas temporadas.
Con ellos dos había llegado Houston a su techo del séptimo partido de las finales del Oeste, en 2018, ese donde acariciaron las Finales de la NBA y la machada ante los todopoderosos Warriors. Con los playoffs del año pasado como última gran función (cayeron en semifinales, de nuevo mirando a la Bahía) los Rockets se decidieron a implementar cambios profundos en su estructura. Tan novedosos como atrevidos (arriesgados).
Cambiar la fina seda de Chris Paul por el desorden explosivo de Russell Westbrook resultó una apuesta de lo más valiente. Como también lo es ahora deshacerse de Clint Capela, seguramente uno de los mejores defensores de la plantilla y baluarte interior del equipo que dirige Mike D’Antoni en las últimas temporadas.
Con la salida de Capela y Nenê Hilario, los únicos jugadores grandes que quedan en los Rockets serán Isaiah Hartenstein (que no es ni pívot puro), Tyson Chandler y Jordan Bell. Material insuficiente para pelear con los grandes gallos interiores del Oeste (Anthony Davis, Rudy Gobert, Nikola Jokic…) pero es que por ahí no pasa la nueva vuelta de tuerca que Morey y D’Antoni han dibujado en el proyecto.
La idea es, por atrevida que suene, jugar sin pívot titular. Un small ball extremo compuesto por cuatro jugadores de gran movilidad (Russ, Harden, Eric Gordon, Danuel House Jr…), la más reciente adquisición, Robert Covington, y P.J. Tucker como novedosa referencia interior. Así llevan jugando los Houston Rockets cuatro de los últimos cinco encuentros y, casualmente, solo cayeron derrotados (ante Portland) en el choque en el que Capela salió a la cancha.
Entiéndase que Morey guarda tres jugadores que pueden actuar como center para emergencias en forma de que Anthony Davis o alguna otra columna trajana de ese tipo esté destruyendo las defensas texanas. Pero serán tres jugadores, a priori, empleados en urgencias, no como normal general. En parte porque no ofrecen el perfil de calidad necesario para actuar como titulares.
Los rivales les dan igual
Por extraño que resulte, los Houston Rockets presentan un rating defensivo (110,0) prácticamente idéntico desde el 1 de febrero (ahí fueron a degüello con quintetos pequeños) que en el resto de la temporada (109,6). Los rivales que se encontraron por el camino en ese período fueron Dallas, New Orleans y Charlotte.
Puede parecer una huida suicida hacia delante (podría serlo) pero los Rockets creen firmemente que estas nuevas bases les conducirán por el mejor camino posible en estos momentos. Tendrán que lidiar con grandes rivales interiores pero creen de manera tan firme en su experimento que les da igual quién esté enfrente. Tanto como para deshacerse de Clint Capela tras cuatro partidos ganados con la fórmula de prohibición a los dos metros de altura o más.
Añadir otro pívot
Locura o genialidad, Houston ha vuelto a reescribir sus textos sagrados. Podrían hasta empezar a crear escuela si la probatina les resulta acertada. Eso sí, tampoco es descartable que los Rockets emitan otro movimiento para hacerse con un pívot antes del deadline del jueves, como pudo opinar el periodista Jonathan Feigen (Houston Chronicle). Kelly Iko (The Athletic) corroboró esa versión alegando que Morey podría estar cerca de cerrar en nuevo acuerdo para hacerse con un pívot. Los Rockets se encontrarían negociando con dos conjuntos del Este.
(Fotografía de portada: Tim Warner/Getty Images)