Si has entrado aquí esperando un concienzudo análisis deportivo sobre lo visto en la primera semana de Summer League, lo siento. Confieso que apenas he visto un partido y chorrocientos highlights del torneo que se disputa en Las Vegas. Aunque, visto lo visto, esto no parece un problema para opinar sobre lo que allí sucede.
Durante los últimos siete días la Summer League ha sido el centro de atención de un entorno NBA que espera de brazos cruzados a que se decida el futuro de Kevin Durant y que este haga de efecto dominó. Así pues, ¿qué tipo de medio especializado sería nbamaniacs si no cubriese al detalle un evento así? Tranquilos, he aquí los juicios que estabais esperando.
Dificultad de seguimiento
La NBA y los organizadores de la Summer League saben que la mayoría de interesados en ver lo que aquí sucede siguen la competición por Twitter. Simplemente siguiendo a la cuenta de la propia Summer League y a alguno de los periodistas que sí la cubren con algo de profundidad sirve para poder opinar en la próxima conversación con amigos. Por eso debe de ser tan complicado ver el torneo en el NBA League Pass.
Cómo es de esperar la página principal de la NBA estadounidense —porque fuera de allí en cada sitio es un mundo— está repleta de vídeo-resúmenes cortos. Lo que es más difícil es encontrar un lugar donde se mencione que los partidos de la Summer League se pueden ver a través del League Pass. Para llegar a ellos habrá que ir a la pestaña ‘Summer League’, revisar el calendario y, ahora sí, acceder a la pantalla de visualización de partidos. Tantos pasos para corroborar que esta competición no se divide en clips de vídeo dispersos.
¿Cómo de competitiva es la Summer League?
Es difícil situar a la Summer League en un espectro de competitividad. Creo que lo justo es marcar el corte con las competiciones profesionales que todos conocemos: NBA (obviamente), G League, Euroliga, las ligas nacionales punteras…
Ahora bien, ¿en qué lugar la deja esto? Sin tener la respuesta exacta, quizás se sitúe en un limbo entre la primera división de la NCAA y la pretemporada NBA. Es cierto que el circuito universitario, aunque con matices, es de carácter amateur. Pero lo que pierde en cuanto a profesionalización, lo gana en exposición mediática y presión cultural. El aficionado al deporte en Estados Unidos suele tener una afiliación mucho más fuerte con su college que con su equipo, lo cual convierte al baloncesto universitario en una religión. Jugar ante un pabellón repleto de feligreses dista mucho de saltar al parqué de la Summer League.
La comparación con la pretemporada NBA es un poco más fácil. Es obvio que la Summer League tiene cierta relevancia en la conformación de plantilla de las franquicias. Sin embargo, esta no es más que una primera criba. Por muchos jugadores que aquí estén compitiendo por un contrato NBA, es el training camp y la pretemporada lo que de verdad determina la entrada de un jugador en los planes del equipo. En esas instancias las estrellas de la liga suelen jugar minutos reducidos y hacerlo a baja intensidad, pero solo entrenar junto a ellos y disputar partidos contra jugadores asentados en la NBA que buscan dejar buena imagen debería ser suficiente para poner la competitividad de la temporada un pequeño escalón por debajo.
¿Qué tipo de jugadores dominan?
No nos vamos a engañar, la mayoría tenemos un rabillo del ojo puesto en Las Vegas únicamente para ver a los rookies más prometedores del pasado draft. En estas lides Chet Holmgrem ha virado de ángel a demonio un par de veces, Keegan Murray ha ido a demostrar que no es número cuatro por equivocación y Jaden Ivey ya anda lesionado. Sin embargo, son otros perfiles los que suelen presentar un rendimiento consistente en el torneo.
Curiosamente el inicio de la década pasada vio cómo Blake Griffin, John Wall y Damian Lillard se coronaban como MVPs de la liga en 2010, 2011 y 2012 respectivamente. Pero lo normal es que los ganadores de este galardón sean jugadores que más tarde se han asentado en la clase media de la NBA. En un torneo que apenas dura 10 días últimamente es usual que los novatos más reconocidos o ciertos jugadores de mayor caché disputen un par de partidos antes de seguir con la preparación de su temporada por otros derroteros.
En 2021 Cade Cunningham jugó tres encuentros y Jalen Green dos. Scottie Barnes fue líder de los Raptors en todas las estadísticas pero ni siquiera se coló en los mejores quintetos. El torneo de Evan Mobley fue discreto más allá de la protección de aro. Los MVPs fueron Cam Thomas, quien se terminó haciendo hueco en una rotación defenestrada como la de los Nets, y Brandon Clarke, jugador de segundo año que ha hecho una muy buena temporada en Memphis.

Más intuiciones que conclusiones
En realidad, para el aficionado NBA la Summer League no es más que una fábrica de ilusión que funciona casi exclusivamente en positivo. El seguidor de un equipo echa un ojo para hacerse una idea de cómo será el núcleo joven de la plantilla en el corto plazo, emocionándose por el futuro si algún jovenzuelo le cautiva y quitándole importancia al asunto si las cosas no terminan de ir bien.
A este lado del charco, se nota mucho que esta es la ocasión perfecta para dejar fluir la sabiduría que el seguidor NBA acumuló en el proceso previo al draft leyendo todos los ‘mocks’ posibles y viendo los vídeos de scouting de estos muchachos. La realidad es que un partido NBA desvela más que toda la Summer League, pero mientras tanto toca ser felices.
LeBron y Westbrook se llevan regular
Imposible obviar el que ha sido el foco de atención de estos primeros cuatro días de Summer League. A las gradas de Las Vegas se suelen dejar caer varias estrellas y gente del mundo NBA. Convirtiéndose inmediatamente en centro de atención por encima de lo que sucede en cancha. Lo cual se dispara si el que hace acto de presencia es LeBron James.
Nada más poner un pie en el Thomas and Mark Center, la estrella de los Lakers se vio envuelto en una rueda de saludos que parecían no tener fin. Incluso mantuvo una charla al descanso con Rob Pelinka y Darvin Ham. Por allí también revoloteaban Juan Toscano-Anderson, Talen Horton-Tucker y Wenyen Gabriel.
No obstante, hubo una potente personalidad laker a la que James no estrechó la mano. Russell Westbrook estaba en el mismo pabellón que el resto de miembros de la franquicia angelina, pero decidió sentarse en la esquina opuesta del campo. Esto podría ser mera casualidad, pero una vez llegó el descanso, Russ aprovechó para irse pitando del pabellón como quien trata de evitar saludar a un conocido en el transporte público. ¿Cuánto hay de realidad sobre su relación en estos acontecimientos? Ni idea, pero qué divertido es especular con estas cosas.
Y hasta aquí mis notas sobre lo que llevamos de Summer League. Permaneced atentos para más análisis pormenorizados del torneo en el que se debate el futuro de la NBA. O no.
(Fotografía de portada de Ethan Miller/Getty Images)