Dentro de las Finales: La coronación de Giannis Antetokounmpo

Un tapón legendario solo a su alcance. Un alley-oop para la historia. En 2021, Giannis puso fin a 50 años de sequía de los Bucks con dos jugadas que son historia de las Finales.

Foto del autor

Por Aitor Darias

Publicado el

El baloncesto es un deporte para jugadores con cerebro que de vez en cuando premia la insensatez. Y quizás ahí resida su magia. En que, en una era de datos en la que casi todo son porcentajes, valores esperados y analíticas avanzadas, sigue habiendo hueco para la improvisación. Para esas jugadas que nos hacen llevarnos las manos a la cabeza primero por incomprensión y luego por admiración. Porque esas son, al fin y al cabo, las que quedan en la memoria.

Con ventaja en el marcador, posesión de balón y menos de 24 segundos en el crono solo hay una opción correcta: arriesgar lo menos posible el esférico y esperar a ser objeto de falta para ir al tiro libre. Instrucciones que, el 17 de julio de 2021, Giannis Antetokounmpo y Jrue Holiday olvidaron durante unos segundos. Quizás los segundos más gloriosos que nunca hayan vivido los Milwaukee Bucks.

«Giannis empezó a correr y me estaba pidiendo el balón» recuerda Holiday, que arrebató la bola de las manos de Devin Booker cuando, con 20 segundos para el final, el escolta buscaba un lanzamiento que pusiera por delante a los Suns en el decisivo Game 5 de las Finales. Momento en el que, incluso si la decisión correcta no estaba clara, sí era evidente lo que no había que hacer: lanzar un alley-oop.

«Podría haberse quedado el balón y haber dejado que corriera el tiempo» admite Giannis. Pero si no lo hizo, fue por un factor simple de describir pero difícil de forjar: «Confianza. Confió en mí, lanzó el balón, y conseguimos la canasta».

Era sin duda confianza lo que necesitaba un Holiday que, aunque el resultado final ha maquillado el recuerdo, no estaba teniendo unos buenos playoffs a nivel ofensivo. Desacertado en muchos momentos, demasiado pasivo en otros, su desempeño como tercera espada desentonaba con la sobresaliente postemporada de Antetokounmpo y Middleton. Pero a la hora de la verdad, la cosa cambiaba.

Su canasta ganadora en el tercer partido ante los Nets. Su último cuarto en el Game 7 en Brooklyn. El paso adelante tras la lesión de Giannis frente a los Hawks. Y como guinda del pastel, un alley-oop que ha quedado como la jugada más importante de la historia de la franquicia.

«Honestamente, siento que no es mi jugada. P.J. Tucker hizo una gran defensa sobre Booker, haciendo que se girara hacia mí para que pudiera quitarle el balón. Y luego fue Giannis quien finalizó, yo solo lancé el balón».

Pero lanzar ese balón requería de un valor que solo se puede tener cuando no se piensa en las consecuencias de los actos. Un par de centímetros más en una dirección o en otra y esta jugada podría haber pasado a la historia pero como uno de errores más graves jamás cometidos en el mayor escenario posible. Holiday, sin embargo, estaba convencido de que no iba a ocurrir. Porque tenía al compañero perfecto para lanzarle el pase.

«Tiré el balón lo más alto que pude, donde solo Giannis podía cogerla. Y eso hizo. No lo llaman ‘Freak’ (fenómeno) por nada».

Quedaban aún 13 segundos de partido y la diferencia era de solo tres puntos en el marcador, pero la jugada fue tal jarro de agua fría en el Footprint Center que todo parecía definitivo. «Virtualmente, estaba acabado» confirma Holiday, que supo en ese momento que Giannis acababa de poner el 3-2 a favor de Milwaukee con una jugada que, pese a todo, no es la única que el griego dejó para la historia en aquellas Finales.

Un tapón improbable

El 29 de junio, los Milwaukee Bucks pensaron que todo se acababa. Durante el cuarto partido de las Finales del Este ante los Hawks, Giannis intentó taponar un alley-oop de Lou Williams para Clint Capela, pero, al impactar con el suizo, cayó al suelo de forma extraña y apoyando todo el peso sobre su rodilla izquierda, que se dobló hacia atrás de una manera que ninguna articulación puede soportar.

El cerebro de todos los espectadores completó el ‘crack’ que no se oyó a través de los micrófonos pero que se sentía al ver la repetición. Era el fin de todo. Tenía que serlo.

Cómo esa articulación estuvo lista para jugar apenas transcurridos siete días es algo que nunca encontrará explicación. Y cómo Giannis se atrevió a intentar realizar una jugada similar dos semanas después solo tiene una respuesta: la misma insensatez que llevó a Holiday a lanzar el balón a los cielos de Phoenix.

A falta de un minuto, Milwaukee gana por 101-99 un Game 4 que puede decidir las Finales. Booker, que lleva 40 puntos, intenta que así sea, y avanza hacia la pintura tras recibir un bloqueo de Ayton. Pero Giannis, que no quiere ceder ni medio centímetro a un hombre que ha anotado 8 de sus 10 lanzamientos en la segunda mitad, sale a recibirlo a unos seis metros del aro. Y entonces ocurre.

«Lo vi venir. En cuanto levantó el balón con un mano, supe que estaba demasiado lejos para hacer una bandeja». Y así era. Porque ese balón no buscaba el aro ni el tablero: buscaba a Ayton. Pero Giannis también.

«En esos momentos tienes que aferrarte a tus instintos, tienes que sentirlo. Y yo sentí que él estaba cortando hacia el aro a mi espalda, y que lo único que podía hacer para evitar una canasta era saltar y tratar de cubrir ese hueco».

Pero cuando Giannis se da la vuelta para asegurarse de que sus instintos no le mienten, la jugada ya le ha sobrepasado. El balón ya está por delante de él y Ayton está flexionando las rodillas para saltar. Para cualquier otro, ya no hay nada que hacer.

«Pensé que llegaba tarde y que me iban a hacer un mate en la cara. Pero a la hora de la verdad tienes que hacer lo que sea para ganar los partidos. Todavía hoy veo el tapón y me pregunto cómo lo hice».

En menos de un segundo, Giannis evitó el tiro de Booker y taponó el alley-oop de Ayton en una de las secuencias defensivas más improbables de la historia. Tanto por la jugada en sí como por lo que había ocurrido en Atlanta dos semanas antes. Una secuencia que empezó a allanar el camino para los Bucks tras caer en los dos primeros partidos y que permitió a Antetokounmpo culminar su proeza seis días después, cuando, con 50 puntos en el Game 6, puso fin a 50 años de sequía para Milwaukee.

Los Bucks eran campeones de la NBA y Giannis era alzado al Olimpo del baloncesto por méritos propios. Como protagonista de dos de las jugadas más memorables que las Finales de la NBA nos hayan regalado jamás.

(Fotografía de portada: Joe Camporeale-Imagn Images)

TE PUEDE INTERESAR