Derrick Rose: solo ante el peligro

Los Bulls tienen, sin duda, en Derrick Rose a una superestrella. Pero en esta nueva era que vive la NBA en la que sus mejores jugadores tienden a unirse para tratar de tener opciones reales de anillo, ¿puede Rose ganar un campeonato en Chicago sin otra estrella a su lado?

La historia no parece apoyar la teoría del sí en este punto. Pero aún así, existen algunos motivos para el optimismo.

Antes que nada, apuntar que rara vez una superestrella de la NBA consigue el Larry O’Brien trophy sin otro All-Star, o, al menos, una extraordinariamente talentosa segunda opción en el mismo vestuario. Bill Russell tuvo a John Havlicek. Larry Bird a Kevin McHale y Robert Parish. Kareem Abdul-Jabbar a Oscar Robertson primero y a Magic Johnson después. Hasta Michael Jordan quizá no sería por muchos considerado el mejor jugador de todos los tiempos si Scottie Pippen no hubiera aportado lo que aportó en la consecución de sus seis anillos.

Pero hay incluso peores noticias para las esperanzas de título que pueda tener Derrick Rose: existen ya varios equipos a su alrededor construidos en base a una unión de estrellas. Heat, Thunder o ahora Lakers, son aquí los mejores ejemplos de ello. Así que con el actual panorama de la Liga en la mano, parece difícil para los aspirantes que todavía creen en el modelo de una única superestrella, acabar logrando el objetivo último. Y esto incluye a Derrick Rose y a los Chicago Bulls.

Echando un vistazo a los últimos 20 campeones de la NBA, tan solo los Mavs de la temporada 2010-11 y los Pistons de la 2003-04 eran equipos que no tenían a dos o más jugadores considerados auténticas estrellas de la NBA.

Chicago lleva dos temporadas construyendo un equipo muy sólido que, de no mediar lesiones, puede y debe llegar siempre lejos en los Playoffs. Pero sin darle a Rose una segunda opción consistente, considerarlos claros favoritos no es un ejercicio sencillo.

Carlos Boozer lleva decepcionando desde que firmara su generoso contrato con la franquicia hace ya tres años. De Luol Deng se podrá decir que es una estrella en la mitad defensiva de la cancha, pero no que sea el anotador que Chicago necesita, más después de firmar en la temporada 2011-12 su peor promedio anotador desde su temporada de rookie. Dicho de otra forma, a no ser que uno de estos dos jugadores brille como hasta ahora no ha hecho mientras dure la ausencia de Rose sobre el parqué en el curso que pronto empezará, estamos ante dos grandes opciones de salida del equipo, en un esfuerzo de la franquicia para atraer a esa anhelada segunda superestrella a cambio.

Si los Bulls lograran eliminar esos dos salarios (usando la amnesty clause en Boozer y traspasando a Deng), el ruido que Chicago pueda hacer en el mercado de agentes libres de 2013 retumbará por todo el estado de Illinois.

Otra opción, fans de los Bulls abstenerse, sería que fuera el propio Rose el que saltara del barco si Chicago no consigue esa segunda superestrella pronto en su roster. Valga aquí más que en ningún otro sitio lo recientemente sucedido con Dwight Howard en Orlando. Y es que es difícil igonorar lo lógico: cualquier franquicia con una superestrella teme perderla por no poder traer a otro gran nombre a su lado. Sucedió en Cleveland con LeBron, en Toronto con Bosh, y ha sucedido ahora en los Magic. ¿Podemos estar cerca de que suceda en Chicago con Rose?

Aunque cuesta concretar en este tipo de conjeturas, la propia forma de ser de Derrick Rose da motivos a los fans de los Bulls para ser optimistas al respecto. El MVP de 2011 es una superestrella de talante tranquilo, una fuerza de la naturaleza de primer paso y control del cuerpo prodigiosos, cuyo ruido en la pista es directamente proporcional a su silencio fuera de ella.

En una Liga con showmans como James o Howard, la silenciosa determinación de Derrick Rose resulta incluso refrescante. Hasta el momento, todo lo relacionado con la carrera profesional de Rose habla de absoluta lealtad a su ciudad y a su equipo, y no hay nada de lo que hasta ahora haya manifestado públicamente que deba causar preocupación al respecto. No es por casualidad que cada vez que le presentan en el United Center lo hacen como el base “de Chicago” y no, en este caso, de la Universidad de Memphis, como suelen en el resto de los jugadores de la Liga.

Otro motivo para el optimismo es la presencia en el banquillo de Tom Thibodeau, ya uno de los mejores entrenadores de la NBA. Su habilidad para saber sacar lo mejor de todos sus jugadores no es menos impresionante que el hecho de haber convertido a los Bulls en una de las mejores defensas, sino la mejor, de toda la competición. Mientras Thibs continúe al mando, Chicago será una franquicia de entre la élite, razón suficiente como para que Rose confíe en las posibilidades de su equipo.

Sea cuando finalmente sea, si la vuelta de Rose a las pistas tras su larga lesión se produce sin sobresaltos en forma de estado de forma o posible recaída, Chicago no hará otra cosa que afianzar su lugar entre los cinco o seis mejores equipos de la NBA. Discutir si su nivel de favoritismo es o no parejo al de franquicias como Oklahoma City, Miami o Lakers es absurdo. Pero de ese nivel hablamos.

¿Puede Derrick Rose, entonces, ganar un anillo para los Bulls siendo la única superestrella del equipo? La historia dice que no, pero eso no significa, en este caso, que los fans de Chicago deban estar preocupados por su futura salida.


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