Dos sorpresas para empezar una nueva temporada: Magic y Nets

Las predicciones son para el verano. Todas ellas son susceptibles de ser erróneas cuando el balón está en juego. En uno de los inicios de temporada con más lesiones en la historia de la NBA, el paso de una única semana sirve para remover un poco esas proyecciones previas.

El fenómeno que venimos a analizar tiene lugar en la Conferencia Este. De las dos, es la más débil ahora mismo. Además se acrecentó la fractura entre ambas conferencias este verano. Quizá sea eso, chi lo sa, lo que dé al Este un mayor componente de sorpresa. Eso se tendrá que ir viendo a lo largo del año.

Porque, recordemos, simplemente llevamos semana y media de competición. No se trata de analizar profundamente el recorrido de cinco o seis partidos, sería peligroso, pero sí el otorgar la virtud de la duda sobre las críticas que se vertían sobre dos equipos sin siquiera haber echado el balón a andar.

Es el último año en el que el tanking tiene una importancia racional a la hora de llegar al Draft. Los cambios que ha introducido la NBA así nos lo hacen ver. El empezar a tope pese a la dura competencia cuando tu posición de salida no es ni mucho menos delantera no sólo es decente, también es loable.

Hablamos de los Magic y los Nets. Ambos han ganado al actual campeón del Este, los Cavaliers, en este primoroso inicio. No está nada mal. Los dos equipos esquivan el negativo en el balance clasificatorio. Son dos de los equipos que se vislumbraba que pudieran «luchar» por ser o no el farolillo rojo de la competición al final de la fase regular. Queda mucho, pero empezar probando a algunos que estaban equivocados es más que bueno.

Orlando Magic

Están en un momento de explosión total. No es una exageración. Con 4-1, infligiendo la primera derrota a San Antonio incluida, son los líderes del Este y han metido 590 puntos en esos cinco partidos disputados, lo que supone la mayor anotación de su historia en ese lapso de tiempo para comenzar una campaña. Un inicio fulgurante. Y con un Elfrid Payton que no se sabe cuándo volverá, ya que se encuentra actualmente lesionado. Aún más difícil. Pero parece que las piezas han comenzado a encajar.

Tener a Frank Vogel, hombre de ideas claras, es una ayuda. Conseguir a Spieghts, Simmons y Mack para la rotación fue una victoria. Y lo que proyecta Jonathan Isaac tampoco es para desmerecer. Quizás sea el mal rendimiento de las pasadas campañas, aderezadas por unas decisiones de despacho propias de un infiltrado del enemigo, lo que situara a los Magic con tan pocas esperanzas de hacer una buena temporada.

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La salida de Serge Ibaka, antes del final de la temporada pasada, fue un alivio. Así lo describía algún insider, que aludía a la satisfacción del equipo porque el ala-pívot español no casaba con el resto de compañeros y restaba importancia y minutos a otros. Tampoco está Jeff Green, de perfil parecido al de Ibaka. Esto da alas a Aaron Gordon, uno de los talentos con más crecimiento de entre los jugadores no tan reconocidos, para hacerse más grande. Se alterna con Isaac en el ‘4’, la posición donde realmente puede sacar más rendimiento. Y así lo ha demostrado, batiendo su récord de anotación en un partido con 41 puntos ante los Nets.

Precisamente ante los Nets, porque está todo muy hilado, también batió Nikola Vucevic su tope personal de puntos en un encuentro. Y sí, también fueron 41 puntos. En derrota, eso sí, la única del curso hasta ahora. Sobre Vucevic ha estado la sombra del traspaso las últimas tres temporadas, un auténtico yugo al que el montenegrino ha sabido sobrevivir como ha podido. Con Biyombo, más especialista que Vucevic, ambos se pueden entender.

Una línea exterior con Evan Fournier y Terrence Ross, si saben medir sus impulsos a la hora de lanzar, apoyados por veteranos como Afflalo o Augustin, es para estar atento. Los Magic se han lanzado, y nunca mejor dicho, al ataque: el 3º equipo con más puntos por partido y con mejor ratio ofensivo, el 4º con un mayor ritmo de juego (104,5). Una vueltita más a las ideas de Vogel que el propio técnico parece abrazar, lo que convierte a Orlando en una de las sorpresas en estos días.

Brooklyn Nets

Los Nets están en los bajos fondos de la NBA desde que hipotecaron su futuro con los traspasos de Pierce, Terry y Garnett, es bien sabido. La sarta de rondas de Draft de bajo voltaje que acumularon tras aquello les dejó en una posición insegura que aún mantienen. Pero el ensayo y error a veces funciona, sólo tienes que lanzarte a probarlo.

Se fue Brook Lopez, el gran bastión que les quedaba, pero en su lugar la renovación llegó con el cambio en ese movimiento: D’Angelo Russell. A él se unen DeMarre Carroll y Timofey Mozgov. Es preciso unirles porque hay un punto en común: recuperar el crédito. Carroll fue clave en el éxito de los Hawks de Budenholzer, pero pinchó cuando recaló en los Raptors. Mozgov era un torrente en los Cavaliers campeones, pero la llegada a los Lakers le puso en un podio que no era para él. Y Russell, de estrella a estrellado por su mala cabeza en su etapa en L.A. Los tres buscan de nuevo sentirse a gusto en la cancha para desarrollar su trabajo de manera efectiva, porque pueden.

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En verano consiguieron a Allen Crabbe, un año más tarde de su primer intento, que deberá ganarse el salario. Comienza desde el banquillo porque hay subida de minutaje para LeVert y Hollis-Jefferson, dos de los chicos que más alto apuntan de la maraña de jóvenes que han incorporado en las últimas campañas.

Sorprende aún más cómo se ha recuperado el equipo del mazazo de Jeremy Lin, al que perdieron en el primer partido de temporada y para el resto de la misma por una grave lesión en una de sus rodillas. Lin, dentro de su juego loco, aportaba la soltura con la que quiere jugar Kenny Atkinson. A todo trapo, con ataques muy cortos y fulgurantes. En ese partido, el de apertura ante los Pacers, se llegó entre ambos a un pace de 116,5: la mayor marca en un partido desde 2008. Van 3-3 y ésa fue una de las tres derrotas; una de las otras dos, sí, ante los Magic.

Es preceptivo otorgarle también a Atkinson esa renovación moral. Brooklyn se puede venir abajo, como Orlando, pero sacar la cabeza cuando muchos ya te habían enterrado vivo es símbolo de poseer la actitud contra la que está luchando Adam Silver y sus colegas: la falta de motivación por culpa de la desigualdad.


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