El adiós de Coach K: así resucitó Mike Krzyzewski al Team USA

La final olímpica contra Serbia, sea cual sea el resultado, marcará el final de la carrera internacional de uno de los mejores entrenadores del mundo. Como anunció hace casi un año, Mike Krzyzewski cerrara su etapa como seleccionador estadounidense tras los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Hacerlo con un oro olímpico, el tercero de su carrera como entrenador jefe, sería el gran broche de una de las piezas claves de la reconstrucción de un programa que parecía absolutamente descarrilado hasta su llegada 11 años atrás.

Krzyzewski fue nombrado como seleccionador estadounidense en 2005, ya consolidado como uno de los mejores entrenadores universitarios (sino el mejor) en su larga y exitosa carrera con Duke. Pero éste no era su primer contacto con el Team USA. Coach K ya entrenó al último equipo formado por universitarios en el Mundial de 1990, acabando con el bronce tras caer en semifinales ante la Yugoslavia de Toni Kukoc y Vlade Divac, y fue asistente del primer equipo con jugadores NBA dirigido por Chuck Daly que pasaría a la historia como el «Dream Team».

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Nadie conoció mejor de primera mano la transición del Team USA de equipo de universitarios a equipo de superestrellas. Y la experiencia ayudó en 2006, justo cuando el programa de la selección estaba en su momento más dramático. Los problemas que la selección arrastraba del nefasto Mundial de Indianapolis de 2002 (5º ante su propio público) y los tristes JJ.OO. de Atenas 2004 (bronce) no tenían fácil solución. Y tener que conformarse con el tercer puesto en el Mundial de Japón, la primera cita con Krzyzewski de entrenador, fue un buen aviso.

El Dream Team nació como un grupo de las mayores superestrellas de la NBA deseando de jugar juntos. Tras varias copias cada vez menos fieles a la original, ni estaban las mayores superestrellas de la NBA ni parecían querer jugar juntos. La desastrosa etapa de su predecesor, Larry Brown, quien en su mejor tradición consiguió acabar peleado con todos los estamentos del equipo, incluyendo a jugadores, fue el momento clave en el que el baloncesto estadounidense se vio necesitado de dar un golpe de timón para salvar lo que se estaba convirtiendo en una decepción constante.

Jerry Colangelo, uno de los ejecutivos más respetados del baloncesto profesional estadounidense, fue nombrado como nuevo responsable de la selección. Por primera vez, el equipo dejó de gestionarse como un “reality show” en el que se juntaban jugadores famosos en una cancha de baloncesto para ver qué ocurría, y empezó a hacerlo como si fuera la plantilla de un equipo NBA sin la presión de un tope salarial. La idea no era tratar a los jugadores como invitados, sino como jugadores bajo contrato, con las mismas responsabilidades que tendrían en sus franquicias de origen desde el primer día de entrenamiento.

Pero la única forma de conseguir que los All-Stars estadounidenses prescindieran de sus bien ganadas vacaciones para irse a jugar a China, Turquía, Gran Bretaña, España o Brasil era prometiendo algo más que la gloria de subir al podio. O incluso el extra de publicidad que supone el escenario de un Mundial o, especialmente, de unos Juegos Olímpicos. Necesitaban tener también la opción de mejorar como jugadores para cuando regresaran a sus respectivos equipos para iniciar la temporada. Y Jerry Colangelo tuvo claro que no habría un mejor atractivo para jugar con el Team USA que Mike Krzyzewski.

Pasar un mes con Coach K es visto por muchos jugadores como una lección de baloncesto única. Con tantos jugadores de Duke esparcidos por los diferentes equipos NBA, incluso aquellos que ni siquiera llegaron a enfrentarse a los Blue Devils en la NCAA (o, directamente, ni siquera pasaron por la universidad) han oído historias del legendario entrenador. Y la prueba hoy por hoy es la gran cantidad de jóvenes con potencial de estrella que se apuntan al NBA Select Team, el equipo de meritorios que sirve de “sparring” para los miembros de la selección estadounidense que acabarán yendo al campeonato grande, sea un Mundial o unos JJ.OO. Perder unos días de julio para trabajar con Coach K es un privilegio imposible de rechazar.

El conocimiento de Mike Krzyzewski del juego es extraordinario. Pero no es una mera cuestión de táctica, sino de psicología. Nadie como Coach K (al menos desde John Wooden) ha sido capaz de leer tan bien a los protagonistas de un partido. Jugadores propios, rivales o incluso árbitros son más transparentes cuando Krzyzewski está en la banda. Tener la oportunidad de poder aprender un poco de la visión privilegiada del entrenador no tiene precio. Incluso Kyrie Irving, quien pudo tenerle durante un año en Duke, no pierde oportunidad de volver con su antiguo mentor.

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Tras la dolorosa transición que fue el Mundial de 2006, con derrota ante la Grecia de Sofoklis Schortsanitis en semifinales, la selección estadounidense ha sido un monstruo imposible de parar. El Redeem Team de 2008, a pesar de (o, a la vez, gracias a) la épica pelea que España le dio en la final de Pekín, fue el mejor ejemplo. Ver a superestrellas galácticas como LeBron James, Kobe Bryant y Dwyane Wade peleando en defensa como lo hicieron para Krzyzewski fue algo sublime. Ese espíritu es el que ha permitido a Estados Unidos estar invicta hasta, al menos, la final contra Serbia de este domingo.

Con Coach K llegó el mismo meticuloso respeto al rival que demuestra en Duke. Su obsesión con controlar el juego le lleva a conocer cada equipo al que se enfrenta al dedillo, incluso aquellos que en circunstancias normales nunca podrían toser a los Blue Devils. Esta es la misma mentalidad que ha traído a Estados Unidos. Podrán perder y ser superados por Serbia o por cualquier otro equipo. Podrán tener un mal partido, pero nunca irán mal preparados ante ninguna selección, aunque sea China, Finlandia o Túnez. La promesa implícita de Krzyzewski es tomarse cada duelo como si fuera una final. Y sus casi 10 años sin perder así lo demuestran.

2016 ha traído nuevas dudas al poderoso proyecto de Estados Unidos. Pese a mantener una cantidad obscena de talento (11 de sus 12 jugadores fueron All-Star o All-NBA en las dos últimas temporadas), su defensa y su juego en estático han funcionado de forma demasiado esporádica, un mal que aquejó a Estados Unidos en la era pre-Coach K. Quizás, como ha pasado en muchos equipos NBA, saber que su veterano entrenador no seguirá al final del torneo puede haber afectado a la concentración de su plantilla. Y eso, irónicamente, quizás sea el mejor testamento de lo conseguido por Colangelo y Krzyzewski en sus 11 años a bordo del acorazado estadounidense.

Jerry Colangelo seguirá al frente de la nave. Y no ha querido jugársela con el relevo de Coach K, quien pese a dejar la selección ve todavía muy lejos su retiro definitivo como entrenador de Duke. Estados Unidos pasará del entrenador más prestigioso de la NCAA a su equivalente en la NBA: Gregg Popovich. El mensaje es el mismo. Hay muchos motivos por los cuales una estrella puede irse a jugar en verano con Estados Unidos. Patriotismo, publicidad, contactos (ver Londres 2008 y la semilla del “Big Three” de Miami), ego… Pero, incluso para los mejores jugadores del mundo, pasar al menos un verano trabajando con Mike Krzyzewski o Gregg Popovich es una oportunidad imposible de rechazar. ´


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