El (maravilloso) mundo al revés de los Memphis Grizzlies

Todavía surcamos el primer tramo de temporada regular, un lapso demasiado osado para enunciados concluyentes o para crucificar (y lo contrario) a equis equipo. Pero lo que sí permanece es que el ejercicio 2018-19 en la NBA ha exterminado las expectativas que pudieran tenerse sobre los equipos llamados a dominar desde el inicio del curso. Véase si no a los Boston Celtics, luchando por respirar en zona de playoffs de la Conferencia Este o a los Warriors, con la crisis de resultados más honda de su historia reciente (con Steve Kerr). Los que mandan son equipos inesperados y uno de ellos son los Memphis Grizzlies, que merced a la reactivación de su santo y seña en los años dorados —el añorado Grit&Grind— están volviendo a ser un punto ultracompetitivo en el mapa de la liga. Lo que fueron siempre en los últimos años.

Lo hacen además nadando río arriba, siendo contraculturales de todas las maneras dado que, ante la tendencia de aceleración de los ataques en la NBA, ellos siguen jugando lento. Y les encanta, lo aprovechan y les da para ser el mejor equipo del Oeste ahora mismo. Los Grizzlies son el conjunto que menos posesiones pone en marcha en cada partido (96,44); adoran ralentizar los partidos para que su defensa, dureza, intensidad, seriedad y solidaridad remen a su favor. No son el equipo más talentoso pero aun así salen airosos de la mayoría de sus duelos (hasta ahora). Y lo hacen a su manera, en el barro (que no juego sucio) y los obstáculos.

El gusto por las posesiones largas y y así menor número de ellas en cada partido se refleja también en que Memphis es el conjunto que más toques de balón remite por encuentro (450,7), muy por debajo de Houston, pionero en menos toques por velada (360,3).

Los Grizzlies no buscan más que continuar lo que fueron siempre, un rival hosco, incómodo, complicado, duro e indeseable, de los que no gusta encontrarse en playoffs (ni en ninguna parte) porque conoces el guión y no te satisface un ápice. Te da hasta pereza tener que sacar el uniforme de campaña para enfrentarte a ellos.

Quieren defender, disfrutar haciéndolo y que eso sea un dolor para el equipo contrario. Jugar a muy pocos puntos y menos posesiones (o parecidas) para terminar forzando una enorme cantidad de pérdidas cuando el rival mantiene la posesión. Juegan a que el oponente no tenga su noche y se pierda en una lucha de despliegue físico, de intensidad y desesperación por no tener el ecosistema idílico.

Equipo menos anotador

Un dato más que sorprendente reside en que los Grizzlies son en estos momentos el conjunto que menos puntos anota por partido (103,1) y aun así poseen el mejor balance de la Conferencia Oeste (12-5 en el momento de redactar este post). Ni los Cavaliers anotan menos puntos (103,4) en lo que está resultando una temporada con afecciones terminales de principio a fin (suponemos) para los de Ohio.

Todo se debe pues a saber explotar sus fortalezas e imponerlas ante rivales de talento ofensivo superior.

«Queremos ser capaces de estrangular con nuestra defensa a los rivales. Nuestro planteamiento antes de los partidos es preguntarnos cómo de físicos podemos ser con las limitaciones de las nuevas reglas de la liga. Cuántos robos podemos conseguir. Cuántos pases podemos evitar. Queremos llegar al punto en el que el rival se diga, ‘esta no es mi noche’. Que no sean capaces de realizar el esfuerzo extra necesario para ganarnos», pudo comentar el head coach, J.B. Bickerstaff (y recogió NBA España) sobre el modus operandi de su equipo esta temporada.

Y lo de la intensidad e incomodar a los rivales hasta flujos denunciables es real. Memphis es el segundo equipo que más robos pertrecha de toda la liga (9,4 de promedio) y son top 8 en deflections (pases o posesiones alteradas) por partido (13,9); además interceptan (pérdidas forzadas o no) casi el 20 por ciento de las posesiones de sus rivales. Una locura estadística que habla de la energía con la que el equipo de Bickerstaff defiende su territorio.

La mejor defensa de la NBA

Saben que no son superdotados en ataque y eso les sirve para fortalecer sobremanera su arsenal de defensa.

Memphis Intenta menos tiros por partido (81,9) que nadie, no se mueven en porcentajes de élite (45,4 en tiros de campo, 15º de la liga, y 36,9 en triples, 6º) y son top 10 de los ataques menos productivos (22º, 106,2 puntos cada 100 posesiones) en estadística avanzada. Pero no les hace falta para ser competitivos… porque son la mejor defensa por partido de la temporada.

La mejor muralla por noche (100,2) de la competición y la tercera (103,2) cada 100 posesiones les valen para estar en la zona de los mejores ahora mismo. Y eso a base de intensidad y recursos infinitos en defensa, como comentamos anteriormente.

Jugadores para el sistema

Los aciertos en verano para dar continuidad a la era del Grif&Grind (una versión 2.0 podría decirse) están resultando claves para el resurgir del equipo, que no olvidemos que el curso pasado reptó por la temporada hasta el 22-60 final (la baja de Conley fuera letal). Kyle Anderson, Garret Temple, Shelvin Mack y el novato Jaren Jackson Jr. no solo dan continuidad al sistema que predica Memphis sino que lo hacen de manera acertada. De ahí gran parte del tino del equipo esta temporada, además de sus dos grandes estrellas.

Van al contrario que el resto del mundo y gran parte de su éxito se lo deben a unos Marc Gasol y Mike Conley estelares. Siempre que ellos estén sanos, el equipo es superlativo de competición.

Marc y su influencia

Con Marc en pista los Grizzlies anotan (cada 100 posesiones) 108,0 puntos y solo encajan 98,0 (cifra válida para ser la mejor defensa de la liga, por mucho); y sin él las métricas se desploman hasta los 95,0 puntos anotados y 108,4 encajados. El contraste de actuar con o sin Gasol es tan hondo como ser élite de la liga o un coche escoba, pues el diferencial (net rating) de puntos totales ante el contrario estando con o sin Gasol es de 22,9 puntos. Estando él en cancha superan a sus rivales por 10,0 tantos y cuando no está son superados por 12,9. Una influencia de locos la del pívot español.

Mike Conley es tanto o más importante de cara a los resultados del equipo. Véase que el curso pasado Memphis obtuvo saldos positivos (7-5) hasta la lesión del base; y desde entonces se desplomó hasta el 22-60 final. No obstante, su influencia según la estadística avanzada no es tan abultada como la de Gasol. Con Conley en cancha los Grizzlies superan a sus oponentes por 5,7 puntos, y cuando no está, son superados por 0,9. Es un jugador crucial pero, a tenor del sabermetrics, el equipo no se desinfla tanto como cuando es Marc Gasol el ausente.

De cualquier modo y manera, los Memphis Grizzlies están impartiendo cátedra cuando nadie les esperaba y de manera contracultural esta temporada. Todo el mundo se apunta a la fiesta de la orgía anotadora y cada vez juega más rápido; menos ellos, el equipo más fiero, aguerrido, lento (han hecho bueno ese término) y menos anotador de la NBA en este momento. No se sabe cuánto durará su rebelión y si podrá sostenerse en el tiempo (la lógica dice que terminarán cediendo a los mejores). Pero con todo eso, los Grizzlies son ahora el mejor conjunto del Oeste. Protagonizan un mundo al revés que para el aficionado puede resultar maravilloso. De hecho, lo es.

(Fotografía de portada de Edward A. Ornelas/Getty Images)


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