El muro Brook y los ladrillos sueltos de Milwaukee

Pendientes de terminar de encajar las piezas en un ataque que funciona a trompicones, los Milwaukee Bucks se mantienen como el segundo mejor equipo de la competición agarrados a su defensa. Ahora mismo los 106,5 puntos que reciben los de Wisconsin por cada cien posesiones son el mejor dato de la liga. Estos números, si bien es imposible desarraigarlos del colectivo, se aúpan sobre los hombros de un colosal Brook Lopez, quien seguramente encabece la lista de favoritos para el Defensor del Año en este primer mes y medio de competición.

No hay nada nuevo en la forma en la que el pívot está siendo el centro en el sistema defensivo de los Bucks. Ya sea con la tradicional defensa en caída ante pick-and-roll que propone Budenholzer o con el defensor sobre balón obligando al atacante a escoger un lado, todo se basa en dirigir la ofensiva rival hacia los designios del mariscal Lopez. La diferencia la marca el estado de absoluta concentración y control de la situación que está exhibiendo Brook noche tras noche.

Basta mirar los números brutos de tapones para entender el estado de inspiración por el que pasa. Únicamente Jaren Jackson Jr. —que solo ha disputado cinco encuentros tras su reincorporación— supera los 2,9 gorros que está colocando por partido el center de los Bucks, que acumula 23 en los últimos seis partidos. De nuevo, no hay primicia en que Lopez se configure como el ancla defensiva de unos Bucks que buscan precisamente eso. Pero las cifras respaldan la sensación de estado de gracia que vive el pívot en términos de timing y reflejos.

De los 36 interiores que NBA Statsregistra que defienden más de seis tiros a tres metros o menos de su propio aro, el de Milwaukee es el segundo que peores porcentajes de acierto permite a sus rivales. Siendo además el sexto que más lanzamientos de este tipo defiende (9,7) y el cuarto que más incide en el porcentaje de sus emparejamientos (-10,2). Lo de Brook Lopez esta temporada es lo habitual, pero mejor aún.

Todo cambia para que todo siga igual

Y quizás los Bucks vayan a necesitar que su ancla sostenga este colosal rendimiento cerrando el aro, porque la actual campaña no es igual que otras temporadas de dominancia en la defensa interior de los de Budenholzer. El técnico, otrora criticado por su falta de cintura, encaró la temporada con el claro objetivo de darle una vuelta a la forma de defender del equipo. Así lo exponía el técnico durante la pretemporada:

“Antes hemos sido una defensa de élite recibiendo muchos triples, pero es algo con lo que podías vivir. El año pasado fuimos una defensa mediocre, pero volvimos a concederlos. Así que este año nos hemos planteado mejorar en todo, incluyendo reducir los triples del rival”

Dicho y hecho los Bucks han pasado de permitir 40,6 triples por partido con un 35,6% de acierto a recibir 32,3 lanzamientos y un 36,3% por noche.

Ya el curso pasado, la baja de Lopez le llevó a probar mil variantes con Bobby Portis o Giannis Antetokounmpo ocupando el puesto de cinco durante largos tramos. Lo cual llevó al equipo a conceder más lanzamientos triples que nadie en la historia de la liga. Budenholzer esgrime que la tendencia de las mejores defensas va en la dirección de defender los lanzamientos exteriores con mayor agresividad, y ha aprovechado este reseteo para implantar una nueva idea defensiva. Algo debió de hacer clic en el técnico durante su camino hacia el anillo. P.J. Tucker y Jrue Holiday le abrieron la ventana de la versatilidad y, habiendo presenciado sus riquezas, parece que ha dejado atrás el conservadurismo.

La actual versión de Lopez está potenciando un sistema que, pese a no abrazarlo, no tiene miedo al cambio de emparejamiento y en el cual las ayudas interiores no muestran la agresividad de campañas pretéritas por una mezcla de confianza ciega en su ancla y cambio prioridades. Los bloqueos se pasan por encima y se invita al rival a ejecutar desde la media distancia. No en vano son el segundo equipo que más tiros recibe desde tierra de nadie. Solo superados, casualmente, por los Boston Celtics.

¿El resultado? Un conjunto que se viste de campeón de los pies a la cabeza y del cual emana la noción de poder ajustar a placer cuando el contexto lo requiera. Por supuesto que sigue habiendo noches de desconexión adoptando las nuevas directrices y aspectos que les traen demasiados quebraderos de cabeza como puede ser el pick-and-pop. Pero la percepción es que llegado el día D, Holiday volverá a secar una de cada dos noches a la estrella rival, el midrange volverá a ser zona non grata y las rotaciones se alargarán hasta el infinito para sellar líneas de pase y obligar a la penetración. Todo ello con la lección que les está permitiendo aprender Brook López al ritmo que el proceso requiera.

(Fotografía de portada de Stacy Revere/Getty Images)


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