Una situación ‘incómoda’ de esas, en la que hacer lo lógico (para el equipo), lo merecido (para el jugador), lo que debes y, esencialmente, lo que puedes, derivará en el clásico contrato tóxico en un noventa por ciento de los casos analizados.
Los Charlotte Hornets y Devonte’ Graham: dos lados de la mesa condenados a entenderte (y cuanto antes mejor) y ante el reto de romper las expectativas de este distópico redactor.
Evolución de Graham de rookie a sophomore:
- 2018-19: 4,7 puntos (34,3% en TC; 28,1% en triples), 2,6 asistencias y 0,5 en win shares en 14,7 minutos.
- 2019-20: 18,2 puntos (38,2% en TC; 37,3% en triples), 7,8 asistencias y 3,4 en win shares en 35,1 minutos.
Con Allen Iverson como el ‘imposible’, Isaiah Thomas como ‘súper improbable número uno’ y Trae Young como ‘súper improbable número dos’, Devonte se presenta a filas como ese point guard menudo de tamaño y, en su caso, de explosión tardía y un sensacional tiro de tres, que fue elegido en la vanguardia de la segunda ronda del draft (puesto 34º) pero que de repente a empezado a rendir como todo un lottery pick.
Y esto lo ha hecho ya en segundo año de contrato, cuando la franquicia en la que milita tiene a su alcance ofrecerle, bien, su oferta cualificada (2021-22), bien, una renovación acorde a las expectativas de rendimiento, adelantándose a futuros acontecimientos… lo cual, esto último, puede vestirse de trampa; de puente tambaleante en el que ni el rechoncho Edgar caería, pero por el que los Hornets parecen conminados a aventurarse a cruzar. Explicamos por qué.