En la cabeza de Carmelo Anthony

Toda una carrera por encima de la veintena. Encestador endiablado. Un jugador soberbio, que supo ganar en la universidad, pero al que se le resisten los triunfos profesionales.

Carmelo Kyan Anthony es uno de esos jugadores únicos. Un talento de dimensiones incalculables, capaz de anotar desde cualquier posición de la cancha y ante cualquier defensor. Sin embargo, son ya muchos años en la liga, y pese a que nadie, que sepa las nociones básicas del deporte de la canasta, negará nunca la facilidad y las habilidades que Anthony posee para jugar al baloncesto, los años aprietan y las dudas sobre su capacidad para liderar un equipo ganador aumentan.

Voy a dejar clara una cosa antes de seguir: Carmelo no es LeBron. Volveremos sobre esto.

Anthony, que empezó su carrera en Denver, cambió de aires mediada la temporada 2010/2011. Decidió dejar un mercado pequeño, en el que no veía la manera de dar el siguiente paso, para jugar en el Madison Square Garden de Nueva York, la meca del baloncesto. Todavía se me ponen los pelos de punta cada vez que recuerdo su primera introducción como Knickerbocker en el Madison. Sonaba “I’m coming home” (Diddy-Dirty Money) cuando Anthony, nacido en Brooklyn, hacía su primera aparición en la cancha neoyorquina como nuevo jugador y nueva esperanza de los New York Knicks.

Ahora, tras tres temporadas y media como héroe boloncestísico de la Gran Manzana, el ex de la Universidad de Syracuse ha decidido ejecutar la early termination option que le ofrecía su contrato con los Knicks y convertirse en agente libre sin restricciones.

Anthony ya ha cumplido los 30. Se encuentra, probablemente, en el mejor momento de su carrera: 27,4 puntos, 8,1 rebotes (Career High) y 3,1 asistencias por noche, lanzando por encima del 45% en tiros de campo y por encima del 40% desde la línea de tres puntos. Sin embargo, no consigue crear a su alrededor un equipo ganador. Finales del Oeste con los Nuggets y semifinales del Este con los Knicks, han sido los mejores resultados de una carrera muy pobre, en lo que a post-temporada se refiere. Carmelo necesita ganar.

Nueva York le ofrece un proyecto nuevo en el que Phil Jackson tratará de convertir a la banda del patio (con muchas trabas económicas para la temporada 2014/2015, como los contratos asegurados de Stoudamire, 23,4 millones de dólares, o Bargnani, 11,5 millones de dólares), en un equipo candidato a todo. Este tipo de transformaciones suelen llevar tiempo, aunque sea el Maestro Zen quien lleve el timón, y a Carmelo se le acaban las ganas de esperar.

Houston, Dallas, Chicago, Los Angeles o incluso Miami, son los equipos que han sonado como posibles destinos. La realidad es que cualquiera de estos conjuntos, a excepción de los Lakers, parece más cerca de conseguir formar un equipo con aspiraciones reales, que los New York Knicks. Todos ellos tienen, además, mejor situación económica para la temporada que viene (suponiendo que los Bulls consigan empaquetar o amnistiar los 16,8 millones de Boozer). Para que nos hagamos una composición de lugar: Howard cobrará la próxima temporada dos millones menos que Stoudamire y Noah solo 700.000 dólares más que Bargnani.

Si fuera el corazón de Anthony el que decidiera el siguiente paso, estoy completamente seguro de que la sonrisa de Melo se quedaría en Nueva York. Pero no es momento de que su corazón dicte su futuro. Ganar un anillo es el objetivo y para encontrarse en posición de alcanzar esa meta, hay que decidir con la cabeza, hay que dejar la Gran Manzana (aunque llegue Pau Gasol).

¿Cómo elegir el destino ideal cuando ya te has equivocado antes? La decisión de Carmelo no es sencilla.

Houston es un equipo que busca un anillo al estilo Miami Heat (Big three style), Dallas sigue creyendo que rodeando bien a Nowitzki se puede intentar un segundo asalto y Chicago parece el lugar idóneo, pero el estado de Rose sigue siendo una incógnita. Los Angeles sería un paso en horizontal y la posibilidad de recalar en Miami es más ficción que realidad.

Ahora es cuando vuelvo a la comparación entre Anthony y James. Un paralelo absurdo que, aunque nadie admita, todos aquellos que tienen, han tenido y tendrán dudas sobre Carmelo, han hecho en infinidad de ocasiones, posiblemente, sin ni siquiera darse cuenta.

La razón que me lleva a hablar de esto es la siguiente: Anthony tiene que elegir un equipo que le venga bien él, no uno que le iría como anillo al dedo a James.

El hecho de que fueran elegidos en el mismo Draft (2003), de que pelearan hasta el final por el premio al mejor Rookie (se lo terminó llevando LeBron), de que compartan posición sobre el parqué (alero) y de que hayan tenido carreras, en gran parte, paralelas (ambos dejaron un mercado pequeño para recalar en uno mayor), no quiere decir que podamos juzgarlos con el mismo rasero.

LeBron es el jugador total. Capaz de hacer todo y más, sobre una cancha de baloncesto. Carmelo es un jugador con algunas limitaciones. Se trata de un talento puro. Solo Stephen Curry y Kevin Durant tienen una facilidad natural semejante a la del alero nacido en Brooklyn. Pero eso no significa que seas LeBron James.

Carmelo anota. Gana partidos en el lado ofensivo de la cancha. Para explotar esa habilidad encestadora y que esta se traduzca en victorias, se necesitan un protector del aro, un fajador (tipo Chandler o Noah) que capture rechaces y que se dedique a las pequeñas cosas (famosos intangibles). También se necesita un movimiento de balón rápido y constante, que libere a Carmelo de jugar casi todos los balones en uno contra uno en el lado derecho de la cancha. Se necesita amenaza exterior, para aprovechar las ventajas que este pueda crear cuando se deshaga de su par. Y se necesita un entrenador en cuya pizarra de final de partido igualado, ponga algo más que: ISO for Melo.

LeBron no necesita esas cosas. Él es un base en el cuerpo de un alero. Solo necesita gente que pueda asumir protagonismo ofensivo (como Wade y Bosh cuando han estado bien) para no tener que llevar el peso del partido durante 48 minutos. Los demás solo han de meter los tiros abiertos y dejar que el Rey les guíe.

Carmelo necesita un equipo hecho a su medida. Necesita un base con galones que cree ventajas desde el pick&roll, un pivot fajador que le cubra las espaldas y le exija implicación y un entrenador consolidado con una pizarra en condiciones (supongo que se me nota la desesperación). En definitiva, Carmelo lo que necesita es decidir con la cabeza. Esta vez no se puede equivocar.


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