Goran Dragic: el Eurobasket de su vida

A la siempre fiable Eslovenia, perenne en los torneos continentales por selecciones, sólo le falta ganar una medalla para convertirse en una de las grandes del baloncesto europeo. Estuvo cerca en 2009, cuando acabó cuarta, su mejor clasificación de siempre en cualquier campeonato internacional de primer nivel. Un país que respira baloncesto, que lo ama, que lo heredó como parte de la extinta Yugoslavia. Una nación que sueña ahora, más de 25 años después de aquella independencia sellada sin apenas sangre, con una presea en un Eurobasket.

Eslovenia tienen motivos hoy día para la esperanza, no sólo desde el 4-0 que marca su balance de la fase de grupos, que le hace estar ya en octavos de final a falta del duelo contra Francia, sino por los protagonistas que permiten ese récord impoluto en el casillero esloveno. Se habla mucho, principalmente en España y por razones obvias, de la pareja Anthony Randolph-Luka Doncic, compañeros de selección y de club, pues comparten vestuario durante el curso en el Real Madrid. Sin embargo, más allá del impacto mediático de estos jugadores, sobresale un líder, una auténtica estrella, un tal Goran Dragic, jugador de los Heat, jefe de Eslovenia, que no ha bajado de los 20 puntos en ninguno de los encuentros que ha disputado, que promedia 25,0 tantos en este Eurobasket 2017, que es el líder de anotación en el torneo y que completa su exhibición total con un promedio de 4,3 asistencias, que le hacen estar dentro del Top-20 de máximos asistentes del Eurobasket 2017.

Sí. Goran Dragic ha perdido muchas batallas europeas de selecciones; sí, Dragic está en la madurez de su carrera, en ese punto de forma y de talento, de conocimiento y de calidad, que dura un tiempo determinado y que luego ya no vuelve como tal. Puede haber fogonazos, puede incluso lograrse que durante días todo sea como fue, pero la magia y la finura como algo habitual y continuado tienen caducidad. No, no es casualidad que Dragic haya firmado en los Heat, durante la 2016-17, los topes de su carrera en anotación. Tampoco lo es que este Eurobasket sea el último que vaya a jugar con Eslovenia. Los cuerpos y los años pasan factura, también los veranos de trabajo. Se acabó eso; pero antes, una medalla. Quizá.

100 puntos

Esa cifra exacta, y bonita, es la que suma Dragic tras los cuatro primeros partidos con Eslovenia. 100 puntos anotados, con 30 ante Polonia, 29 frente a Finlandia, 20 contra Grecia y 21 a Islandia. Y en todos los partidos, menos contra los finlandeses, no ha superado la media hora sobre la pista. Por supuesto que Dragic es el máximo anotador de Eslovenia, pero también es el máximo asistente, con 4,3 pases de canasta, y el más valorado, con 23,3 puntos de media, de su selección.

Un dato ilustra el peso del base sobre el juego de los suyos y el impacto que tiene en las defensas de los rivales: Dragic había ido entre los cuatro primeros duelos del Eurobasket un total de 34 veces a la línea de tiros libres, más que nadie en todo el torneo, y había acertado en 29 ocasiones. El juego esloveno pasa por él, como las esperanzas de que de una vez por todas la selección de Eslovenia sume esa medalla que siempre busca, pero que la mayoría de las veces se ha quedado perdida en la maldición de cuartos.

Sí, otros equipos también la sufren. Pero como hicieran esos mismos otros, Eslovenia aspira a salir de ella. Dragic tiene el plan y las ganas. Quizá sea este el año. El del Liubliana nunca había jugado tan bien en un Eurobasket. Y él sabe que no habrá un después.


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