Grizzlies: aspirantes reales

Sabemos cómo funciona la NBA. Una Liga, un negocio, en la que el estruendo mediático más sonoro gira alrededor de los mercados masivos, sus grandes éxitos y sus, a veces, mayores dramas. New York, Boston, Los Angeles y Miami aglutinan la pasión de los analistas, con más crónicas al día de las que cualquier ser humano es capaz de leer.

Pero en medio de tanto bullicio, existe un equipo pequeño en una ciudad todavía más pequeña que, sin embargo, tiene grandes planes. Un equipo dentro de la Conferencia Oeste que abarrota su pabellón noche sí noche también, dando a sus fans sólidos motivos para creer. Cuenta con experiencia en post-temporada, encara los partidos con el entusiasmo de un college team, comparte el balón y excita a su público. Y este equipo en particular, lo creamos o no, no es el que está en Oklahoma City.

Con todos nosotros, los Memphis Grizzlies.

“Memphis es la mejor ciudad de baloncesto del sur de los Estados Unidos”, dice Chris Wallace, General Manager de la franquicia. “Esto es algo muy importante, que nos ayuda a desarrollar una ventaja inicial cada vez que jugamos en casa”.

Llegaban con un balance de victorias/derrotas de 8-1 al partido del pasado lunes en el FedEx Forum ante Denver, con una racha de ocho triunfos seguidos, incluyendo uno de definitivo contra, esta vez sí, Oklahoma City Thunder. Pero incluso nada de esto creaba la más mínima señal de confusión en el entorno de la Liga.

Sabemos cómo funciona la NBA. Sabemos, por tanto, que Memphis es fundamentalmente el mismo equipo que hace dos años sacudió a la Liga eliminando a los Spurs (el mejor equipo del Oeste esa temporada) en primera ronda de los Playoffs; o el mismo que en la misma altura de la post-temporada cayó el año pasado en el séptimo partido ante los Clippers, en quizá la mejor serie que ambas franquicias hayan vivido jamás. El mimso equipo, también, que lleva ganados el 50% de los partidos de Playoffs que ha jugado (10-10) en los dos últimos cursos.

El mismo equipo que es hoy. Rudy Gay y Zach Randolph como forwards, Marc Gasol de center, y Mike Conley y Tony Allen en el guard. Con el mismo entrenador, Lionel Hollins, al mando desde 2009.

Esa consistencia proporciona a los Grizzlies una cierta consciencia, un mayor entendimiento entre los jugadores entre sí y entre los jugadores y el entrenador. Lo que, sin duda, puede dar grandes réditos a largo plazo, especialmente cuando hablamos del talento y equilibrio que atesora Memphis. La familiaridad, por sí sola, no gana partidos. Pero al lado de experiencia en grandes partidos, sí ayuda.

Gay es un 2’03m anotador, sobrado de capacidades para crearse su propia canasta, y quizá los más cercano que esta cohesionada y solidaria franquicia tiene a una superestrella. Lidera a los Grizzlies en anotación (20,0 puntos por partido) en su ya séptima campaña en el equipo, pero a diferencia de lo sucedido en otros anteriores cursos, Gay también rebosa confianza: “¿Quién iba a pensar el año pasado que Oklahoma City llegaría a las Finales?. ¿Por qué no nosotros en este?”

Pero los tiempos no siempre fueron tan felices en Tennessee, especialmente para Wallace. Para los desmemoriados, el GM de Memphis fue un día públicamente vapuleado por traspasar a principios de 2008 a su entonces jugador-franquicia, Pau Gasol, a Los Angeles, en un traspaso que trajo a cambio los derechos de su hermano menor, un entonces desconocido para la NBA Marc Gasol, un par de elecciones de Draft y algunas otras piezas (incluyendo el expiring contract de nada menos que Kwame Brown). El vapuleo no se limitó por aquellas fechas a los fans de Grizzlies, sino que también llegó de la voz de Michael Heisley, en aquellos días propietario de la franquicia y, por tanto, jefe directo de Wallace.

Puede que discutir el movimiento de Wallace fuera lo más simple entonces, pero las cosas no funcionaban en Memphis con Pau Gasol como estandarte. Los Grizzlies se metieron antes tres veces consecutivas en los Playoffs (2004-06), pero fueron barridos en todas ellas, sin ser capaces de ganarles un simple partido a San Antonio primero, a Phoenix después y finalmente a Dallas. El equipo necesitaba una revisión a fondo y Chris Wallace debía ser el encargado de llevarla a término.

No fue fácil, nada fácil. En la fase de reconstrucción tras la salida de Pau, Memphis apenas ganaba 30 partidos por temporada, mientras veía como su otrora jugador-franquicia conseguía dos anillos con los Lakers. Pero, una vez los Grizzlies empezaron a conjuntar jugadores de peso con acierto en algunas elecciones clave del Draft, el equipo se vino arriba, llegó una buena frequencia de victorias mantenidas en el tiempo y la ciudad se volcó en el proyecto.

Su cinco inicial sigue intacto (Conley, Allen, Gay, Randolph, Gasol) y funcionando, pero los buenos dividendos que este inicio de temporada está reportando a la franquicia, son también responsabilidad de tener un banquillo profundo y eficiente, con Mareese Speights, Darrell Arthur (ahora lesionado), Quincy Pondexter, Jerryd Bayless y Wayne Ellington; los dos últimos ayudando a superar la baja de O.J. Mayo, ahora rindiendo para Dallas.

Se han ganado ocho de los diez primeros partidos, se ha aplastado a los todopoderosos Heat en casa, derrotado solventemente a los Thunder a domicilio y se ha hecho perder a los Knicks el primero de sus dos únicos partidos de lo que va de curso. Pero es que, además, se ha puesto el nombre de la franquicia en las conversaciones para luchar por un objetivo de máximos desde la primera semana de competición.


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