Estábamos tan hambrientos de buen baloncesto que hemos olvidado que existe vida más allá de la burbuja. Como si cada uno de nosotros también hubiera decidido aislarse durante meses en nuestro particular resort mágico. Un pequeño mundo encerrado entre la crisis sanitaria y la rebelión ante la injusticia racial. Sin aficionados, con un estricto protocolo de seguridad pero con el calor que nos están brindando estas dos primeras semanas de competición.
T.J. Warren nos encandiló rápidamente con sus 53 puntos ante los 76ers. Luka Doncic y Devin Booker han hecho soñar a los aficionados, principalmente a los ubicados en Phoenix. Damian Lillard ha decidido “parecerse más que nadie a Kobe Bryant”, en palabras de Raja Bell y para desgracia de unos Grizzlies hundidos. Mientras tanto, los LeBron James, Giannis Antetokounmpo, Kawhi Leonard y compañía preparan el inminente asedio a los playoffs. Un poco más allá, en un horizonte que las torres de los palacetes y los altos hoteles de Disney World no permiten ver, se halla otra NBA que no ha sido invitada a la fiesta de reanudación.
Hace poco más de un año, los Golden State Warriors disputaban sus quintas Finales de la NBA consecutivas.