Florida se ha convertido en los últimos años en un lugar de redención en el que aquellos repudiados por el ostracismo se han reafirmado ante los ojos de la NBA.
Un ansia por demostrar su valía que sirve como combustible para alimentar un gen competitivo sobre el que se construye la tan conocida cultura de los Miami Heat. “No tenemos estrellas, pero sí tenemos a jugadores que les gusta competir de principio a fin en cada partido”, declararía Erik Spoelstra tras eliminar a Boston Celtics en las Finales de Conferencia del pasado año.
El eje central de ese fuego interno lo establece a día de hoy Jimmy Butler, quien recaló en South Beach en junio de 2019 mediante un sign-and-trade con Philadelphia. Un jugador que encarna esas cualidades de liderazgo, profesionalidad, trabajo duro y entrega que ya exhibieron con anterioridad los grandes jugadores que vistieron la camiseta de la franquicia: Alonzo Mourning, Tim Hardaway, Chris Bosh, Dwyane Wade o Udonis Haslem. “Todos los jugadores jóvenes que llegan a la liga deberían estudiar imágenes de Jimmy Butler”, señalaría Spoelstra.