Houston Rockets, ¿menos candidatos con Carmelo Anthony?

Carmelo Anthony no vive sus días más rutilantes en la NBA. Señalado como explicación más lógica de los problemas de los Thunder el pasado curso, su reputación cojea sobremanera. La propia entidad de OKC no quiso seguir contando con él (tenía un curso más de contrato por 27 millones de dólares que hacía su permanencia económicamente insostenible) y Atlanta absorbió (vía traspaso) su contrato solo para poder cortarlo después y romper la cinta de su segunda reconstrucción en pocos años. Parece que el otrora astro en Denver y New York terminará jugando en Houston, quienes tras un verano despistado en los despachos pretenden reafirmar sus opciones de competir con los Warriors. Precisamente quieren hacerlo con incorporaciones como la de Carmelo Anthony.

Su llegada a Texas por el mínimo salarial (2,4 millones) se da por hecha aunque aún no es oficial. Y con ella, parte de la opinión pública de la NBA sentencia ya que las opciones de anillo de los Rockets menguan. El portal deportivo Sports Line se aventuraba a cifrar en 4,8% las opciones de anillo sin Melo y 3,9 con él. Vaya, que con Anthony los Rockets tendrían menos opciones de ganar.

El estigma de Carmelo (34 años) es evidente: nunca lideró a un equipo lejos en playoffs y mucho menos estuvo cerca del campeonato. El sambenito de negligencia en rondas altas de postemporada pesa demasiado sobre él tras tantos años, pero ¿realmente reduce Carmelo por sí solo las opciones de Houston?

Para empezar, no es que la sola silueta de Anthony pueda enterrar a los Rockets, sino que hay que entender el contexto en el que llega. El verano de Houston ha sido árido en los despachos. Se mantuvo a Chris Paul con un contrato máximo por cuatro años (ahora tiene 33) y todavía no se ha cerrado la continuidad de Clint Capela, una pieza clave en el proyecto, como finalizador, muro de grandes bloqueos y dique central cerrando el aro. Se fueron Trevor Ariza (un año y 15 millones a Phoenix) y Luc Mbah a Moute; y precisamente en esas dos marchas se empieza a entender la teórica debilidad de los nuevos Rockets con Carmelo. No es solo porque esté él, sino en lugar de quién ha llegado.

Sexta mejor defensa 2017-18

Uno de los grandes saltos de Houston el pasado curso fue a través de la defensa, siendo la sexta mejor de todo el campeonato (103 puntos encajados por 100 posesiones) y una de las tres mejores en los últimos meses de temporada regular —recordemos que Rockets terminó con el mejor récord el período regular—. Precisamente el plus defensivo estuvo motivado por el edificio que Mike D’Antoni levantó con sus aleros y jugadores muy móviles. Trevor Ariza, Mbah a Moute o P.J. Tucker encarnaron el prototipo de alero fuerte, ágil, versátil y capacitado para defender con calidad a su marca y también los cambios de asignación. Estos tres jugadores cumplían la función defensiva a la perfección tanto con hombres interiores (más grandes y fuertes que ellos) como exteriores (más rápidos). Como resultado, los desajustes eran más difíciles de ver en la retaguardia ‘rocket’ y la defensa, más fiable. La teoría moderna de que en el juego cada vez hay menos posiciones y más funciones estuvo perfectamente reproducida por la defensa de D’Antoni.

Toda esa praxis se viene abajo con la llegada de Carmelo, quien nunca fue un gran defensor y además está (34 años) en el peor momento de su carrera para empezar a serlo. Su rapidez, agilidad y capacidad para defender jugadores más rápidos son, naturalmente, inferiores a hace unos años.

A esto hay que añadir que ante Warriors y Lakers (ahora hay que contarles, está LeBron) la defensa con cambios constantes de asignación y prevención de los missmatch es paso obligatorio para no ahogarse en el segundo cuarto. Difícil tesitura para Houston si en el campo han de coincidir el propio Melo y James Harden, quien el pasado curso mejoró en retaguardia pero nunca será un buen defensor.

Carmelo ataque, Carmelo defensa

Expuesto más o menos el dilema detrás, nos vamos a permitir el lujo de dividir el impacto que Carmelo pueda tener en los Rockets en dos zonas: defensa y ataque. Como ya hemos comentado, en defensa su influencia tiene todas las de perder y Houston es, sobre el papel, peor defensa con él en lugar de Ariza y Mbah a Moute.

Por otro lado, en ataque el talento de Anthony es de sobra superior al de sus predecesores. La función de estos dos últimos se limitaba a tener la escopeta cargada en una esquina y, si llegaba la ocasión, tratar de sumar desde lejos. Protagonismo bajo pero alta eficiencia muchas veces (sobre todo hablando de Ariza) como meros ejecutores. El prisma cambia con Carmelo, quien está acostumbrado a ejercer no poca influencia ofensiva a través de su uno contra uno. Su capacidad de desborde ya no es la misma de antes pero sí sus ganas de jugar en aclarado y de probar la paciencia de su marca ante los amagos y fintas. Su gusto por tener el balón y el aclarado hace que la coexistencia de su idea tradicional de juego y la llegada a Houston sean, directamente, conceptos incompatibles.

Adiós al uno contra uno

Para empezar, James Harden y/o Chris Paul (y si no, Eric Gordon) monopolizan casi la totalidad de la dirección ofensiva de los Rockets. El balón siempre está en su poder y son ellos quienes deciden cómo ha de empezar y terminar una jugada. El resto de compañeros se ciñe a la mera ejecución del plan que sus líderes han diseñado con anterioridad. En otras palabras, los casos en los que la bandera a cuadros acabara en aclarado para un tercer compañero fueron prácticamente inexistentes.

Esto abre dos posibilidades (seguramente más) en la adaptación ofensiva de Anthony a los Rockets. Si parte desde la formación titular, el monopolio del balón y los unos contra uno que acostumbra a emplear no son posibles. A cambio tendrá que desarrollar una labor más ejecutora como alero anotador y hasta cuatro que se abre para tirar desde fuera. Es decir, tendrá que dejar de explotar sus condiciones ofensivas de siempre y pasar a un papel más especialista, de rol anotador únicamente, aprovechando las ventajas que puedan generar sus compañeros, no él mismo. El arte del tiro en suspensión y el triple serían más que nunca su misión en el equipo. Y también se abre la posibilidad de que los Rockets dibujen para él algún que otro camino desde la media distancia (en la temporada 2017-18, solo el 18% de los tiros intentados por Houston no fueron debajo del aro o desde el triple).

Por otro lado, cabe la posibilidad (aunque el pasado curso en OKC él mismo la rechazó de inicio) de partir desde el banquillo. En tal tesitura Carmelo sí podría abrazar más responsabilidad y poder desplegar algo más sus condiciones de uno contra uno. Sin embargo, tampoco podría desfasarse demasiado, ya que la premisa en Texas reza desde el año pasado que o Paul o Harden han de estar siempre en la cancha. Tendría que cohabitar siempre con uno de ellos, y también sus habilidades para fabricarse propios tiros y propias ventajas. Siguiendo su patrón de conducta tradicional, resulta difícil imaginar que acepte salir como reserva, pero esta temporada más que nunca ha de observar el entorno donde está y valorar que es él quien ha de adaptarse.

Para ese buen aterrizaje ha de mejorar sí o sí sus porcentajes de tres puntos (35% en temporada regular y 21,4 en playoffs el pasado curso). Desde el triple es donde puede ser importante como ejecutor de servicios.

En OKC «faltó tiempo»

La aclimatación táctica es inevitable pero quizá más llevadera contando con que Melo guarda una gran relación con Chris Paul; no así con Mike D’Antoni, con quien ya coincidió en New York. El mismo Anthony alegó recientemente que en OKC lo que falló fueron las prisas: «No fue un buen ajuste. Creo que el año pasado todo fue con demasiada prisa. Todo era como, Melo puede llegar y unirse a nosotros. Como que yo podía averiguar cómo hacerlo porque llevaba mucho tiempo en este juego. Por eso fue algo inconsistente. Tenía que descifrar yo solo en lugar de gente ayudándome», pudo explicar el alero, y recogió el portal AmicoHoops.

En los Thunder, pues, le faltó (a su juicio) uno o varios guías espirituales que facilitasen su transición en el equipo.

Entonces, ¿mejor o peor?

Así, de la conversión con éxito de Carmelo en ejecutor certero o en líder secundario pueden depender las más o menos opciones de los Rockets para con el campeonato. Y cuidado también a cómo pueda aprovechar Houston la confluencia de tres estrellas ofensivas en pista; las ventajas que puedan generarse entre unos y otros pueden ser diferenciales y Anthony puede hincharse con el olfato asistente de Harden y Paul. Eso en ataque.

En defensa, qué duda cabe de que Houston pierde potencial con su llegada; los cambios de asignación y toda la defensa nunca fueron asignaturas de matrícula para Carmelo, y sí son materias troncales si se quiere hacer daño a Warriors o a LeBron James. Cuantos menos desajustes se puedan generar atrás, más cerca de competir con los gigantes.

Especialista en tal guerra es P.J. Tucker, que de momento sí continúa en las filas de Houston. También echará una mano James Ennis, llegado este verano, pero la defensa tejana es sobre el papel peor a la del curso pasado.

Mejor, pues, en ataque y peor en defensa. Los Houston Rockets son diferentes con Melo y solo él sabrá despejar si mutan a mejor o no como conjunto. En cualquier caso, un equipo con Chris Paul, James Harden y Carmelo Anthony se antoja terriblemente divertido.


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