Todavía con los últimos segundos del último partido de estas Finales por consumir, el júbilo se apoderó del American Airlines Arena de Miami, al tiempo que el confetti empezaba a llover.
LeBron James anduvo hacia el centro de la pista, justo delante de la mesa de anotación, y dejó caer sus brazos alrededor de Kevin Durant, que llevaba una toalla blanca en la cabeza como las mujeres se ponen un pañuelo. Los labios de James se acercaron al oído de Durant, su gran amigo y compañero de entrenamientos estivales mucho más que su rival, para susurrarle lo muy orgulloso que estaba de él. Fue una escena con alta carga emocional.
“Sabes, esta no es la última vez que vemos a Oklahoma City en unas Finales” fue lo que dijo LeBron James tras la victoria. Su victoria.
Y es que lideradas por, sin discusión, los dos mejores jugadores de baloncesto del momento, estas Finales han sido las más seguidas desde las de 2004, último capítulo de la relación Shaq-Kobe en los Lakers con todo su drama asociado made in Hollywood.
Puede que sí. Puede que el peso que ahora se ha quitado LeBron James en los Heat le libere en la búsqueda de “no de uno, no de dos, no de tres…” anillos, como declaró en el día de su presentación en Miami. Así fue con Michael Jordan, de hecho. El camino en la Eastern Conference no parece demasiado bacheado, al menos, con Derrick Rose perdiéndose gran parte de la próxima temporada de los Bulls (cuando no toda), y los cada año más veteranos Celtics como única amenaza real.
Por su parte Oklahoma City, en el Western, aún encontrándose claramente en lo que parece la cresta de una larga y sólida ola, no se escapa de dudas sobre la sostenibilidad de su éxito. Con ninguno de sus cuatro mejores jugadores por encima de los 23 años, a punto han estado de convertirse en el equipo más joven en la larga historia de la NBA en conquistar el anillo, tras los Blazers de 1977.
Pero la firma del nuevo convenio colectivo que a punto hizo que se llegara a suspender esta temporada dificulta, por sí mismo, que OKC pueda mantener a Harden y Ibaka en el conjunto, teniendo Durant y Westbrook ya firmados contratos de larga duración (y grandes cuantías) con la franquicia. Ibaka y Harden pueden convertirse en agentes libres restringuidos al final de la próxima campaña.
Sam Presti, su GM, ha sabido hábilmente armar y mantener una gran plantilla vía Draft, pero los desinteresados valores que ha buscado Presti al querer una franquicia al estilo San Antonio serán duramente puestos a prueba cuando llegue el momento de pagar a todas sus estrellas lo que éstas creen merecer; incluido su actual entrenador, Scott Brooks, cuya renovación sigue inexplicablemente sin resolverse.
Y mientras hay pocas razones como para pensar que los Thunder no vuelvan más a estar en unas Finales de la NBA, su camino hacia ellas es algo más tortuoso que el de los Heat. El mejor momento de estos Lakers ya pasó, pero sin embargo cabe preguntarse qué hubiera pasado si éstos no hubieran perdido dos partidos que tenían ganados ante Oklahoma City en las Semifinales de Conferencia. Los Spurs han demostrado ser en estos dos últimos años, sin duda, el mejor equipo de la competición… hasta que empiezan los PlayOffs. Y con los Mavs, por su parte, sucede que este próximo periodo de Free Agency puede demostrar que, al final, no fue tan mala idea descomponer el equipo hace un año campeón. Por no hablar de Clippers, Grizzlies o incluso Nuggets, todos capaces de dar un buen susto a cualquiera.
De nuevo, todos estos obstáculos quizá sean más fáciles de superar tras la experiencia que los Thunder se llevan de estas Finales perdidas. Sirvan los gestos y palabras de Durant y Westbrook a todos sus compañeros y miembros del staff técnico cuando ambos ya sentados en el banquillo, y con el Game 5 de las Finales todavía por concluir, alentaron con ánimo y positivismo al resto, como tratando de asegurar que ésta no era la última vez.
En estos últimos días, Kevin Durant y sus compañeros han escuchado repetidamente los comentarios de LeBron James y sus compañeros sobre las lecciones aprendidas en las Finales perdidas del año anterior, y como éstas han servido para conseguir el éxito final este año. Pocos esperan otra cosa que no sea oír repetir estos mismos argumentos en la voz de Durant y los suyos el año que viene.