«Jeremiah nació para ser especial. Nació para llevar una camiseta de la NBA. Nació para ser uno de esos chicos de los que la gente habla. Lo hace todo bien. Y no va a parar de crecer hasta ser All-Star en la liga”.
Pete Kaffey, entrenador de Fears en Arizona Compass Prep, a The Associated Press.
Cuando Trae Young saltó al parqué del Griffin Family Performance Center no le tembló el pulso. Como tampoco titubeó tras escuchar que Buddy Hield pedía defenderlo un par de días atrás.
Su carné de identidad todavía reflejaba 17 primaveras, pero su edad no iba a reprimir su deseo de demostrar su valía, ya fuera anotando tres triples consecutivos o persiguiéndolo por toda la cancha, aun a riesgo de ser ridiculizado por la estrella de los Atlanta Hawks.
De descaro iba sobrado. De confianza, todavía más. Respetaba su apellido, pero no hacía honor a su carácter.
“Cada vez que un jugador de la NBA acudía a nuestro gimnasio, Jeremiah era el primero en atacarlo. Juega con mucha confianza en sus habilidades. Fue muy divertido verlo jugar contra Trae Young”, recordó su compañero Kobe Elvis.
No fue ni mucho menos fortuita esta dosis extra de motivación: Buddy Hield y Trae Young habían sido los últimos dos jugadores de los Oklahoma Sooners en ser elegidos en primera ronda del draft. En 2016 y 2018, respectivamente, para ser exactos.
Y Jeremiah Fears había decidido tiempo atrás que seguiría el mismo camino que ambos. De hecho, él mismo acababa de enrolarse en la Universidad de Oklahoma con el claro deseo de cumplir su sueño de jugar en la NBA.
Su gran y único objetivo.
A principios del pasado mes de diciembre, el teléfono móvil de Jeremiah sonó mientras salía del gimnasio tras un entrenamiento nocturno. Era su hermano, Jeremy Fears Jr. Un año y medio mayor que él, Jeremy quería saber cómo le iba y le dio un par de recomendaciones para devolverle el aliento tras dos discretas actuaciones consecutivas contra Louisville y Georgia Tech.
No era la primera vez que ambos intercambiaban consejos y compartían sus sentimientos sobre el baloncesto y todo lo que le rodea. Jeremy, además, añadía el pedigrí de ser el base titular de Michigan State y medalla de oro con la selección de Estados Unidos sub-17 en el Mundial de 2022, en un equipo al que lideró en asistencias y en el que también estaba presente un tal Cooper Flagg.
La cuestión es que ambos crecieron juntos: en casa y en las canchas de baloncesto de Illinois. Nacieron en Joliet y allí compartieron asfalto y parqué hasta el instituto, cuando Jeremy fue transferido a La Lumiere School de Indiana, mientras que Jeremiah continuó en Jolie West High School.
El pequeño de los Fears tuvo buenos maestros. Tres, para ser exactos.
Su padre, Jeremy Fears Sr., pasó por las universidades de Ohio y Bradley antes completar una discreta carrera profesional en Grecia, Alemania y Hungría. Tras ello se volcó por completo en el entrenamiento de sus hijos y en supervisar milimétricamente su futura carrera profesional.
“Mi papá ha sido una gran influencia para mí, ya que jugaba y conocía muy bien el juego”, compartió el joven guard en una entrevista para ESPN en abril.
A su hermano le debe su versatilidad como jugador. Siendo Jeremy el mayor, Jeremiah no tuvo más remedio que aceptar esta jerarquía fraternal y volcar sus esfuerzos en el juego sin balón para recibir los constantes pases que le daba. Cortando a canasta, tras bloqueo o abierto en una esquina, el pequeño —no tanto tras crecer ocho centímetros en un año y dejar atrás a su hermano en 2023— pulió su mecánica de tiro y se convirtió en un tirador peligroso.
“Siempre ha sido [sobre su hermano mayor] un base que prioriza el pase y hacía lo que su equipo necesitaba, mientras que yo era el anotador a su lado. Es mi mayor crítico y también mi mayor apoyo. Me ha ayudado muchísimo con mi toma de decisiones y mi liderazgo”, admitió Jeremiah en la misma pieza.
El tercer maestro se lo regaló otro centro educativo casi tan importante como la institución oficial: la universidad de la calle. La diferencia de edad con su hermano y el deseo de su padre por fortalecer a ambos llevó a Jeremiah a medirse con jugadores hasta siete años mayor que él cuando apenas levantaba tres palmos del suelo.
En efecto, de ponerse a la misma altura que colosos iba la cosa. Reales e históricos. Solo tres jugadores nacidos en Joliet han jugado en la NBA: George Mikan —la primera gran estrella de aquella antediluviana NBA de finales de los 40 y principios de los 50—, su hermano Ed Mikan y Roger Powell Jr., cuya estancia en la liga se limitó a trece partidos con los Utah Jazz en 2006.
Y Jeremiah Fears será el siguiente.
Como buen hijo de vecino del estado de Illinois, Fears creció admirando a Derrick Rose. Y quemó etapas al mismo vertiginoso ritmo que la leyenda de la ciudad de Chicago.
Tras jugar un año más en el circuito local y ayudar a su hermano Jeremy a ganar el premio al Jugador del Año del Sun-Times y convertirse en McDonald’s All-American, Jeremiah comenzó a forjar su propio camino.
Ya era uno de los 25 mejores reclutas de la generación de 2025 en Arizona Compass Prep, una reputación que fue construyendo en distintos escenarios. Primero, en un torneo en Chicago en plena pandemia ante los mejores jugadores del estado. En 2023 brilló ante la Montverde Academy de Cooper Flagg. Un año después, promedió 21,2 puntos y un 38% de acierto en triples en el prestigioso Nike Peach Jam —donde también estuvieron Cameron Boozer y A.J. Dybantsa— y conquistó el FIBA Américas sub-18 de Argentina con la selección estadounidense, siendo el máximo asistente del equipo.
“Cumplió todos los requisitos”, recordó su hermano Jeremy.
Así, su próximo paso estaba decidido: dar el salto al baloncesto universitario.
Pese al interés de la Universidad de Kansas, Fears optó por quedarse en casa y se comprometió con Illinois. Sin embargo, los Illini esperaban que Jeremiah se uniera al equipo de cara a la temporada 2025-26, pues ya habían reclutado a Kasparas Jakucionis y a Kylan Boswell para el curso 2024-25, no habiendo minutos para él.
Entonces entraron en acción los Sooners, dirigidos por Porter Moster. El técnico había liderado a Loyola Chicago a la Final Four de 2018 y uno de sus asistentes, Armon Gates, también era nativo de Chicago. Y conocía al padre de Fears de su época como jugador. Más importante aún: los Sooners tenían una vacante en la posición de base y estaban dispuestos a dejar que Jeremiah tomara las riendas del equipo, aun siendo uno de los jugadores más jóvenes del circuito universitario.
Fears Sr. tenía muy claro que su hijo estaba listo para el draft de 2025 y ambos coincidieron en qué decisión tomar. Jeremiah se desvinculó de Illinois y se comprometió con Oklahoma. La decisión fue muy criticada entonces, pues casi nadie creía que Fears estuviera preparado para asumir tanta responsabilidad de forma tan temprana y triunfar en el baloncesto universitario.
El stock baloncestístico de Fears fue creciendo a medida que asumía más responsabilidad y balón con los Sooners.
“No quiero perder su velocidad y agresividad en las transiciones”, declaró el entrenador de Oklahoma, Porter Moser, en diciembre. “Quiero que destaque en el juego, con su solidez y su gran habilidad para hacer tiros simples. No es necesario subirse de repente a este escenario, llegar a esta competición y reinventar la rueda. Su habilidad en los tiros simples, con esa velocidad, a veces es lo que marca la diferencia”.
Anotó 20 puntos y repartió cinco asistencias, con siete de diez en tiros, en su debut como titular contra East Texas A&M el 21 de noviembre. Luego irrumpió en la escena nacional con su actuación en el Torneo Battle 4 Atlantis, anotando 20 puntos y repartiendo siete asistencias contra Providence y terminando con 26 puntos contra Arizona. El 18 de diciembre se fue hasta los 30 puntos en un triunfo sobre Michigan, una cifra que superaría en marzo, cuando lideró la victoria sobre Missouri con 31 puntos.
Moser reconoció que no esperaba la explosión de su joven pupilo, mientras que compañeros como Glenn Taylor Jr. destacaron su madurez. “Se toma este deporte en serio. Es el primero en llegar al gimnasio y el último en irse. Lo veo todos los días desde que vengo aquí”.
“Puedes apostar a que está en el gimnasio todos los días”, añadió su padre Jeremy Jr. a modo de respuesta. “Saldrá a tirar. Saldrá a entrenar, hará locuras que podría replicar en el partido. Ese tiro desde el tablero a una pierna lo perfeccionará en el gimnasio, o simplemente hará alguna locura. Pero realmente está en el gimnasio todos los días”.
Para Pete Kaffey, entrenador principal y director del programa de Arizona Compass Prep, sin embargo, no le sorprendió lo más mínimo la progresión de Jeremiah.
“Su juego se traduce tan bien [al baloncesto universitario] porque anota en los tres niveles”, añadió Kaffey a The Oklahoman. “Es un jugador clave, un jugador con mucha disposición que ayuda a sus compañeros a mejorar. Un chico en el que dedicamos mucho tiempo para que su defensa estuviera también donde está ahora”.
Promediar 17,1 puntos y 4,1 asistencias en su primera y única temporada en Oklahoma ayudó a los Sooners a clasificarse para el Torneo de la NCAA por primera vez desde 2021. Y le permitió asentarse en primera ronda de los mocks draft.
Su ascenso ha sido aun mayor de forma reciente. En el Draft Combine de Chicago sorprendió a los scouts y ejecutivos presentes, mientras que en los entrenamientos privados ha dejado entusiasmados a equipos como los Utah Jazz. De hecho, ya hay analistas que, incluso, se atreven a definirlo como “un potencial John Stockton moderno”.
Su combinación de tamaño, velocidad, ritmo, capacidad de tiro y creación lo alejan de la leyenda de los Jazz dentro de una NBA, evidentemente, muy diferente en cuanto a estilo y dinamismo de lo que lo era hace 30 años. Sus jugadores favoritos en la actualidad así lo demuestra: Anthony Edwards y Stephen Curry.
Del primero seguramente haya absorbido su facilidad para atacar el aro o lanzar tras fade-away. De Curry, un rango de tiro muy peligroso que, no obstante, deberá asentar para poder trasladar su efectividad previa a la NBA.
Así, entendemos qué quiso decir el analista que lo comparó con Stockton: que nos encontramos ante un jugador con mucho potencial y ese no sé qué especial que muy pocos recién llegados a la NBA poseen.
Solo restan dos días para que el Barclays Center de Brooklyn dé cobijo a la primera ronda del draft de 2025. Y Jeremiah Fears escuchará su nombre, si nada se tuerce, entre los principales nombres de la camada.
Hace poco más de dos años, muy pocos sabían quién era.
Esta serie de artículos sobre el draft continuará en la newsletter Ensayos de Básquet.
(Fotografía de portada de Bob Donnan-Imagn Images)