10 de febrero de 2012. Un jugador con solo una temporada intrascendente en su cuentakilómetros NBA (jugó en los Warriors antes de descargar en Nueva York) está acercando su baloncesto al de las estrellas de la liga. En cuatro días como quien dice. Y precisamente en dicha fecha llegó su consagración, este viernes hizo cinco años: Jeremy Lin anotó 38 puntos. En el Madison Square Garden y ante un duro examinador como Kobe Bryant y sus Lakers. Historia de la liga que ahora recordamos.
Aquel partido fue el comunicado oficial de Jeremy Lin. De Linsanity. Cuando explotó verdaderamente como nueva sensación del baloncesto profesional.
Llevaba nada más que tres partidos aliado con su actualizada identidad. 25 (ante New Jersey), 28 (Utah) y 23 puntos (Washington) era su elevator pitch en las altas esferas de la liga. Muy corto y puede que fruto de la casualidad. Solo tres encuentros al máximo nivel y con el puesto de base titular en su figura desde la segunda gran noche.
Además, la enfermería también estaba de su lado. Carmelo Anthony se había lesionado ante los Jazz y los New York Knicks adolecían de una cara por la que morir en batalla. Apareció Lin, que con sus 38 puntos actualizó los cimientos de la alta corte NBA. Empezó la leyenda de Linsanity; el breve de haber llegado a monarca.
Knicks desmejorados
El quinteto de los Knicks era pura medianía. Landry Fields, Henry Walker, Jared Jeffries y Tyson Chandler compartían cartel de inicio con Lin. Carne de tromba frente a los Lakers de Kobe, Pau Gasol, Derek Fisher, Metta World Peace y Andrew Bynum.
Pero ni los 34 tantos que registró Bryant estorbaron la exhibición de Lin. Pases sin mirar, canastas desde cualquier arista (13 de 23 para el completo desconocido, aún, de la liga) y una soltura solo apta para contratos subidos al múltiplo de diez millones.
Mejor temporada
Nació una leyenda urbana en Nueva York que, por desgracia, duró hasta el mes de marzo. Mes y medio. En los años subsiguientes, y ganándose el contrato de su vida como profesional entre medias, el Lin más neoyorquino se perdió en expediciones aquí y allá (Houston, Charlotte y ahora Brooklyn).
Ninguna de sus temporadas posteriores alcanzó la de su mejor mes y medio como profesional. Sin embargo, con los dedos de las manos se cuentan los jugadores que levantaron tal festividad en la Gran Manzana. Y lo que es seguro es que ningún jugador que no fuera una estrella logró lo que Lin. La Cenicienta que los Knicks ‘se inventaron’ en ausencia de cuentos finiquitados con perdices.