Jo Jo White, la elegancia que revivió a los Celtics

Cuando un mito de la NBA muere lo hace también una parte de esa NBA histórica que indefectiblemente, porque así es el paso del tiempo, va quedando más y más lejos. Esta semana fallecía Jo Jo White, uno de los bases más elegantes de siempre. Las reacciones en cadena a su pérdida de todo el universo NBA no hacen más que constatar que se ha ido un grande, fuertemente golpeado por las consecuencias de una demencia fruto de aquella operación de 2010 para extirparle un tumor benigno.

En ciertos momentos, la vida se complica de una forma terrible y tremenda, pero tristemente a veces es parte del camino que a cada uno le toca experimentar. A Jo Jo White le tocó el mal fario desde 2010 pero antes pudo ser el rey de Boston, de esa NBA de los 70 muy alejada y muy distinta no sólo a lo que es hoy la liga, sino a lo que iba a ser en los años 80.

Dicen que Larry Bird y Magic Johnson salvaron a la NBA del abismo. Era una liga donde la cocaína era el pan de cada día, donde las televisiones no se repartían el pastel ni de lejos a la forma en que lo hacen ahora, porque básicamente la NBA no era un pastel súper apetitoso a la vista. Mandaban otros deportes.

Y sin embargo, el hecho de que la NBA no estuviera en boga, el hecho de que no fuera una competición al alza no supone que no diera momentos para la leyenda, relatos únicos. No significaba de ninguna manera que no interesara a nadie. Simplemente, su foco no era tan luminoso. Y bajo esas luces menos brillantes trabajó Jo Jo White.

Draft de 1969

Hay una especie de maleficio en el Draft de 1969 que quizá no haya sido tan estudiado, pero que a fin de cuentas se ha cobrado alguna víctima de manera prematura. El de 1969 fue el Draft de Lew Alcindor, luego Kareem Abdul-Jabbar, que tuvo leucemia una vez colgó las botas. Y fue el Draft de Neal Walk, el número 2 por los Suns, que perdieron la moneda al aire que les habría llevado a elegir a Kareem. Neal Walk tuvo carrera en la NBA, pero siempre quedará como el hombre que salió detrás de Alcindor. Luego, una mañana de 1987, ya retirado, intentó levantarse de la cama y se dio cuenta de que no podía. Tenía un tumor en la espina dorsal que le iba a dejar postrado en una silla de ruedas. Los médicos, entonces, dirían que seguramente Walk tendría ese drama en su cuerpo desde una corta edad, pero que no se había manifestado hasta ese momento. Murió en 2015 sin haber cumplido los 70 años. Con el número 9 salió Jo Jo White, base de la Universidad de Kansas, y finalmente sentenciado por otro tumor que acabó desencadenando todo.

White fue el base elegido justo en el momento en que los Celtics iban a terminar su lustrosa época, la más grande jamás contada, de once anillos en trece temporadas. Entre 1957 y 1969 los Celtics solo dejaron de ganar dos títulos, los de 1958 y 1967. Vencieron en 1957, sumaron ocho anillos seguidos en el periodo de 1959-1966 y remataron la épica con los campeonatos de 1968 y 1969. Todos ellos con el sello de Red Auerbach, ya fuera desde los banquillos, hasta 1967, o como general manager desde ese año. Cuando Red Auerbach se echó a un lado y dejó de dirigir, un tal Bill Russell asumió el cargo de entrenador-jugador para conquistar la gloria de 1968 y 1969.

La vida sin Russell

Pero Russell se retiró y empezó un desierto de un lustro sin campeonatos, que para una entidad que había triunfado casi de manera total durante quince años, era demasiado. White había sido campeón de los Panamericanos con Estados Unidos en 1967, en la preciosa Winnipeg, y de los Juegos Olímpicos de México 1968. Luego en 1969 recalaba en esos Celtics que entraron en tal estado de shock que sólo un curso después de sumar el 11º anillo se quedaban fuera de los playoffs. Algo que se repetiría en 1971, pero con un White ya estelar, directo a su racha de siete presencias seguidas en el All-Star.

El mejor en el mejor partido de siempre

Empezaba la trayectoria ascendente de White en la liga y en los Celtics, en esos Celtics que revivieron en parte gracias al base, un tipo dotado de una elegancia suprema dentro y fuera de la pista. Un gentleman, un señor, un caballero.

White ganó así el anillo de 1974, pero su paso para entrar en el olimpo de los Celtics llegó casi al final de sus días en la memorable ciudad de Boston. Fue MVP de las Finales de 1976, principalmente gracias a su show en el quinto encuentro ante los Suns, el que ponía el 3-2 en las Finales, que acabarían con 4-2 para los suyos. Ese 4 de junio, en el Garden, se disputaron tres prórrogas, 63 minutos de juego de los que White jugó 60. Anotó 33 puntos y repartió 9 asistencias. Para muchos, el mejor partido de siempre. Y Jo Jo fue el mejor en el mejor partido de siempre.

Acabaría sus días en Boston a finales de los 70, traspasado a los Warriors, lejísimos de ser lo que son ahora, y acabó finalmente su carrera en Kansas City, en una vuelta a sus orígenes NCAA.

Retirado en 1981, su camiseta con el número 10 fue retirada por Boston en 1982. Tiene el récord de partidos seguidos con los Celtics (488) y su paso por la NBA se resumió en doce cursos, los citados dos anillos, el MVP de las Finales, siete apariciones en el All-Star y unos promedios de 17,2 puntos, 4,9 asistencias y 4 rebotes en 837 partidos.

Hall of Fame desde 2015, es de los poquísimos jugadores en la historia en ser campeón olímpico, MVP de unas Finales y campeón de la NBA. Su legado, que construyó en una época donde la fama se la llevaban Pete Maravich, Earl Monroe o Walt Frazier, permanecerá para siempre. Porque lo merece.

“Fue un campeón y un caballero. Tenía un supremo talento en la pista”.


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