Josh Green no disfrutó de un debut soñado en la NBA. Después de ser seleccionado en la 18ª posición del draft de 2020 por los Dallas Mavericks, su primera temporada en la NBA estuvo sujeto a la reducida complicidad del entonces entrenador Rick Carlisle.
Mientras otros jugadores elegidos después de él, como Saddiq Bey, Tyrese Maxey, Imannuel Quickley, Jaden McDaniels o Desmond Bane, completaban una esperanzadora campaña de novatos acompañada de minutos y cierta relevancia en el esquema de sus respectivos equipos, la poca confianza de Carlisle en los jóvenes se tradujo en un primer año increíblemente difícil para Green.
El internacional australiano se encontró con un juego exterior cargado de veteranos como Tim Hardaway Jr., Josh Richardson, J.J. Redick, el también incipiente Jalen Brunson y un intocable Luka Doncic. Así, sus oportunidades fueron reducidas y sujetas, normalmente, a partidos ya decididos: la ventaja del equipo ganador en los ocho encuentros en los que más minutos disputó fue de una media de 20 puntos.