Knicks: el error de culpar a Carmelo

La Linsanity ha muerto y Carmelo Anthony la ha matado”. Esa es la historia en la que los aficionados a los Knicks estamos metidos a día de hoy.

Pero tras despertar de una nueva derrota ante los Bulls (la sexta consecutiva de la franquicia de New York, y la octava en diez partidos tras la vuelta al equipo de Melo), parece claro que los problemas que acosan al vestuario de los Knicks van más allá de las responsabilidades de un solo jugador.

De hecho, existen un buen número de sospechosos ante la “muerte” del efecto Lin en lo que a victorias de su equipo se refiere y, aunque Anthony parece que va en cabeza para la prensa y los aficionados de New York, el propio Jeremy Lin lleva algunos partidos contribuyendo meritoriamente a la vuelta a la mediocridad de la franquicia.

Son los mismos fans que gritaban que estos Knicks eran su equipo mientras duró la droga Lin en el mes de Febrero, los que ahora, con la misma rapidez con la que se subieron al hype de la Linsanity, dan la espalda a su equipo. Y han encontrado en Carmelo Anthony, la estrella del equipo, al blanco perfecto para sus críticas. Las merecidas y las que no. Las reales y las imaginarias. Todas ellas.

Ese, y no otro mayor, fue el principal riesgo que asumió Anthony no tan solo al fichar por los Knicks en febrero de 2011, sino al dejar a los Nuggets como los dejó. Lo que ahora le llega (Melo fue pitado por su propia afición en la presentación de los equipos el pasado domingo ante Philadelphia en el Madison) no es nada diferente de lo que los fans de los Knicks suelen dar. Se trata aquí de, en su enorme mayoría, unos seguidores implacables a los que no les gusta perder.

Punto número uno: los Knicks llevan demasiadas décadas sin ganar un anillo. Y punto número dos: justo antes de la llegada de Anthony (y la consecuente partida de un buen número de buenos jugadores a cambio), los Knicks no tan solo ganaban regularmente sino que, además, entretenían. Sin querer olvidar el punto número tres, que habla de que se ha extendido la idea de que la relación entre la vuelta de Melo tras la lesión y el bajón en el hasta entonces espectacular rendimiento de Jeremy Lin es directamente proporcional.

“Lo borro de mi mente” ha declarado esta semana Anthony sobre las críticas, “no me preocupa. No es momento ahora de bajar los brazos y empezar a pensar demasiado”.

A los fans de New York les está costando señalar con el dedo a alguien más que no sea Carmelo Anthony (aunque, algunos pocos y de forma menos ruidosa, llevan pidiendo la cabeza de Mike D’Antoni incluso desde mucho antes que la tremenda ola de Linsanity empezara). Pero los propios jugadores de los Knicks saben (y ya transmiten en público) que existe una gran cantidad de culpa por repartir.

“Es mucho más que eso” dijo Tyson Chandler a la pregunta sobre la responsabilidad de Melo en todo lo recientemente sucedido en la pista, “ganamos como equipo y perdemos como equipo. (Anthony) Recibe críticas injustas por el éxito que ha tenido en toda su carrera. Pero aquí somos un equipo y ganaremos o perderemos juntos. Ahora lo que debemos hacer es jugar mucho mejor”.

Tópicos a un lado, el principal argumento con el que sectores importantes de los mass media americanos empiezan a apuntar a Melo se basa en que su tendencia a aislarse con el balón en pista, frena el ritmo ofensivo de los ataques de su equipo. Cierto o no, la única realidad es que, estadísticamente, el ataque de los Knicks ha mejorado desde la vuelta de Anthony al equipo.

En los primeros nueve partidos de la “Era Linsanity” (aquellos en los que todos nos volvimos locos), New York promedió 97,3 puntos por partido con un 45,5% de acierto en tiros de campo y un 30,3% de acierto desde más allá de la línea de tres puntos. Ahora, tras los primeros también nueve partidos con Carmelo Anthony de vuelta al grupo, los Knicks anotaron 100,9 puntos por noche, con porcentajes de acierto respectivos del 44,3% y 38,5%.

Y lo que no se puede decir es que Melo no haya tratado de adaptarse al huracán Lin que sacudió a la franquicia mientras él se recuperaba de una lesión. Al contrario, Anthony ha realizado un encomiable trabajo en este sentido. En sus últimos nueve primeros encuentros tras reincorporarse a la dinámica del equipo, Carmelo Anthony ha lanzado de media dos veces menos a canasta que en los primeros 22 partidos de esta temporada, al tiempo que sus promedios anotadores individuales han pasado de los 18,6 puntos por partido antes de la “llegada” de Lin, a los 16,7 desde que comparten pista. De hecho, su porcentaje de acierto en el tiro (tanto el general como el de tres puntos) es mayor ahora de lo que era antes de que Jeremy Lin llegara a la titularidad.

Pero Mike D’Antoni, de forma más que cuestionable, continúa potenciando el discurso anti-Melo que ahora inunda New York, ya sea directamente sentando en el banquillo más de lo habitual a Anthony, o indirectamente defendiendo en público el (lógico) bajón en el rendimiento de Lin.

Últimamente, los asientos del Madison Square Garden continúan llenos, pero no hay noticias de la energía que ahora hace un mes batía a los rivales. Las mismas multitudes de aficionados que no hace tanto ensordecían al adversario con Jeremy Lin como mesías, guardan ahora silencio. Y con un buen motivo para hacerlo.

Los Knicks están 18-24 en el balance victorias/derrotas, acumulan seis de las últimas de forma consecutiva y, lo que es peor, ya están fuera de una ya de por sí pírrica octava plaza en la Conferencia Este, con su correspondiente billete para la post-temporada.

Si de lo que se trataba ahora era de buscar un culpable, parece que ya lo han encontrado. Mientras tanto, seguir negando que lo sucedido aquí no ha sido nada más que un colapso como equipo traerá todavía peores noticias en las semanas que están por venir.


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