Kyrie Irving y la desesperación de los Dallas Mavericks

Por si habéis vivido en un búnker durante la última semana, Kyrie Irving es jugador de los Dallas Mavericks. Llega a Texas después de sentarse a negociar su renovación con los Nets, quedar descontento con la oferta y decidir que era inviable continuar bajo el yugo de un equipo que, con el plantel sano, era uno de los 3 ó 4 máximos aspirantes al anillo. Valga esto para explicar el rampante narcisismo del sujeto en cuestión, aunque no sea algo que sorprenda a nadie en el caso de Kyrie.

Desde que dejó atrás sus serios baches extradeportivos —ya sabéis, antivacunación, antisemitismo, procualquiercosaquechoqueconelstatuquo— Irving estaba dejando sus mejores meses de baloncesto desde la primera mitad de 2021. Elegido por ello como base titular del All-Star en la Conferencia Este. Hace cosa de un año los GMs de la liga coincidían en que su valor de mercado era cercano a cero, que no existía franquicia con los arrestos para tomar la tóxica impulsividad de un jugador así. Pero su actual nivel en pista dejaba la puerta abierta para que algún desesperado se la jugase por él. 
A saber: Lakers, Mavericks y, según comenta Chris Haynes, Suns. Tres equipos que perciben que están a un movimiento de este calibre de ser contenders, sea más o menos cierto, y a los que les empuja la urgencia de: LeBron James, Luka Doncic y mantener viva la máxima aspiración de un proyecto que amenaza con bajarse de la cumbre tan rápido como la alcanzó; respectivamente.

Impulsos de desesperación: ¿A qué renuncia Dallas?

Solo los Mavs, a cambio de Dorian Finney-Smith, Spencer Dinwiddie y una primera ronda de 2029; se han hecho con los servicios de Irving. Quien ha llegado con Markieff Morris bajo el brazo. ¿Qué causas e implicaciones tiene esto en el equipo texano? Veamos. 

En un principio, cabía pensar que Kyrie saldría de los Nets siempre y cuando el destino que le recibiese lo hiciese firmándole una extensión en el preciso instante que pisase el aeropuerto. Las últimas informaciones apuntan a que probablemente no sea el caso, sumando otro factor de riesgo a un movimiento ya de por sí osado. Por partes. 

Primero, lo perdido. Uno de los principales problemas de Dallas es la profundidad de su plantilla, que queda raquítica con la pérdida de Dorian Finney-Smith y la baja de Kleber. El alero era la pieza defensiva más valiosa del esquema de los Mavs, aparte de un pilar del vestuario. Los de Jason Kidd han rendido muy por debajo del nivel defensivo del curso pasado y su salida, que toca rellenar con Markieff, agrava esta situación. No hay nada que estimar con Dinwiddie, cuyo rol absorbe y rebasa Kyrie. Lo que sí desaparece son las alternativas de rotación en el cierre de partido. Cuando ha tenido posibilidad, Kidd siempre ha optado por acabar los encuentros con una alineación enfocada a la defensa, y la marcha de Finney-Smith supone perder a un valioso comodín para las posiciones de ‘tres’ y ‘cuatro’. Lo cual abre la posibilidad de que el técnico cambie sus planteamientos optando por apuntillarlos de artillería ofensiva.

Lo que ganan

Los Mavericks acudían a lo que restaba de mercado con pocas posibilidades y dos necesidades que lucían ingenuas hace solo una semana: restar responsabilidades a Doncic en la creación de juego y, este más mirando al medio-largo plazo, sumar una superestrella sobre la que construir una candidatura antes de que Doncic comenzase a perder la paciencia. Sobre el papel, han resuelto ambas de golpe y porrazo. 

Con esto solventado, toca ver cómo se aclimata sobre el parqué. Doncic va a seguir siendo el generador primario aunque vaya a compartir más responsabilidades ofensivas que nunca. El quid de la cuestión está precisamente en las fases que Luka pase sin balón, que junto a Dinwiddie y Brunson han mostrado un desempeño nulo más allá de la amenaza que representa el esloveno en el tiro lejano tras recibir —40% de acierto con un volumen de menos de un tiro por encuentro—. 

La pasividad de Luka cuando no tiene el esférico en sus manos obliga a que Kyrie ataque mucho menos en aclarados y pick-and-rolls, y mucho más en situaciones en las que reciba en semiventaja —mano a mano, salida de bloqueos indirectos, rompiendo circulaciones…—. Un rol al que Irving ya está acostumbrado por sus anteriores convivencias con LeBron James, James Harden y Kevin Durant. Su mera presencia debería provocar que Doncic deje de ser uno de los jugadores que más dos contra uno recibe temporada tras temporada, desahogo que los Mavs van a necesitar a ciertas alturas de playoff

Lo que está en el aire

Símbolo del elevado riesgo que corren los Mavericks con el traspaso de Irving es imaginar mil y un escenarios en los que les sale cruz. Desde su salida de Cleveland, la realidad con Kyrie invita a un constante estado de agitación sobrevenida. Como jugador, pocos exteriores más idóneos existen para situar junto a Luka Doncic. Pero hay demasiados factores externos que inciden en su viabilidad deportiva. 

Tomar esta decisión deja a las claras que las urgencias que se atisbaban desde el exterior también habían llegado al seno de la franquicia. Dallas se arriesga a perder a dos titulares y una primera ronda por solo tres meses de contrato asegurado de Irving, quien está lejos de ser una certeza hasta que sus circunstancias extradeportivas demuestren lo contrario. El base será agente libre sin restricciones este verano y los Mavericks le adquieren con derechos Bird, lo cual les permite pagar hasta los 272 millones de dólares por cinco años de su máximo. Kyrie y su entorno habrían pedido una cifra alrededor de los 210 millones por cuatro años. 

Visto lo visto, seguramente Nico Harrison no se siente a negociar con él hasta comprobar qué versión se viste el uniforme de los Mavs. Y, con la suerte echada, pocas veces hay menos certezas con que un jugador decida renovar con el mismo equipo llegada la agencia libre.

Era ahora o… ¿nunca?

Ahora bien, una vez hecho, el movimiento es un obvio paso adelante de Dallas. Ayer por la mañana el equipo no había demostrado tener lo suficiente como para asaltar la cima del Oeste, venían demandando una versión extraterrestre de Doncic noche tras noche únicamente para competir y su futuro contractual no era mucho más halagüeño de lo que es hoy. Irving deja la puerta abierta de par en par a la ley de Murphy, pero en un escenario ideal, eleva el techo del equipo de forma inmediata a riesgo de perder el suelo sobre el que pisar. Los Mavs eran uno de los pocos equipos que tenían argumentos para pensar que un traspaso por Irving les podía compensar, y no les ha dado por pensar que de valientes están llenas las sepulturas.

(Fotografía de portada de Michael Reaves/Getty Images)


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