La eterna conquista que aspiran a acometer en Sacramento cumple su 17º capítulo. Los Kings comenzarán la temporada muy alejados de la vitola de candidatos al anillo pero, al menos, la organización ha protagonizado el –enésimo– esfuerzo con el fin de construir un proyecto ganador y competitivo en el corto plazo. Tan corto que permita poner punto y final a una racha ininterrumpida de ausencias en playoffs que se prolonga ya desde la edición de 2007.
Esta inversión directa por el presente tuvo como punto de partida el traspaso de Tyrese Haliburton, un diamante en bruto futuro, a cambio de Domantas Sabonis, un All-Star de contrastada producción que se había erigido como uno de los mejores interiores de la Conferencia Este. Posteriormente, los Kings confirmaron esta apuesta por ‘el aquí y el ahora’ enviando una primera ronda futura a Atlanta a cambio de Kevin Huerter, además de reclutar desde el draft a Keegan Murray, uno de los jugadores más hechos de la camada.
Para dar forma y exprimir todo lo posible a esta plantilla, en las oficinas de Sacramento protagonizaron otro movimiento de cierta magnitud: la contratación de Mike Brown como entrenador jefe. Y resulta evidente que Brown no ha abandonado su cómodo empleo como asistente de los Golden State Warriors para trabajar en una franquicia que no aspire a dar un salto cualitativo importante y proponerse expectativas relativamente acomodadas.