La Final de las Finales ya está aquí

Llegó la hora. Tras una larga y preciosa temporada cargada de millones de anécdotas y momentos que guardar en nuestra retina, hoy la NBA echa el telón de cierre con el mejor de los finales: un séptimo partido entre los dos mejores equipos de la competición.

El todo o la nada. Eso es lo que espera esta noche a los Warriors y Cavaliers; una comparativa más propia de la narrativa shakesperiana que viene cargada hasta los topes de emoción, nervios y juego. Mucho juego.

Para el aficionado, un Game 7 es el mejor de los regalos. No hay ni media duda de ello. Ni siquiera las infundadas teorías de la conspiración que a algunos les rondan en la cabeza. A cualquiera que se le pregunte allá por octubre cómo desearía que acabara la campaña, su respuesta iría encaminada a relamerse con el mayor de los espectáculos. Y señores, en unas horas tendremos hecha realidad esa deseosa ensoñación.

Cómo llegan

Vamos al lío. Los Cavaliers le han metido un buen “meneo” a la serie, realizando lo irrealizable cuando no mucha gente apostaba a que podía pasar. Bueno, no mucha gente y también la estadística: solamente tres equipos en toda la historia de nuestra amada liga han forzado un séptimo tras ir abajo 3-1. Y eso es algo que merece todo el elogio posible para los de Tyronn Lue.

Eso sí, de nada servirá si al final no acaban culminando la proeza. Las remontadas son tal cuando uno se pone por encima; empatar es estéril con respecto a lo que de verdad importa: enfundarte de una vez por todas ese anillo que ni Gollum podría querer más.

Sin duda, los Warriors han sido bastante mejores durante la temporada. Pero no sólo con respecto a los de Ohio, sino a todos. Han mandado en la NBA como sólo los Bulls nos acercan en el recuerdo, estableciendo récords y proezas que hay que guardar con paño de oro en las estanterías de la liga. Porque ellos han hecho mejor a este deporte.

Empezaron arrasando en las Finales, pero diversas circunstancias internas en los dos últimos partidos – la sanción a Draymond Green, la baja de Andrew Bogut o las desconexiones territoriales de Stephen Curry – han bajado el pistón. No soltaban el pedal de acelerar hasta que un tipo se ha puesto enfrente de su camino y ha dado el stop con una autoridad más propia de un conquistador que de un jugador. LeBron James hace su aparición.

Dominio a toda pista

Como decía, LeBron lo está siendo todo. El Game 5 ponía de relieve la importancia de que surgiera justo cuando todo parecía cuesta arriba (3-1); y surgió. El Game 6 volvía a ser otro match ball de necesaria salvación, y el alero hizo de salvador. Una vez más.

La manera en la que está controlando el tempo del partido, con un dominio a toda pista y casi en cualquier circunstancia del partido hace pensar que justo en estos dos últimos partidos estamos viendo la mejor versión de LeBron de toda la temporada. Y qué momento para verla.

A buen seguro Steve Kerr está dándole vueltas a cómo parar (un poco) la contribución de la estrella de los Cavaliers, pero la fórmula no es nada sencilla. Quizás esté en recuperar la esencia perdida y que sean los Warriors quienes ejerzan la dominancia desde su juego, no arrastrándose hacia el lugar donde LeBron se siente más agusto. Una lucha de poderes; una lucha de estilos.

El reto de Irving

Otra clave está sin duda en Kyrie Irving. El base no le anda a la zaga a LeBron en eso de decir, ‘Ey, estoy aquí. Dadme la bola porque yo también voy a ganar esto’. Está centrado, resolutivo y tomando buenas decisiones. Así es como se demanda que sea su juego siempre.

Es el primer séptimo partido de su carrera. Pero no tiene por qué temblarle la mano; aún no le ha pasado. Si es capaz de mantener la cabeza fría ante la máxima de las presiones, ante una afición enfervorecida por ver campeones a los suyos, entonces los Cavaliers tendrán mucho ganado.

Strength in Numbers

El lema que acompaña a los Warriors debe volver a iluminar el camino de los aún vigentes campeones. Su línea de juego todos la conocemos, y no me parece que haya otra forma de ganar que no sea volviendo de manera fehaciente a ella.

Curry y Klay Thompson tienen una misión difícil. Fueron contenidos por Cleveland al comienzo de la serie, aunque en los dos últimos encuentros parecen haber espabilado con 28 y 31 de promedio, respectivamente. En ellos no está el fallo, sino en cómo deben volver a lograr que la contribución de sus compañeros suba.

Los Cavs han sabido canalizar los tiros hechos desde fuera por jugadores menos seguros, aprovechándose de cada fallo para castigar. Los Warriors no han perdido tres partidos seguidos en todo el año, y que no se dé esa circunstancia por primera vez va a depender mucho de cómo lograr Kerr equilibrar las fuerzas que aporten los Splash Brothers por un lado, y el resto del equipo por otro.

No olvidemos que parar a Tristan Thompson, quien se las ha arreglado para buscar los huecos en defensa, y reducir su contribución es otra de las tareas con las que deben lidiar para evitar roturas en el casco de la nave de Oakland.

Iguodala, más importante que nunca

Andre Iguodala es absolutamente capital. Más allá de la fuerza exterior; más allá de la batalla que presente Green en la pintura; y más allá de lo que contribuya el resto del equipo. Anda tocado, una preocupación más. Pero Kerr cuenta con él y seguramente fuerce aunque no esté en su plenitud. Es el momento de arriesgar.

Los Warriors sufren muchísimo cuando él no está en pista, bajando su aportación 11,9 puntos por cada 100 posesiones siempre que le toca descansar unos minutos en el banco. Su aporte no está exento de la tarea defensiva, ya que precisamente la tarea de restringir todo lo que se pueda a LeBron recae sobre los hombros de Iguodala.

Hagan juego

Jugar en Oakland les da a los Warriors esa pizca de favoritismo a priori, la cual se va desvaneciendo poco a poco cuando uno piensa que el Game 5 también fue allí y ya sabemos lo que pasó; y cuando se ve el estado de forma y de ánimo con el que llegan los Cavs a la cita.

Esta noche es el turno de los héroes. De los jugadores que nos hacen contener la respiración ante una jugada imposible; de esos que deciden tirar de galones cuando al resto se les encoge hasta la mano; de esos que anotan cuando ya parecía todo decidido en su contra. Sí, de esos.

Esta Final de Finales es una cuestión de grandes análisis, pero también de las pequeñas cosas. De esos detalles con los que uno no cuenta al principio, pero que irrumpen con fuerza desmedida en el devenir de un partido. Cuando nadie espera que X jugador aparezca, ¡Bam!, anota un triple y pone patas arriba el marcador y el partido. Y eso que apenas había jugado.

Preparen las palomitas, un refresco y suban el volumen de sus televisiones. Tampoco mucho, no vaya ser que despierten a los vecinos. Esta noche es el partido de los partidos; lo que llevábamos esperando tantos y tantos meses. Warriors y Cavaliers se enfrentan y sólo uno puede alzarse con el más preciado de los premios; sólo uno puede ser campeón. Hagan juego.


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