El alero de Boston venía realizando algunas de las mejores actuaciones de su carrera antes de lesionarse
Cuando más evidencias regalaba Gordon Hayward de que el achuchón en la tibia que sufrió hace algo más de dos temporadas (octubre de 2017) podía ser agua pasada, la enfermería ha vuelto a interrumpir su evolución.
El alero de los Boston Celtics sufrió una fractura en su mano izquierda el pasado sábado, en la victoria de su equipo ante los San Antonio Spurs, y aunque los verdes solventaron el enredado partido en un pabellón complicado (ya marchan con récord de 7-1), la baja de Hayward es de una importancia capital en Massachusetts. Tanto como el (buen) papel del jugador hasta el momento.
Gordon venía rellenando los mejores números desde su última temporada en Utah (2016-17), la más fértil de toda su carrera. En este arranque de curso 2019-20 había llegado a ofrecer 20,3 puntos, 7,9 rebotes, 4,6 asistencias, 56,4 por ciento en tiros de campo y 44,4 en triples hasta el momento de lesionarse; de largo las mejores estadísticas simples de su vida excepto en la casilla de tantos por noche (21,0 en la 2016-17).
Sin desmerecer que su influencia numérica estuviera siendo la más elevada de su vida, Hayward también había encontrado su lugar en la rotación de los Celtics. Anotador, distribuidor y sobre todo lector de las mejores opciones para un ataque que luce como el quinto mejor de la NBA cada 100 posesiones (110,4 tantos). No son casualidad el buen momento de Hayward y el dulce despertar de su equipo en la temporada: cuando él ha tuneado su versión, Boston ha funcionado mucho mejor que en las dos últimas campañas.
«Cuando juega de la manera en la que lo ha hecho, todo el mundo se fija en las estadísticas, pero se trata de sus lecturas, de sus pases, los que tenemos que recuperar cuando no está jugando», podía alegar Brad Stevens, en declaraciones recogidas por Adam Himmelsbach (Boston Globe).
Sus lecturas
O sea, que aun ofertando los mejores promedios de su carrera, esa no era su principal contribución en el equipo. Hayward era el encargado de engrasar el ataque de Boston, experto en no cometer pérdidas de balón y a tener paciencia para disparar con la mejor opción disponible. No en vano, los Celtics poseen el mejor ratio de asistencias/pérdidas (2,02) esta temporada, el menor número de pérdidas de balón totales (11,8) y el menor volumen de posesiones estrelladas en la nada de manera no forzada (11,5%). Cuidan el balón como nadie y ahí era crucial la capacidad lectora de Gordon Hayward, con Kemba Walker (24,5 puntos) y Jayson Tatum (21,3) más como ejecutores de lujo cara al hierro.
Otra prueba de la importancia de Hayward en los dibujos ofensivos de Stevens es que con él en pista, Boston anotaba 111,9 puntos cada 100 posesiones, y sin él el saldo quedaba en 102,4.
Además de ese fornido valor estadístico, Gordon sumaba como nadie a la rotación de los Celtics. A su ratio ofensivo de auténtica élite (111,9) aunaba el defensivo (100,6), caudal de primera fila, el más alto de su carrera, y que solo superan colectivamente dos equipos esta temporada (Utah y Lakers).
Pasará por el quirófano
Razones para creer en la rehabilitación plena de Hayward había de sobra. Ahora al alero le toca lidiar con una fractura en la mano que le tendrá apartado de las canchas un mínimo de un mes, pero que no será tan lesiva como su ya casi olvidado siniestro en la tibia. La fractura actual, de hecho, fue en su mano izquierda, no es la de tiro, y por ello hay indicios de que pudiera recuperar un buen nivel relativamente pronto.
Tendrá primero que pasar por el quirófano, según se dictaminó este lunes tras diferentes exámenes y se pudo hacer eco el periodista Adrian Wojnarowski (ESPN); y el período de baja aproximado para Hayward se conocerá con mayor exactitud después de la intervención. Luego, sea cuando sea su regreso, Gordon ha demostrado poder ofrecer todavía un refinado nivel profesional.
(Fotografía de portada: Maddie Meyer/Getty Images)