En Toronto palpan con sus manos el arranque de una nueva temporada en la que las aspiraciones no señalarán el mismo objetivo que el plasmado en los últimos ocho años. Un desenlace inevitable tras la conquista del campeonato de 2019. Un éxito que supuso, a su vez, un punto de inflexión. A la paulatina salida de los Kawhi Leonard, Marc Gasol y Serge Ibaka se unió, este verano, la de Kyle Lowry, el principal buque insignia de los Raptors, rumbo a Miami.
No obstante, este cambio de ciclo no está exento de brotes verdes. En primer lugar, porque los Raptors volverán a disputar sus partidos como locales en el Scotiabank de Arena tras más de un mes y año de ostracismo a causa de la pandemia por el COVID-19. Y, en segundo, porque esta reconstrucción presenta un molde muy sólido sobre el que construir el nuevo proyecto. Sobre la columna vertebral formada por Pascal Siakam, Fred VanVleet y O.G. Anunoby se apoya un interesante núcleo de jóvenes con nombres como el de Precious Achiuwa, Malachi Flynn, Scottie Barnes o Gary Trent Jr. Este último comprende un caso un tanto especial pues, a sus 22 años, es quien posee una mayor experiencia y un mayor bagaje competitivo, en cuanto a responsabilidades asumidas se refiere.
De hecho, la apuesta por él por parte de las oficinas de los Raptors fue firme al hacerse con sus servicios antes del cierre de mercado a cambio de Norman Powell, quien hasta entonces sumaba 19,6 puntos por velada. Aunque no pudo igualar los guarismos de su antecesor, los 16,2 tantos registrados en los 17 partidos tras aquella operación fueron suficientes para que los Raptors firmaran su renovación durante la temporada baja por tres años y 54 millones de dólares. Una cantidad que adelanta un papel importante dentro del esquema de Nick Nurse.