Lakers: cuando traer a Howard-Nash no es lo mejor

Con el mundo del baloncesto todavía tambaleándose por las llegadas de Dwight Howard y Steve Nash a los Lakers, poco se ha hablado de la habilidad del GM de la franquicia, Mitch Kupchak, en ejecutar inteligentes movimientos periféricos destinados a solucionar quizá el mayor de los problemas del equipo el curso pasado: la profundidad de banquillo.

Situado en el último lugar de la NBA en cuanto a anotación en la temporada 2011-12, el banquillo angelino debía ser reformado a fondo para poder de verdad competir por el anillo. El por todos conocido quinteto titular del año pasado era reemplazado por una mezcla de parches surgidos, en su mayoría, tras el duro despertar de la franquicia una vez David Stern vetó el traspaso de Chris Paul a los Lakers.

Para substituir al legendario Kobe Bryant se contaba con un rookie de Charleston college. Para relevar a Metta World Piece estaba Matt Barnes, cuyo rendimiento se puede catalogar, muy generosamente, de altamente inconsistente. Y como tercera opción en quizá una de las rotaciones en el point guard más débiles de la competición, teníamos a otro rookie, este de Michigan.

Vaya cómo han cambiado las cosas este verano en Hollywood.

Orquestrando quizá la mejor de sus post-temporadas en los despachos (lo cual, dicho sea de paso, es mucho decir), Mitch Kupchak no tan solo ha conseguido atraer a dos superestrellas que devuelvan instantáneamente la vida a la organización, sino que ha adquirido, también, una perfecta combinación de veteranos de nivel y jóvenes talentos para llenar el agujero que la franquicia tenía en el banquillo. Una simple comparación nombre por nombre de lo que ya no está contra lo que ha llegado en el banquillo de Los Angeles, ilustra mejor que cualquier otra cosa la clase magistral de management con la que Kupchak nos ha obsequiado:

Troy Murphy por Antawn Jamison. Matt Barnes por Jodie Meeks. Luke Walton por Chris Duhon. Y Josh McRoberts por Earl Clark.

(NOTA: a este excitante nuevo banquillo hay que añadirle las vueltas de Devin Ebanks, Jordan Hill y Steve Blake).

Estamos ante el cásico escenario de la noche y el día. Lo que en el pasado fue una debilidad a ser explotada, es hoy una de las mayores fuerzas a explotar.

Suficiente se ha escrito ya sobre la habilidad de Jamison en anotar o el acierto desde la larga distancia de Meeks (aspectos, entre muchos otros, de los que los Lakers padecían desde el banquillo en el curso anterior). Pero esto va mucho más allá de los puntos que los reservas sean capaces de aportar. La profundidad de la plantilla 2012-13 de Los Angeles Lakers no se había visto en años, si es que alguna vez se había visto en La-La-Land.

Ahora, las preguntas que se puedan plantear sobre el enorme quinteto titular que la franquicia pondrá cada noche en pista, tienen respuestas claras. ¿Qué Dwight Howard no estará a punto para el inicio de la temporada? Un frontline con Pau Gasol, Jordan Hill, Antawn Jamison, Earl Clark y el rookie de más de 2’10 metros de altura Robert Sacre, podrán defender la fortaleza. ¿Qué Steve Nash, con sus 38 años, vé limitados sus minutos a menos de 30 por encuentro? Nadie duda que el veterano tándem de garantías que forman Steve Blake y Chris Duhon podrá aportar, como poco, entre los dos, 18 minutos de calidad por noche. ¿Qué Kobe Bryant no tiene sustituto en shooting guard? La explosividad, atrevimiento y capacidad anotadora exterior de Jodie Meeks asegura que la llama no se apagará cuando Bryant se tome un necesitado respiro. ¿Pau Gasol en “una de esas” noches perezosas? Hill, Jamison y Clark estarán preparados para dar la energía constante que el equipo requiera.

Naturalmente, con tantas nuevas piezas entrenando en El Segundo, nada ni nadie garantiza que la nueva artillería se compenetre bien y pronto con la vieja guardia angelina. Pero, ¿a caso no merece la pena intentarlo?. Tan solo con los nombre sobre el papel, cuesta no pensar en estos Lakers como los máximos favoritos al anillo. Un quinteto titular casi inigualable y un banquillo de lo más mejorado es el resultado de un trabajado verano en los despachos.

Hay que mirar muy atrás, hasta 1996, para encontrar una de las offseasons más épicas de la larga historia de los Lakers, cuando su entonces GM, Jerry West, incorporó a Shaquille O’Neal y Kobe Bryant de una misma tacada. Mitch Kupchak, 16 años después, no tan solo puede haber igualado este precedente, sino incluso superarlo.

Firmar a Nash y Howard es ya un éxito de monstruosas proporciones y repercusión. Pero más impresionante parece la recompensa de mejorar de la forma que se ha hecho el hasta ahora denostrado banquillo púrpura y oro. Y todo ello, mientras el resto de franquicias miraban atónitas e incapaces de reaccionar.


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