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<p>Ya han pasado unos años desde que Lauri Markkanen presentase sus credenciales para ser el nuevo unicornio de la liga. Sus dos primeras temporadas en los Bulls se atisbaban como una noticia tan sorpresiva como grata en el seno de un proyecto que había decidido reiniciarse. El núcleo formado por Butler, Wade y Rondo no tenía demasiado recorrido, pero decirles adiós tampoco suponía sacar demasiado valor inmediato a cambio.</p>
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<p>La combinación físico-técnica de Markkanen y su procedencia europea auspició las comparaciones inmediatas entre el chaval y prototipos como los de Giannis Antetokounmpo o Kristaps Porzingis. Dos jugadores del viejo continente cuyo desempeño en pista no debería corresponderse con la cantidad de centímetros y —potenciales— kilos que atesoran sus cuerpos. No por nada sus responden a los motes de Greak Freak y Unicornio respectivamente.</p>
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<p>Como se ha visto en este y anteriores procesos previos al draft, es tradición comparar a las jóvenes promesas con estrellas NBA del hoy y del ayer. Similitudes ante las que el jugador puede sucumbir —decepcionando— o trascender —demostrando que es más que el “nuevo X” y poseen entidad propia—.</p>
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