LeBron James le da brillo a su imperfecto legado

Recuperarse de una derrota en casa como la sufrida en el cuarto partido en Cleveland no es fácil para nadie. Los Cavaliers se vieron obligados a jugar en Oakland en un partido a vida o muerte en uno de los pabellones más ruidosos e incómodos de la liga. La suspensión de Draymond Green debilitó de forma importante a los Warriors, pero Cleveland necesitaba mucho más de lo ofrecido en los dos partidos anteriores en el Oracle Arena para sobrevivir. Y LeBron James y Kyrie Irving lo encontraron.

Kyrie Irving metió 41 puntos, su récord personal en Playoffs, en el que fue quizás el partido de su vida, especialmente en el enorme escenario mundial que son unas Finales NBA. Su agresividad y acierto desmontaron a los Warriors cuando las fuerzas empezaban a agotarse en el último cuarto. Pero había alguien quien tenía mucho más en juego, y quien recuperó con creces su apuesta.

Considerado como el gran culpable de la suspensión de Draymond Green por el público del Oracle Arena, la presión sobre LeBron James era más elevada que nunca. Abucheado cada vez que tocaba el balón, incluyendo el calentamiento previo al partido, James se jugaba perder en solo 5 partidos otras Finales más, colocándose con un cada vez más incómodo 2-5 en su cuenta particular.

Mágico precedente

Su actuación, alimentada por su agresividad en ataque, fue soberbia de principio a fin. Sus números, 41 puntos, 16 rebotes, 7 asistencias, 3 tapones y 3 robos, de órdago. Hay que remontarse a uno de los partidos más inolvidables de la historia de la NBA para encontrar una actuación similar, al menos desde el punto de vista estadístico. En el sexto duelo de las Finales de 1980 entre Lakers y 76ers, un aún novato Magic Johnson se vio obligado a multiplicarse dentro y fuera de la pintura ante la inoportuna lesión de Kareem Abdul-Jabbar y la suspensión interna del pívot reserva Spencer Haywood para asegurar el campeonato.

Como LeBron James, Magic Johnson tuvo en aquel duelo ayuda puntual de algunos de sus secundarios. Jamaal Wilkes acabaría con 37 puntos, mientras que Jim Chones hizo un papel similar al de Tristan Thompson anoche cerrando la pintura. Pero el héroe fue Magic. El histórico jugador de los Lakers acabaría con 42 puntos, 15 rebotes, 7 asistencias, 3 robos, 1 tapón, un premio de MVP de las Finales y un puesto asegurado en el Olimpo de la NBA en 47 minutos jugados.

El indigesto 2-5

El camino de LeBron James para darle la vuelta a la eliminatoria y proclamarse campeón está aún lleno de espinas. Draymond Green estará de vuelta a partir del jueves y sus Warriors siguen siendo aspirantes a ser uno de los mejores equipos de la historia de la liga. Pese a la derrota, Golden State sigue teniendo dos oportunidades para cerrar definitivamente la serie a su favor, y una de ellas de vuelta a casa. Es aún más probable que el balance de Finales de LeBron James vaya a ser de 2-5 a partir del domingo que de 3-4.

Pero, como bien saben Jerry West o Elgin Baylor en sus innumerables batallas perdidas contra los Celtics de Bill Russell, o como Magic Johnson y Larry Bird aprendieron cuando, inevitablemente, alguien tenía que morder el polvo, hay formas y formas de caer. El partido de anoche da vida nueva a las Finales entre Warriors y Cavaliers, y obliga al vigente campeón a seguir peleando para cumplir el que parecía su destino desde principio de temporada. Gane quien gane al final, el Game 5 quedará como uno de los partidos clásicos en la historia de la NBA gracias a LeBron James y Kyrie Irving. Solo queda esperar que lo que quede de Finales esté también a la altura.


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